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domingo, 6 de enero de 2019

Trabajo de pintor

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com

La vida tiene estas cosas. Hace apenas unos días atrás viví una experiencia inolvidable: me tocaba conducir en soledad el último programa del año de Corazón Granate por AM 1160, y había programado dos visitas: la de Billy de Bernardis, el socio de Lanús que construyó la maqueta de La Fortaleza con palitos de helado, obra terminada a fines de septiembre de 2018 que reflejaron los medios nacionales e internacionales, quien poco después nos visitó para hablar de su primer prodigio. Tres meses después, el martes 19 de diciembre, Billy nos volvía visitar a la hora de inicio del envío para hablarnos de su segunda maqueta, la que estaba a punto de terminar: la cancha vieja de Lanús, la de los tablones de madera, la de las torres de luz sin luz, la de los años ochenta.
   Un poco más tarde llegaría José Luis Lodico, el gran futbolista granate de los años 70/80, quién cinco años antes de ser el capitán del equipo que ascendió de la C a la B en 1981, la primera conquista después de la caída, había capitaneado el elenco campeón de Primera B de 1976, el último título antes de la debacle, un inolvidable 19 de diciembre en un Gasómetro a reventar, Lanús volvía a Primera después de varias finales perdidas. Se cumplían 42 años de aquella conquista, y el máximo ícono del Lanús de aquellos años difíciles, un crack admirado y respetado por compañeros y adversarios por igual, genio y figura de los tiempos en que la cancha era idéntica a la maqueta que está a punto de exhibir
Billy, sería la otra visita al último programa del año 2018.
   Billy trabaja como encargado de edificio y cumple a rajatabla sus horarios. Somos amigos desde hace varios años, aunque nos conocemos de vista desde siempre, porque uno no olvida las caras de los que estuvieron junto a Lanús durante aquellos años difíciles, tratando en vano de volver a primera, hasta que llegó la consagración en cancha de Quilmes, descenso y ascenso de la mano de Miguel Ángel Ruso, consolidación definitiva en Primera con el Negro Enrique, Villagrán y la Urraca como figuras, y una historia que empezaba a cambiar para siempre. Formábamos parte de esa enorme muchachada, y aunque los años han pasado y muchos ya no están, nos hermana el reconocernos como hinchas de fierro del Grana por sobre todas las demás cosas. Billy es el hermano menor de Calandria, y ambos son nombres queridos y respetados de la popular Granate, partícipes destacados de muchas de las aventuras que suelen recordarse en las noches de fiesta en los barrios de Lanús Este, Villa Obrera y Monte Chingolo. Lo invité para hablar de ésta cancha vieja alucinante que ya vi terminada, un monumento a la perfección y también a la nostalgia. Para un viejo hincha granate de los tiempos del blanco y negro, ver la maqueta ochentosa, la de las torres de luz sin luz, la de la platea de mujeres, la del túnel y el mástil, es como volver a ver la casa de la infancia, la misma que hace años y con sus propios ojos vio demoler para levantar una mejor y más moderna.
   Mientras hablaba con Billy llegó José Luis. Con su figura impecable, visible el entusiasmo en la mirada, feliz por el trabajo que está llevando a cabo en el fútbol infantil de Lanús desde hace algunos años, desde donde transmite su sabiduría y su experiencia a los futbolistas más chiquitos del club, los muchos y muy competitivos elencos infantiles que vimos dar la vuelta olímpica en el entretiempo de los últimos partidos del primer equipo. Supe de sus padecimientos económicos en tiempos en que era un jugador afamado, requerido por los dos clubes más grandes de la Argentina, y también fui testigo presencial en las tribunas de sus dos títulos obtenidos. Cuando le tocó la mala, fui testigo de su trabajo de pintor de brocha gorda, y después de su larga formación como pintor artístico, pude observar varias de sus obras exhibidas en el Museo Histórico de Lanús. Pino Lodico fue un futbolista elegante y talentoso, un genial armador de juego ofensivo con una trayectoria única, emotiva y cambiante, una extraordinaria historia del fútbol de otros tiempos. Llegó a la radio durante la tanda larga y con tiempo para saludarnos. El abrazo entre el crack y el hincha del tablón, con el periodista partidario mirando sorprendido, una pincelada del momento que vive el club: empachados de gloria por un lado, preocupados por el rearmado por el otro, nos sobran temas para charlar.
   Durante el buen tramo de programa que compartimos los tres, consultado al respecto, Billy contó que estudió dibujo. Sonriente y humilde, hizo un silencio y lo miró a Pino, dubitativo. “Estudiamos dibujo juntos varios años”, dijo Lodico, el hombre que más veces pintó el escudo de Lanús, nacido tan bueno para el fútbol como para pintar. “A mí lo primero que me encantó de chico fue el escudo, y como no me salía como debe ser, decidí ir a aprender a dibujar. El dibujo me empezó a gustar después que pude hacer bien el escudo” acotó orgulloso el arquitecto de las dos versiones temporales del “Néstor Díaz Pérez”. Recién ahí comprendí lo sincero y lo afectuoso de aquel saludo inicial entre ambos, un gran jugador y un hincha muy conocido, los dos bien granates, verdaderos artistas que en aquella última emisión del año 2018 del programa hablaron durante varios minutos de fútbol de ayer y hoy, y con el mismo entusiasmo, también de artes plásticas y de pintura.
  Se comenta en el espacio exterior que el escudo de Lanús empieza a ser considerado el más hermoso del planeta. Así dicen. El escudo de Lanús -“o melhor do mundo” según un afamado catedrático carioca que pidió reserva- tiene energía propia, y además viene con trampa: es casi imposible dibujarlo bien. Tipos como Lodico y como Billy, uno estrella del fútbol, el otro hincha del tablón desde la cuna, han dedicado su vida a dibujarlo como su originalidad merece. Tanto el color granate como el escudo es obra, según se dice, de Carlos Pointis, uno de los socios fundadores más destacados, arquitecto distinguido y talentoso, que probablemente haya sido masón. Al hacer el escudo puso el escollo: ¿qué pibe va hacerse hincha de un club cuyo distintivo no puede dibujar? Y así resultó. “Para ser hincha de Lanús no alcanza con tener talento y pertenencia -dicen que dijo Don Carlos Pointis cuando presentó su creación- también hace falta estudiar dibujo”.