Todos lo recuerdan al “sargento García”, cuando haciendo gala de una agilidad insospechada -por su robustez- corría y atrapaba implacablemente a pungas, arrebatadores y chorros de armas llevar en Plaza Belgrano.
Pero el hoy capitán Marcelo García, quien en julio de 2017 fue embestido y arrollado por un chorro al que perseguía, literalmente quiere “tirar la toalla”, no tiene ganas de vivir y así se lo confesó a La Defensa. El, que recibió medallas y diplomas por su trayectoria ejemplar en la policía bonaerense (foto), hoy en su casa de Lanús oeste y con la sola compañía de su hija Marisol, se siente olvidado por el estado y hasta por sus propios camaradas. Escuchemos la crudeza de sus palabras:
“Estoy totalmente abandonado la ART me dejó hace un mes. Ya nadie se acuerda de mí. Ya ni los jefes se acuerdan de mí y en la zona comercial tampoco tienen memoria. El único que se acuerda de mí y me apoya y me ayuda mucho es el jefe (Marcelo) Klinec. No fui ascendido y encima mi pierna -3 centímetros más corta- me quedó mal y apenas puedo caminar ayudado con un bastón. Estoy cobrando el sueldo neto, sin horas extras ni nada más y todavía no cobré ningún seguro ni me han pagado por haber sido herido (en cumplimiento del deber). A veces no me dan ganas de vivir por la vida que estoy llevando... “, se quiebra un policía que pagó cara su vocación de servicio.