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lunes, 15 de octubre de 2018

El Vaticano quiere gobernar Argentina

por Lisandro Martínez*

La Iglesia Católica amparándose en la barbarie representada por el fascista Bolsonaro, pretende orientar al PJ y a los K lavándoles la cara y aprovechando para lavarse la propia, presentando todo el bloque patronal como una versión menos chorra que los macristas o los que se entronizarían en Brasil, con los Evangelistas en el poder.
   La ausencia de alternativas revolucionarias derivó en gobiernos populistas que terminaron fracasando en el poder convirtiendo a esos gobiernos en un verdadero padecimiento popular que solo encontró a mano la alternativa de marginales derechistas para deshacerse del pandemónium de los Nac&Pop en Argentina, Guatemala, Nicaragua, Brasil, Venezuela, etc. Todas estas versiones truchas de gobernantes “del pueblo” ocultaron a pandillas enriquecidas a dos manos que empedraron el camino para el retorno derechista, que propone volver a la biblia, imponiendo a grupos parapoliciales que ajustan cuentas con los delincuentes que actúan independiente del Estado. La iniciativa es poner a todos bajo una jefatura y subordinar todo el delito a las decisiones del estado capitalista en franca descomposición (Ver Lanús).
   Ya se cumplieron 45 años de que un gobierno de centro izquierda del PS chileno frente a la acción golpista de los monopolios en lugar de movilizar al pueblo, llamó a la conciliación de clases, nombró a Pinochet como Jefe del Ejército y se paseó el mismísimo presidente por el Cordón Industrial donde los obreros se habían armado, convocando a la clase obrera a abandonar la ocupación de las fábricas y a desarmarse. La catástrofe social puesta en marcha por “el Chicho” Allende adquirió proporciones de tragedia que terminaron
devorándose al propio aprendiz de brujo y determinaron varias décadas de brutalización a la clase obrera chilena, ¡Ah...  y todo eso fue bendecido por Fidel quien señaló que al socialismo tambien se llega por elecciones!
Venezuela con el truchisimo Socialismo siglo XXI, no se encaminó al gobierno obrero y en cambio convivió con el imperialismo creyendo que las vertientes petroleras respaldaban cualquier estropicio hasta el que señalaba que Chávez muerto se convirtió en un pajarito que le dictaba a Maduro como conducirse. Desastre y un país puesto en el rotiser dando vueltas hasta que los monopolios consideren que es el momento justo de devorárselo.
Más aca está la experiencia K dándole oxígeno permanente al saqueo de Macri en CABA, mientras ambas fuerzas estaban comprometidas con incendios producidos en conventillos de la Boca para expulsar pobres e ir a la especulación inmobiliaria. Luego está el incendio de Iron Moutaint en Barracas al inicio de 2015 donde una simple investigación de la responsabilidad del gobierno de CABA hubiera sacado de la campaña electoral a Macri. Con esa doble vara el kirchnerismo legalizaba la ilegalidad de Mauricio y garantizaba su propio saqueo. Un % de los votantes K se pudrió y se pasó con armas a una derecha incapaz de decir buen dia sin equivocarse y sin haber finalizado la primaria. Hoy a 36 meses de su derrota los K señalan responsable al FIT por no apoyar al maleante Scioli ni a su compinche Macri, quienes tenían el mismo paquete de ajuste dictado por el FMI.
En la década del 1930, para quienes quieran revisar el fenómeno de como la política del izquierdismo trucho y el estalinismo facilitan el camino al golpe derechista, se produjo la experiencia del gobierno del Frente Popular en España 1936 alentado por Stalin, el anarquismo y otros sectores que se dispusieron a no sacar los pies del plato dando paso a más de 40 años de franquismo.
Luego la responsabilidad del estalinismo que en Alemania permitió el ascenso de Hitler, manteniendo durante años un acuerdo con los camisas negras frente a la social democracia a la que consideraron más peligrosa que a los nazis.
El ascenso de Bolsonaro salido de la cueva de torturadores, como los militares que derrocaron junto a la embajada yanqui mediante un golpe de estado a Dilma, prosperó porque el “izquierdista” PT se negó una y otra vez a movilizar a sus sindicatos. Hoy esa base que no protagonizo ninguna huelga general, ni ocupaciones de fábrica contra la vuelta de los dinosaurios está hecha trizas por la política de la “izquierda” que se persigna frente al parlamento y a la justicia burguesa, a la espera de que el verdugo pase a degüello las principales reivindicaciones y conquistas obreras.
La iglesia a pesar de su historia infame contra el pueblo argentino se apresta a gobernar y el Papa designó a Juan Grabois, un enemigo jurado de la interrupción voluntaria del embarazo de leyes que convaliden derechos femeninos y la libertad sexual. Este individuo mediante una serie de “escenificaciones” le gritó a la yuta defendiendo a un senegalés y fue detenido en medio de flashes. Esta pobre estrella es el portavoz del Partido de la Iglesia Argentina.
El dúo Bergoglio/Grabois va detrás de la idea de protestar con orden y articulando cristianismo y sociedad, mediando con “cuervos” especializados como impusieron con la izquierda, en la mesa de negociaciones del Astillero. Los clericales intentan desarmar toda lucha que potencialmente ponga en riesgo al régimen social de la explotación.
El dúo sacerdotal se propone actuar como bomberos frente a la carnicería social ofreciendo caridad a través de terceras marcas de bolsas de arroz, fideos, legumbres y alguna lata de ensalada de frutas. La salida aparece muy pobre ante la disyuntiva histórica planteada a los trabajadores de tomar el destino en sus manos frente a la catástrofe que le propone la patronal y las limosnas sin futuro de la iglesia.
El movimiento obrero argentino tiene una historia que avala una salida superadora. La clase obrera en este país no se constituyó por la proletarización de los “cabecitas negras” -como pretende el peronismo- sino por la inmigración de revolucionarios perseguidos.  Desde su origen la clase nativa asimiló la experiencia del proletario europeo y sus corrientes, socialistas y anarquista. En 1896 se constituyó un agrupamiento político propio de los trabajadores e independiente de la patronal, fundando el PSA que en su programa incluyó: Jurados elegidos por el pueblo. Separación de la iglesia del estado. Supresión de beneficios al clero y devolución al estado de los bienes cedidos a la iglesia. Supresión del ejército permanente y armamento general del pueblo. Revocabilidad de los representantes electos que no cumplan el mandato de sus electores.
   (*) Del Partido Obrero