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domingo, 7 de abril de 2019

Dignidad en la vejez. ¡Y ganas de vivir!

por Omar Dalponte*

   Ha muerto Alberto Cortez. Un gran artista. Suele ocurrir que cuando muere un artista de tal nivel sus interpretaciones sean difundidas intensamente. 
Asi ocurre en estos dos días posteriores a la partida de Alberto. Uno de esos temas es el titulado La Vejez. La letra de esta pieza seguramente habrá hecho caer algún lagrimón. A mí, me invitó a escribir las siguientes palabras:
   Soy un hombre de 80 años que pronto cumplirá 81. Para hablar sin eufemismos soy un hombre viejo. Debo decir que a esta edad no todas las personas llegamos en óptimas condiciones físicas y mentales. De manera que seria muy soberbio expresar que soy una excepción.
   Pero me voy a permitir alguna reflexión respecto a la letra de marras.
Tiene que haber sido muy estúpido aquel que la vejez lo agarró distraído. Y si le aumentó la codicia es porque la tenía bajo la piel. Quiere decir que en grado menor siempre fue codicioso. Y de jovato le aumento. ¡Pobre tipo!
Que la vejez es la "grave ceremonia de clausura de la juventud" no es ninguna novedad. Eso se sabe desde siempre y por eso es imprescindible vivir los años jóvenes con total intensidad. Por fortuna yo lo hice y no extraño para nada mis épocas juveniles. ¡Quien me quita lo bailado!
   Es cierto que las fuerzas disminuyen. Pero mis manos aún conservan la fuerza para plantar mis plantas, trabajar alguna madera, pintar una pared, juguetear con mis nietos y acariciar a la mujer que amo. Claro que para esto último no es necesario tener demasiada fuerza. Y es muy placentero.
Por suerte no tengo catarro.Y en cuanto a la impotencia... bueno... Chaplín fue padre a los
80. Y en estos días, gracias, mil gracias a Dios y al inventor del viagra, muchos ancianos de mi edad no tienen que ser convencidos por el médico que “es preferible no pensar en fantasías”.
Por lo que a mi respecta confieso que muchas noches brindo por los amores perdidos, por los que aun conservo y por los que todavía me esperan.
Si uso alguna bufanda elijo entre ellas las de colores que me agradan y que pudieron ser tejidas por alguien de mis profundos afectos: una hermana o alguna persona para mi muy importante. No uso zapatillas de paño. Y si un dolor reumático aparece, así como llega se va. Y si no se va hay que pelearlo.
Que la muerte es una puerta de salida de la cual no se vuelve...  ¡Gracias a Dios! ¡A quien se le ocurre empezar de nuevo!
   No es bueno pretender dar consejos, apartarse de la gente y creer que plantamos la última rosa. Siempre hay tiempo para plantar otra y debe haber ganas de marchar por las calles junto a las compañeras y compañeros.
Si. Tengo 80. Casi 81. Creo firmemente en la posibilidad de la realización del socialismo y por eso soy peronista hasta la médula. Tengo en mi cabeza cientos de proyectos y en mi corazón deseos enormes de realizarlos.
Me afeito y baño todos los días. Me encantan las camisas bien planchadas y las corbatas. Más ahora que los macristas no la usan.
No está bien ser un viejo llorón. Sabemos desde siempre que la vida comienza en un punto y termina en otro. Cuando llegamos, como yo, a una parada no muy lejana del final del viaje, más que siempre hay que tratar, siempre que la salud lo permita, de estar parado bien erguido frente a los seres queridos. Mirar a todas y todos a los ojos. No ser esclavo de los hijos ni sirviente de los nietos.
Y si ocupamos el banco de una plaza que sea para pararse sobre él: gritar viva Perón, viva la Patria y luchar por la Justicia Social , la Independencia Económica y la Soberanía Política.
Prefiero, ya que empezamos hablando del gran Alberto Cortez, otra de sus canciones: A partir de mañana empezare a vivir la mitad de mi vida... y a comer las mejores manzanas.
A vivir la vejez con dignidad y coraje. Porque aún siendo viejos hay mucho para dar y muchísimo para disfrutar.
   (*) Ex director del Museo Municipal de Lanús