por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comBien lo logrado por el justicialismo y sus aliados en las provincias de Santa Fe y Entre Ríos al conformar, en ambas provincias, frentes electorales entre diferentes fuerzas políticas. También nos alegra, aunque no exista entre ellos notables diferencias, que en la interna amarilla de La Pampa el candidato del macrismo haya sido derrotado por un radical. Nos satisface el cachetazo recibido por uno de los ahijados de Macri, pero eso no significa que consideremos bueno a su oponente ni que pensemos que el resultado de esa interna tiene una significación extraordinaria. Allá lo que importa realmente es que el peronismo y sus diferentes variantes, unidos, ganen la gobernación pampeana. Es bueno no dejarse llevar por entusiasmos frente a episodios que, en definitiva, son menores. Un personaje del PRO y otro del radicalismo son lo mismo al ser compinches en la tarea de destrucción de la Argentina que vienen compartiendo desde 2015. En aquella provincia mediterránea un dato a tener en cuenta es el triunfo en la interna que obtuvo el kirchnerista Luciano Di Nápoli en lucha pareja con el peronismo tradicional santarroseño. Di Nápoli hizo posible una victoria de La Cámpora lo que significa un poroto a favor de Cristina Fernández y trae la esperanza de recuperar para el peronismo la ciudad de Santa Rosa, capital de la provincia. En La Pampa se ha dado un pasito positivo. Pero minúsculo respecto a las necesidades que tenemos como pueblo de recuperar el gobierno nacional. Tengamos en cuenta que en aquella provincia de aproximadamente 354.000 habitantes están habilitadas para votar más o menos 283.000 personas. De esa cantidad, efectivamente, votará cerca del 75 u 80 por ciento, lo cual significa que para la elección presidencial, con suerte, podremos recibir unos cien mil votos. Ayuda. Pero apenas mueve la aguja en la cuenta final. Que no nos pase lo que nos ocurrió en otras oportunidades en que creímos ser dueños de todo y nos birlaron el poder. Electoralmente, para tomar un solo ejemplo, Lanús es más importante que La Pampa. Esto el oficialismo lo tiene claro, y que el radicalismo sumiso, sacando pecho, quiera obtener
rédito por aquella victoria primaria local, al macrismo lo tiene sin cuidado. En la Alianza Cambiemos los confites lo reparte el P.R.O, el jefe es Macri y los radicales desde 2015 hasta la fecha sólo han fungido como sirvientes de los conservadores. Esta dirigencia desprestigiada no podrá despojarse jamás de la mochila cargada de traición a los principios del radicalismo.
En San Juan, Chubut y Neuquén también se ha logrado un nivel de unidad interesante teniendo como eje al peronismo. En el transcurso de este año eminentemente electoral, de acuerdo a cómo se vayan dando los resultados en cada provincia, con las principales candidaturas definidas y teniendo a mano encuestas más o menos confiables, se irá aclarando el panorama respecto a lo que puede ocurrir en el mes de octubre cuando se realice la elección para presidente de la Nación.
Hoy es impredecible que acontecerá en la elección principal. Lo que sí parece estar definido es que la competencia, en su fase inicial, se realizará con tres o cuatro fuerzas numéricamente significativas más otras expresiones que pueden cosechar un porcentaje menor de votos, valiosos si una parte de ellos se pueden sumar en la pelea de fondo contra el desastre neoliberal. La izquierda, particularmente El Frente de Izquierda y de los Trabajadores (F.I.T) con rostros jóvenes que aportan claridad al territorio de las ideas y frescura a la política, viene creciendo despacio pero sostenidamente. Para esta oportunidad hay indicadores que señalan la posibilidad de una sorpresa favorable a ellos en distritos importantes. No está mal una presencia antiimperialista en la escena nacional y sería muy bueno que en una posible segunda vuelta ese sector sume sus votos a favor de quien se oponga al macrismo. Cada quien verá si está dispuesto a colocarse en el lugar correcto de la historia o ser cómplice de quienes tienen por objetivo convertirnos en una colonia miserable.
Los peronistas afiliados al Partido Justicialista hoy más que siempre debemos respaldar incondicionalmente a las conducciones partidarias nacional provinciales y locales, plantear adentro lo que consideremos conveniente sin prestarnos a aventuras que perjudiquen los niveles de unidad que se van alcanzando y encolumnarnos detrás de las candidaturas que finalmente se resuelvan por consenso o mediante las elecciones Primarias, Abiertas Simultáneas y Obligatorias (P.A.S.O) allí donde se realicen.
Muy buena la gestión de don José Luis Gioja al frente el PJ nacional, la de Fernando Gray en la provincia de Buenos Aires y la de los compañeros que integran el Consejo del Partido Justicialista de Lanús.
Respecto a las candidaturas principales este cronista confiesa que siempre deseó que las mismas se instalaran con anticipación y propuso que ello se concretara, por todos los medios a su alcance. No ocurrió según sus anhelos. Tal vez, la demora en plantarlas en el escenario nacional resulte beneficiosa. Los tiempos políticos tienen sus particularidades y en un breve lapso puede darse hasta lo inimaginable. Juan Perón en octubre de 1945 estaba preso. Cuatro meses después, el 24 de febrero de 1946, hace 73 años, le ganó las elecciones a la oligarquía, su alcahuetes y al imperialismo norteamericano, cuyo embajador Spruille Braden fue el jefe de campaña de la nefasta Unión Democrática. Desde la incertidubre es saludable tomar las cosas con calma, acompañar las luchas de los gremios y de los movimientos sociales, proceder con inteligencia, intensificar la militancia sin egoísmos, bregar por la unidad del campo popular y trabajar por un frente patriótico sin exclusiones en el cual funcione como eje el peronismo unido. Quizá, octubre pueda ser el el final del macrismo y punto de partida para la recuperación de la Patria.
(*) De Iniciativa Socialista