jueves, 11 de abril de 2019

Volver a empezar

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

“Y la verdad es que es difícil explicar que el partido fue parejo cuando perdimos 4 a 0, pero fue así”, dijo Luis Zubeldía, entendiendo que en la pregunta del periodista Mariano Antico, reconocido simpatizante Granate, existía la misma convicción. Es que Lanús había sido superior hasta el minuto 34’, cuando llegó el error defensivo en cadena que articularon entre Tiago Pagnussat, Carrasco, Pasquini e Ibáñez que le permitió a Vélez abrir el marcador y que desarticuló defensivamente a la visita.
   Repasamos la jugada fatal: Vélez sale por izquierda, y encuentra sin marca a Nico Domínguez ya en campo de Lanús, del medio a la derecha, demasiado lejos de Marcelino, que no llegó a encimarlo. Cuando Domínguez recibe, Pasquini va sobre él y suelta a Boussat, que mete la diagonal hacia el centro, adonde espera libre Tiago. El brasileño responde con el paso adelante y lo deja en off-side, pero no  advierte que Almada, seguido por Carrasco y claramente habilitado, se cruza de izquierda a derecha rumbo al semicírculo del área Granate. Carrasco duda, pero hace lo correcto: seguir con Almada, a quien Domínguez busca acertadamente. Y aquí, todo sale a pedir de Vélez: Cuando partió el pase de Domínguez, Boussat estaba un metro adelantado, pero como el balón fue para Almada, la jugada sigue. Carrasco cierra incómodo y se la deja muerta a Boussat, que ahora sí, un instante después, aparece habilitado y fusila a Ibáñez, cuyo manotazo no alcanzó a desviar el balón. Secuencias como ésta, el fútbol entrega permanentemente. Que una de ellas termine en gol y que ese gol cambie tanto el destino de un partido, ya no resulta tan frecuente.
    A partir de la apertura del marcador, desde lo futbolístico todo siguió igual, aunque la confianza de uno y otro fue muy distinta. Lanús va por el empate, genera tres o cuatro claras
de gol y pega dos remates en los verticales, mientras Vélez factura cada contra, ante un rival jugado, sin confianza, sin fortuna y con una pobre actuación colectiva en defensa, con Tiago que tarda en aclimatarse, con García Guerreño en su nivel habitual y con Pasquini que pide a gritos volver a su lugar en la cancha, como volante por izquierda, donde supo ser una de las figuras en el subcampeón de la Libertadores de América de Jorge Almirón. La dura derrota por goleada ante Vélez, como dos semanas atrás el 0 - 3 ante Unión en Santa Fe, más que sacarlo de la Copa Sudamericana -algo que aún está por verse- le dejó a Lanús varias pautas muy precisas sobre sí mismo, que seguramente el cuerpo técnico ya advirtió y corregirá.
    Hace apenas unos meses, el 19 de septiembre de 2018 y tras 3 victorias, 10 empates y 6 derrotas al frente del plantel, el Kelly Carboni renunciaba a su cargo. El arranque de Zubeldía no fue el mejor. Tres derrotas iniciales, la última de ellas un 1 - 5 ante River en Cabrero y Guidi, varias fechas más sin grandes resultados y el temor a jugar por la permanencia, sensaciones fuleras que parecían superadas. En el último tramo llegó lo mejor del ciclo de Zubeldía: los cuatro triunfos al hilo sobre Talleres, Colón, Tigre  y  Gimnasia. En ese punto, incluso después de la derrota en la Boca, Lanús se había convertido en uno de los mejores equipos del campeonato, ya no se hablaba de promedio, y ya se soñaba con lo que poco antes era un imposible: la clasificación a la Copa Sudamericana, que pudo haber conseguido de ganar en Vélez, y que incluso aún puede conseguir si, como se anuncia, es sancionado Huracán con la quita de seis puntos. Pero el último tramo, en los partidos más determinantes, el equipo flaqueó y esas flaquezas hacen pensar que hace falta potenciar al plantel, integrar algunos valores de mayor categoría y personalidad, no sin antes decidir a qué se quiere jugar, y qué presupuesto se destinará para el año calendario que vendrá a partir de julio del corriente, sin perder de vista la nueva realidad de éste torneo: la sanción de quita de puntos ante el menor incumplimiento.
    Zubeldía había enfrentado la crisis deportiva con un plantel que él no había elegido y que fue apenas reforzado con la vuelta del Pepe Sand y la llegada de Tiago. Si la idea es tratar de volver a los primeros planos, el rendimiento alcanzado parece insuficiente. Pero para elevarlo, antes de buscar refuerzos, la conducción y el cuerpo técnico tendrán que evaluar el estado de las finanzas, ya que luego de la partida de Almirón se ha anunciado un ahorro de capital superior al presupuesto de una temporada, teniendo en cuenta la crisis,  los meses que pasan sin que se produzcan ventas, mientras el taxímetro del déficit operativo del club baja fichas a diario y sin detenerse. Es hora de hacer números. Y a la hora de jugar, antes elegir a qué jugar.
    Lanús tiene que incorporar un arquero para disputar el puesto con Matías Ibáñez, que se ha mostrado irresoluto en las salidas y se fastidia al tener que jugar con los pies, cometiendo demasiados errores para el nivel requerido. Los centrales aún no han dado la talla, el medio no está definido  y por momentos, la idea ofensiva se limita a la imaginación y el desequilibrio de Marcelino Moreno, que no parece ser el jugador indicado para conducir. Lanús necesita un armado ofensivo más inteligente, con más pausa y mejor panorama. Lo necesita a Lautaro en el lugar que él prefiere jugar: pegado a la banda izquierda, desequilibrando con la pierna cambiada. Necesita otro delantero por derecha, y un armador de juego ofensivo con más experiencia y panorama, que bien podría ser Montillo, a quien se ha anunciado como posible refuerzo. Y así como hay que trabajar con Marcelino para encontrarle el lugar y la función donde más rinde, habrá que trabajar con Quignón, si es que quiere y puede desplegar la tarea de único volente central, arrancando las jugadas como último hombre, algo indispensable si se quiere jugar con tres delanteros y recrear el fútbol que el Lanús de Almirón nos dejó en las retinas, con dos laterales que quiebren en la zona media y generen juego explosivo en los últimos metros, y con Sand en el lugar donde rinde: el área penal.
   En este repaso no está De la Vega, ya que es lógico pensar que su destino más próximo sea emigrar por una cifra record para la historia del club. Salta a la vista que Zubeldía, quien lo puso en primera, no quiere utilizarlo mientras participe del seleccionado juvenil que pronto disputará el Mundial, ya que es allí donde se cotizó. Para su bien, y para el bien de Lanús, lo mejor sería una pronta resolución. O una venta millonaria ya, o el encuadramiento en el equipo de Luis, donde el puesto de delantero por derecha parece estar esperándolo con las manos abiertas.