por Alejandro Chitrángulo
Habitualmente desarrollo notas en las que las comprobaciones de los hechos descriptos están basadas en estudios estadísticos, científicos de laboratorio -físicos o químicos- o cuantitativos y cualitativos. En esta nota quiero comentar sobre una de las principales leyes del Universo es “la ley del dar y del recibir”. Esta ley, no tiene una comprobación de laboratorio pero tiene principio en todos los elemento que componen el Universo, se refleja también en nosotros, nuestro cuerpo, nuestra mente y el universo mantienen un constante y dinámico intercambio, frenar la circulación de la energía es como frenar el flujo sanguíneo.
Según los postulados espirituales de esta ley el dar crea el recibir y el recibir crea el dar, dar y recibir son dos aspectos del fluir de la energía del Universo. Lo que desees para vos, es lo que debés aprender a dar. Si deseas amor, aprendé a dar amor, si lo que deseas es riqueza, ayudá a otros a conseguirla.
Al dar y al recibir, lo más importante es la intención. La intención debe ser siempre crear felicidad para quien da y para quien recibe, la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia. La retribución es directamente proporcional a lo que se da, cuando el acto es incondicional y sale del corazón. Si al dar
sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos y nos duele, no hay energía detrás de nuestro acto de dar, porque la felicidad sostiene y sustenta la vida y, por tanto, genera abundancia.
Cómo empezar
Para comenzar a ejercitar esta maravillosa ley, e iniciar este proceso de circulación de abundancia, debemos tomar la decisión de que cada vez que entremos en contacto con una persona, le daremos algo. No es necesario que sean cosas materiales. Podría ser, un abrazo, un cumplido, una mirada amorosa. En realidad las formas más poderosas de dar, no son materiales. Prestar atención, dar afecto, aprecio y amor, son algunos de los bienes más preciados que se pueden dar, y no cuestan nada. Cuando nos encontremos con alguien, enviémosle en silencio un buen deseo por su felicidad, alegría y bienestar, esta forma de generosidad silenciosa es muy poderosa.
Mientras estemos dando, estaremos recibiendo. Cuanto más demos, más confianza tendremos en los efectos milagrosos de esta ley, y a medida que recibamos más, también aumentará nuestra capacidad para dar. Nuestra verdadera naturaleza es de prosperidad y abundancia. Si deseamos recibir el beneficio de todas las cosas buenas de la vida, aprendamos a desearlas en silencio a todo el mundo.
Deepak Chopra nos habla de esta ley universal y expone un fragmento de algún texto de Rabindranath Tagore. Pero, para aquellos que están más familiarizados con los textos cristianos, seguramente les suenan mas familiares frases como:
· “Trata a los demás como deseas que te traten a ti”.
· “El Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra; duerma o se levante, de noche o de día, el grano brota y crece, sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma; primero hierba, luego espiga, después trigo abundante en la espiga”.
La sabiduría antigua, sea del corte religioso que sea, independientemente de la cultura de la que provenga, está llena de menciones que nos llevan irremediablemente a esta ley. ”Todo lo que se va debe volver”. Sin embargo, si recordamos el primer post de esta serie estamos hablando del éxito espiritual y no del material. Por tanto, no estoy hablando de dar cosas materiales para obtener mayor riqueza.
El secreto esta en practicar la ley para activarla así que para aquellos que no tengan mucho hábito, puede probar utilizar la sonrisa y verán el poder que tiene este simple gesto. Si desde la mañana tratamos al otro de manera más amable, incluso desde simplemente nuestro lenguaje corporal, veremos lo que recibimos.
Cuando activamos la ley podremos notar la magia de recibir aquello que no esperamos y que es inmensamente más poderosa que aquello en lo que se empeña el ego. Ahora bien, pero para que eso suceda primero hay que trabajar para reorientar los pensamientos hacia lo espiritual porque, aquello que normalmente nos trae la vida, no viene con el traje que estamos acostumbrados a identificar.
Por eso para iniciarse en el camino les dejo una frase que lo sintetiza todo:
“Todo lo que no se da se pierde”, Teresa de Calcuta.