por Aurelio Nicolella*
Mientras los radicales del llano vemos la inacción de los dirigentes y de los que ocupan la dirección del partido en el distrito, cómo día a día se fragmenta y agonizan los ideales radicales cuando nuestro concejales alzan las manos en el concejo a todo proyecto del ejecutivo, cuando no existe la sensibilidad de escribir cuatros renglones contra la situación exasperante que vivimos los lanusenses a diario, cuando vemos que el partido perdió la autonomía como tal y depende de lo que se diga en el despacho del intendente o del vicegobernador bajando línea de cómo se debe actuar, parecieran no entender nuestros queridos dirigentes que la UCR no es un partido verticalista, es un partido que se formó y debe mantener en alto el disenso y el intercambio libre de pensamiento, aquello de “comité de puertas abiertas”.Todo ello no hace más que hacer pensar a los miles de radicales que lo único que queda es un sabor amargo con mucha bronca.
Eludiendo una interna partidaria -como hicieron entre gallos y medianoche nuestros “popes”- que hubiera enriquecido al partido a nivel local, que hubiera incorporado nuevos actores a la conducción tanto para bien del partido como para respetar la voluntad popular de los afiliados, pero esa alternativa se viene desde hace tiempo negando. ¿Por temor? Quizás.
Todavía nos acordamos muchos radicales aquello de que: “Un acuerdo es mejor porque a veces una interna no sirve dentro del radicalismo. Lo mejor es tener una unidad partidaria para que nadie se ofenda y se vaya del partido porque eso suele suceder”, como solía decir el concejal Lucas Folino. Nos gustaría que explicara a qué se refería con aquello de acuerdo, y con qué fin, para llegar a como estamos hoy.
O escuchar decir al nuevo presidente del partido de distrito BecharaArcuri decir: “La difícil situación del país, motiva la unidad de la UCR de Lanús”. Pero a la fecha no he visto ningún
documento público partidario hablando de la situación difícil, ya no del país, sino del distrito en cuanto a la seguridad, lo económico y lo social. En síntesis no vimos acción, escuchamos silencio y eso es complicidad, que es lo que los vecinos radicales de Lanús no quieren de un partido que siempre se caracterizó de alzar la voz ante las injusticias. Tampoco nadie cree en el radicalismo que, como afirmara Nicolás Teodosiu: “Si íbamos a una interna, eso iba a generar rispideces y el partido iba a quedar debilitado de cara al futuro”, y uno pregunta -cuando está hoy a pocos meses de iniciar la campaña electoral del 2019-: ¿Cómo está el partido hoy? ¿Solamente debilitado?
Es que desde que el radicalismo “cogobierna” Lanús (¿cogobierna?), hemos visto las mesas directivas tanto de Jorge Nicolás Teodosiu, Néstor Fuentes y ahora de Leandro BecharaArcuri, amordazadas, timoratas de expresarse libremente, faltando a nuestra Carta Orgánica Partidaria en donde el disenso dentro de lo republicano es el principio del partido, privilegiando el bien común al personal. En las actitudes pareciera todo al revés, que se busca sólo “el sello de goma”, como sortija en la calesita; sería bueno que nuestros dirigentes volvieran a las fuentes. La Convención de Guleguaychú de 2015 no nos ata al suicidio, no debemos lealtad a una alianza que nos aparta del bien común.
(*) Abogado, afiliado radical