viernes, 1 de marzo de 2019

Entre la ciencia y la utopía

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

  La Superliga es un torneo largo, partido al medio por un receso durante el cual la mayoría de los clubes compran y venden jugadores, algunos más, otros menos. Esa alternativa favorece claramente a las entidades ordenadas y con dinero, los que de acuerdo a la campaña realizada hasta el receso tienen la posibilidad de aumentar el presupuesto para reforzar los puntos flojos. Esas desigualdades llevan a pensar que si una temporada se interrumpe, y durante el receso se abren los libros de pases, el torneo largo no tiene razón de ser, ni lógica, ni espíritu deportivo.
  La vida de los equipos argentinos es corta, el que encuentra funcionamiento  y lo sostiene en el tiempo puede apuntar a clasificar a una Copa e incluso a pelear un título. Las rachas suelen ser cada vez más breves, a veces se pasa del ‘pum para arriba’ al buen juego en un puñado de partidos, como le pasó a Vélez el año pasado, como le acaba de pasar a Lanús con Zubeldía. A veces ocurre a la inversa, como le sucede a San Lorenzo, a Boca, a Central y a Godoy Cruz, equipos que perdieron su buen andar. Grandes y chicos, cada uno en su medida, saben que las campañas son exitosas cuando culminan con la venta de la mayor cantidad de futbolistas posibles en el momento en que la oportunidad se presenta, hayan o no sido campeones, los ciclos deben terminar con buenas ventas y superávit. Armar un gran equipo y dejar al club en la bancarrota es cosa de un pasado que no hay que repetir.
   Dos clubes naturalmente animadores de las últimas tres décadas, Vélez y Lanús, tuvieron que volver a mirar la tabla del descenso. Fueron saliendo adelante, haciendo lo que corresponde cuando no sobra el dinero,  tratando de promover jugadores propios en lugar de buscar refuerzos en el mercado. Esa es la mejor manera de competir contra los más ricos. Hay que tener orden, cantera, buena comunicación con los medios y también  con los socios, y saber apostar por quien lo valga, aunque haya que esperarlo. Así Lanús terminó de formar a Marcelino, Carrasco, Belmonte y Gastón Lodico. Hay que tener paciencia, y
tratar de explicar los pasos con claridad para que la afición también tenga paciencia.
   Cuando aparece una futbolista excepcional hay que protegerlo, como está haciendo Zubledía con De la Vega. No significa guardarlo, pero es correcto no mandarlo al muere. No darle la titularidad absoluta ni pedirle que sea la salvación, dejar que cotice sin rendir examen y en lo posible, sin exponerlo a los terrenos en mal estado o a los golpes arteros de rivales desesperados, es una buena manera de cuidarlo. Aunque a los hinchas no le guste, llevarlo de a poco es la mejor opción, porque cuanto más se lo expone es mayor el riesgo de tener que venderlo antes de poder disfrutarlo. Es sabido, en la Argentina el tiempo de los clubes que rechazan ofertas millonarias ha quedado definitivamente atrás.
   Por como venía la mano, haber sumado 15 de los últimos 18 puntos en juego fue un verdadero logro del Grana, no es habitual esa marca en el fútbol argentino. Con ganar los dos partidos que faltan jugar de local y sumar lo más que se pueda en las tres visitas, Lanús obtendrá un aire fundamental para la tabla de abajo, algo que hace dos meses era improbable. Sumar la mayor cantidad de puntos sería el objetivo de mínima de cara a las cinco fechas que faltan. Pero también hay un objetivo de máxima, más cerca de la utopía que de la ciencia, más cerca del sueño que de la realidad: volver al plano internacional.
   En busca de un lugar en la Copa Sudamericana 2019, River y Vélez vienen ganando y suman 33 puntos, 6 más que Lanús. Sólo una catástrofe los puede sacar. Huracán le lleva al Grana 5 puntos, aunque no está pasando por un buen momento: de los últimos 12 puntos en juego sumó apenas 2. Tiene tres partidos de local y dos visitas, y el domingo viaja a Paraná, donde Patronato necesita ganar para salir de la zona de descenso. Si llega a perder, tendrá dos seguidos de local: San Martín de Tucumán, que necesita ganar para quedarse en Primera, y Estudiantes, que viene en caída y acaba de quedarse sin técnico. Lo más probable es que el Globo en su cancha sume los seis o al menos cuatro puntos, pero si no los suma se le complica la clasificación: en las dos últimas fechas visitará a Newell’s y cierra de local con Atlético de Tucumán, uno de los mejores equipos de la Superliga, dos partidos muy complicados.  
   Unión tiene 30 puntos, Independiente y Aldosivi 29, con 27 están Lanús, Talleres y Banfield. El Grana tiene que apuntarle a Unión, otro de los mejores del torneo, que no la tiene sencilla: recibe a Boca, visita al entonado Tigre, recibe a Lanús, visita a Defensa y Justicia y cierra con Estudiantes en Santa Fe. Para llegar al partido con Unión con chances de obtener un lugar en la Copa, el equipo de Zubeldía tendrá que vencer a San Martín en Tucumán, y luego al San Martín puntano en Cabrero y Guidi. Si logra ganar esos 6 puntos, algo difícil pero no imposible, con sumar 4 o 5 unidades de las 9 que le quedará por jugar, e incluso tal vez con menos, Lanús puede clasificar a la Copa Sudamericana. Fácil no va a ser. Por ahora, debe ganar el sábado en Tucumán y seguir soñando.