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domingo, 17 de marzo de 2019

¿Candidatos o no? ¿Qué esperan para decidirse?

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com

En periodismo, particularmente en lo que se refiere a la actualidad política, jugar a las adivinanzas puede ser entretenido para quien lo practique, pero no significa ningún aporte positivo a la correcta información que desde los medios debe brindarse a la ciudadanía.
Tampoco ayuda a mejorar la calidad de la política, por cierto bastante deteriorada en nuestro país, las falsas noticias que con total descaro abundan en las páginas de grandes diarios, canales de televisión y radios. Y ni que hablar - con las excepciones del caso- de lo que con pretensiones de “operaciones políticas” se publica frecuentemente en las ediciones gráficas o digitales de los sencillos, artesanales y bastante limitados dispositivos informativos locales. No es extraño ver, especialmente en tiempos electorales, informaciones que sin citar fuentes comprobables ni contar con fundamentos serios, fabulan sobre pactos, arreglos, peleas, reconciliaciones y alianzas de ficción abonando con basura perniciosa el territorio de la politiquería.
Es de tal gravedad e incertidumbre el momento en que vivimos los argentinos, que cada quien debería sumar seriedad y objetividad en lo que dice y en lo que hace. Principalmente quienes tenemos el privilegio de llegar con nuestra palabra a un número determinado de personas que nos escuchan y nos leen. En atención a este pensamiento es que, para el análisis político, sin fantasear, preferirnos examinar pormenorizadamente los sucesos reales y de la misma manera el rol de protagonistas que, por su trayectoria o pertenencia a determinada parcialidad, puedan influir mucho, medianamente o  poco,  en los acontecimientos actuales.
Hoy, en el desordenado escenario de la política argentina hay más incertidumbres que certezas. El oficialismo amarillo, más allá de sus sacudones internos es lo que, según sus modos y costumbres, aparece como más coherente. Tiene liderazgos firmes (Larreta, Vidal, Jorge Macri) sometidos a una jefatura superior que ejerce Mauricio Macri. De ahí para abajo, la tropa propia no presenta fisuras. La rebelión en la granja radical no significa para el
P.R.O. más que alguna náusea pasajera. Los accionistas menores no son una preocupación para quienes, acostumbrados a manejarse discrecionalmente en el mundo empresario, tratan con desprecio a la servidumbre. Horacio Quiroga, tercero lejos con la marca de Cambiemos en la reciente elección de la provincia de Neuquén, sintió sobre su propio cuero el rigor de los azotes del patrón. No pocos de los votos macristas que suponía serían para su haber, fugaron hacia el candidato del Movimiento Popular Neuquino, Omar Gutierrez, ganador sobre Ramón Rioseco, de Unidad Ciudadana-Frente Neuquino, quien obtuvo el premio consuelo del segundo lugar a casi 15 puntos del primero.
El resultado de la elección de Neuquén, en la que el voto electrónico dejó una sombra de dudas bastante espesa, fue la crónica de una muerte anunciada, superadora de las elucubraciones de mentes afiebradas que, exageradamente, pronosticaban resultados favorables al peronismo kirchnerista sin conocer la realidad neuquina ni la historia del MPN, probablemente una de las organizaciones políticas más sólidas, organizadas y coherentes (a su manera) de la política nacional. Nacida en 1962, hegemonizó la política provincial siendo, como el agua, capaz de adaptarse al recipiente que la contiene. En momentos constitucionales o dictatoriales siempre absorbió las mieles del poder. En 1984, Raúl Alfonsín recibió su primer y sonoro cachetazo al perder por un voto en la Cámara de Senadores del Congreso Nacional, la aprobación  de la denominada “ley Mucci”. Aquel voto en contra que, de entrada, le propinó un fuerte golpe al alfonsinismo haciéndole perder el rumbo, fue de Elías Sapag, uno de los prohombres del MPN. Ahora, el macrismo, ni lerdo ni perezoso prefirió sobarle el lomo a Gutierrez, proponerle compartir ganancias y tirar a Quiroga como un limón exprimido con la marca de Cambiemos sobre la cáscara. Así paga el Diablo diría Perón. Y la derecha aprende de las lecciones del pasado.
También es verdad que, en medio de la confusión y de las indecisiones reinantes, en algunos sitios se producen hechos que pueden mover el tablero político de una manera que el oficialismo amarillo no esperaba. En Córdoba, la interna entre radicales que, como toda interna siempre deja heridos, podría facilitar el triunfo del actual gobernador Schiaretti quien, por su parte, parece querer unir el agua con el aceite juntándose con las huestes de Margarita Stolbizer, del socialismo y de un sector minoritario del radicalismo.
Donde existe el gataflorismo mayor es en el territorio de quienes pretenden disputar el torneo principal. Vayamos de a uno. Desde que Roberto Lavagna  apareció como probable candidato, especulaciones, murmullos y amagues hubo a montones. Lo cierto es que llegamos a mediados de marzo y don Roberto sigue deshojando la margarita. No nos parece acertado pretender que todo el mundo se encolumne detrás de su figura y que todos aquellos con deseos de participar se vayan a baraja. El caso de Lavagna da para pensar. Si en momentos en que desde el PJ se procura alcanzar una unidad amplia y participativa se planta una fuerza que dividirá los votos, con toda seguridad el beneficiario será el macrismo. El ex ministro de Kirchner merece todo respeto. Pero sería muy importante que se sume y compita con los demás reforzando el frente opositor antes de lanzarse a una aventura que sólo facilitará el camino a la reelección de Macri.
La indecisión de Cristina de ser o no ser candidata sirve para los fervores, suposiciones y chimenterío de panelistas de TV. Pero concretamente paraliza la acción del Justicialismo en su tarea de agrupamiento de expresiones políticas y sociales opositoras en un frente común. El tiempo pasa y quedarse sin tiempo es quedarse sin aire en la recta final hacia octubre. Siempre recordamos el manejo de los tiempos de Perón. Claro...sin perder de vista que el General era el General..
El reciente lanzamiento de Daniel Scioli a la carrera presidencial trae otro ingrediente interesante. No hay que olvidar que en el 2015 recogió, al final, la mitad de los sufragios, que su lealtad hacia Cristina y a las decisiones de la mayoría del peronismo fue y es indiscutible, y que muchos de sus dichos en aquella campaña puede exhibirlos hoy sin arrepentimientos porque anticiparon acertadamente lo que sería la tragedia macrista. No son pocos los que recuerdan y valoran sus palabras en la actualidad. Sería bueno medir fuerzas en las PASO y que hablen las urnas.
Es tiempo de definiciones. Falta poco para octubre y estos meses habrá que aprovecharlos en construir la herramienta que pueda derrotar al macrismo. También, con la movilización popular y por los medios que sean necesarios , este lapso debe caracterizarse por la profundización de acciones que impidan se haga más daño a nuestro pueblo. Y en eso, los trabajadores organizados y las organizaciones sociales tiene mucho para hacer.
    (*) De Iniciativa Socialista