por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comLa geografía política en nuestra dolorida Argentina es mutante. En muchas oportunidades, en pocos días, el cuadro de situación ha cambiado notablemente. En la actualidad también ha ocurrido. Pasaron como ráfaga las jornadas de magníficas mareas humanas que conquistaron en las calles su derecho a opinar respecto a si o no en el tema de la legalización del aborto. El lanzamiento de la candidatura presidencial del senador Miguel Ángel Pichetto, levantado con entusiasmo por la prensa amarilla como un acontecimiento fundacional, al pasar un breve lapso quedó, al menos por ahora, como un episodio menor. En la sesión de la semana pasada en la cual por falta de quórum en el Senado no pudo debatirse la autorización de la Cámara para allanar los domicilios de la senadora Cristina Fernández de Kirchner, no fue un dato menor que Pichetto haya quedado, casi en soledad, políticamente con las ruedas desinfladas. Qué más de la mitad de los senadores del bloque que preside decidiera no apoyar sus asentaderas en las bancas es una señal clarísima de debilitamiento de su autoridad, y no precisamente saludable para sus pretensiones de candidatearse. Frente a los gobernadores de provincias y ante vastos sectores de la opinión pública, quedó como quien recibe un formidable cachetazo por parte de sus pares. Tampoco faltó un centurión –Marcelo Puella- que en nombre del Frente Nacional de Agrupaciones
Peronistas solicitara al Consejo Nacional Justicialista la expulsión de por vida de Pichetto por conducta antipartidaria. No es fácil respirar con tranquilidad cuando uno decide nadar en aguas turbulentas.
Horas después de la frustrada sesión en el Senado, el Consejo Nacional del Partido Justicialista realizó su primera reunión luego de la fugaz y ridícula intervención al PJ ejercida por Luis Barrionuevo y dos cómplices menores –Julio Bárbaro y Carlos Campolongo- quienes a una edad avanzada, para la masa peronista, no merecen otra cosa que un lugar en el tercer círculo del infierno del Dante. Mientras los memoriosos estemos en pie se sabrá que haberse prestado a semejante indignidad, los descalifica para el resto de su existencia por más que tengan acceso a los programas basura de la televisión y de las radios. El documento final firmado por los presidentes de los consejos partidarios provinciales, la Mesa de Acción Política y el Consejo Nacional del Partido Justicialista con fuertes críticas al macrismo, llamando a la unidad del peronismo, condenando a sectores judiciales y mediáticos de “servir a estrategias geopolíticas dirigidas a proscribir y perseguir dirigentes políticos” y solidarizándose con Cristina Fernández, es sin dudas una muy positiva manifestación colectiva que abre el camino para acercar posiciones rumbo a la construcción de un frente patriótico para la recuperación de la Argentina. El Partido Justicialista, respondiendo inteligentemente al comportamiento tradicional del peronismo cuando la Patria está en peligro, devolvió con una caricia el sacudón recibido cuando en las elecciones últimas el “cristinismo” formó Unidad Ciudadana. Bienvenidos sean estos gestos que contribuyen a limar asperezas. Afortunadamente se va imponiendo el criterio respecto a que puede haber coincidencias o no en cuanto a candidaturas, y que esto tiene que resolverse en elecciones abiertas o cerradas. Pero en lo que no debe haber discrepancias es en la defensa irrestricta a compañeros perseguidos por algún juez grasiento u otros funcionarios judiciales sirvientes del amarillismo. En síntesis, La reunión del PJ y sus conclusiones constituyen buenas noticias que se suman a los muy buenos pasos dados por sindicalistas y otros sectores sociales al afirmar, en el escenario nacional, la agrupación denominada 21F, donde compartieron liderazgo Hugo Moyano del gremio de camioneros, con Hugo Yasky, titular de la CTA de los trabajadores y otros compañeros de organizaciones populares. La Multisectorial 21F nació al calor de la marcha del 21 de febrero de este año en la Avenida 9 de Julio, en un acto contra las políticas económicas del Gobierno. En aquella oportunidad, Camioneros contó con el apoyo de las dos CTA, la Corriente Federal y organizaciones sociales como la Corriente de Trabajadores de la Economía popular (CTEP) Corriente Clasista Combativa (CCC) y Barrios de Pie.
En nuestro Lanús, como en otros distritos del país, sería bueno ir produciendo encuentros entre los diferentes grupos militantes que generalmente se nuclean alrededor de referentes conocidos, para ir generando acciones de unidad que converjan hacia un gran encuentro nacional de todo el peronismo. Tenemos excelentes dirigentes y personalidades en el peronismo local (en otras partes ocurre lo mismo) que, si logramos se pongan de acuerdo, estaríamos en condiciones de plantar en nuestro distrito una expresión política sólida con capacidad de convocar y sumar a distintas corrientes políticas y sociales para un frente patriótico cuya construcción es imprescindible para salvar a la República.
Quienes conocemos profundamente nuestro distrito y el peronismo, sabemos que hay por lo menos veinte o treinta nombres que pueden jugar un rol de suma importancia en este tiempo histórico. Esos veinte o treinta nombres, si asumen la responsabilidad que nos impone la necesidad de reinstalar el peronismo en Lanús, tienen la posibilidad de encausar las cosas dentro y fuera de nuestra pertenencia partidaria. No son tantos. Pero tienen capacidad para convocar a muchos. Hay quienes con mayor o menor éxito han participado en elecciones internas o generales en puestos de relevancia. Haber estado desunidos posibilitó que el peronismo pierda Lanús. Ahora, frente a la tragedia nacional que significa el macrismo estos compañeros deberán comprender que ha llegado la hora de agrupar a los distintos regimientos para dar batalla al neoliberalismo con un ejército común, bien pertrechado.
En Lanús, y en otros lugares, las sedes del Partido Justicialista deben ser la casa de todos. Los locales donde funcionan las unidades básicas deben constituirse en la referencia barrial de resistencia al conservadurismo amarillo. Y las casas peronistas deben volver a disponer sus cocinas como en tiempos de las viejas y queridas cocinas peronistas de nuestra gloriosa resistencia.
Las diferencias entre peronistas no habrán de ser tan grandes como para mantener dividido a un Movimiento que, si sus conducciones y referentes principales se lo proponen, puede repetir sus momentos de gloria. Seguro.
(*) De Iniciativa Socialista