domingo, 12 de agosto de 2018

De Pichetto a Cristina en tiempos que vuelan

por Omar Dalponte*

omardalponte@gmail.com 

   Miguel Pichetto, veterano de la política y de las lides parlamentarias, supo aprovechar la cuestión de la legalización del aborto para ponerse en la cresta de la ola. En la sesión de la Cámara de Senadores realizada el día 8 de agosto en la cual se debatió respecto a este tema, como jefe de su bloque, en el discurso de cierre llegó a cautivar hasta quienes lo consideraban, horas antes, como la imagen rediviva de Judas. En otras latitudes, después de su calma y muy fundamentada exposición, no pocos de los que hasta ayer nomás lo consideraban el más sólido ariete de las tropas hostiles al “cristinismo”, hoy ven en él a la encarnación perfecta del anticristo. Dentro de la mediocridad de la política nuestra de cada día, algunas figuras que alcanzaron una formación aceptable y aprendieron la técnica de las “roscas” de tanto acodarse en los mostradores políticos, suelen destacarse y cada paso que dan no es producto de la casualidad ni de la improvisación. Pichetto es una de esas figuras. Nacido en Banfield en 1950 y recibido de abogado en 1976 en los inicios de la dictadura militar comandada por los militares Videla, Massera y Agosti, fungió como abogado laboralista en la provincia de Rio Negro hasta 1983. Desde entonces, en que fue electo concejal en la localidad de Sierra Grande, ha ocupado con notable habilidad diferentes cargos, entre ellos el de miembro del Consejo de la Magistratura de la Nación, hasta llegar a la senaduría. Probablemente, en este tiempo de decadencia argentina, y por aquello de que “en el mundo de los ciegos el tuerto es rey”, don Miguel Angel es, en el escenario de la política nacional, uno de los hombres mejor preparados. A su tiempo menemista, duhaldista, kirchnerista y en la actualidad opositor “racional” al macrismo, al llegar la ola verde de mujeres en lucha, su olfato lo habrá decidido a lanzarse como candidato a presidente de la Nación para el 2019, cosa que llevó a cabo el 9 de agosto en un teatro de la ciudad de La
Plata. Luego de su discurso, anunció frente a los periodistas su decisión de proponerse como pre candidato para las elecciones del año próximo y su voluntad de competir con otros aspirantes como Sergio Massa, Sergio Uñac, Juan Manuel Urtubey, Juan Schiaretti o Roberto Lavagna. Sabedor de que en el peronismo ningún referente importante desaparece sino hasta que la biología  determine su muerte definitiva, Pichetto dedicó algún momento en recordar al ex presidente Eduardo Duhalde a quien destacó “como un gran presidente que no se nombra”. Sabido es, a pesar de quienes creen que los hechos políticos son tal cual uno los desea y no como verdaderamente ocurren, que Duhalde, para las internas del peronismo, pudo conservar cierta influencia no del todo despreciable. Un dato de interés para tener en cuenta en la política lanusense lo proporcionó la presencia, en el acto de La Plata, del conocido  peronista José Luis Pallares, senador provincial y dirigente destacado del massismo. De avanzar los acuerdos entre los probables aliados de Miguel Pichetto, quedaría plantada en el escenario nacional una fuerza política con posibilidades de obtener una buena cosecha de votos en 2019 y, sin ninguna duda, en condiciones de afectar seriamente la actuación electoral del Partido Justicialista y de Unidad Ciudadana. Una división de esta magnitud facilitaría, con seguridad, la posibilidad de un nuevo triunfo del macrismo y la continuidad de los ajustes neoliberales.
De continuar la diáspora peronista y de producirse, a consecuencia de ella, la formación de dos bloques importantes  que además de disputar poder al macrismo tuvieren que competir entre ellos, el peronismo iniciaría un proceso de debilitamiento que tendría efectos devastadores en la fuerza nacida en 1945. Si esto llegara a producirse, en un tiempo histórico diferente  el peronismo atravesaría una situación similar a la sufrida a fines de 1956 y principios de 1957 por la Unión Cívica Radical cuando se partió en dos y nacieron, luego de la división, la Unión cívica Radical Intransigente y la Unión Cívica Radical del Pueblo. El radicalismo pudo recién recomponerse 27 años después, en 1983, con el liderazgo de Raúl Alfonsín. Más adelante, al decidir formar parte de la servidumbre amarilla, perdió nuevamente otra oportunidad histórica y difícilmente habrá de recuperar su peso como organización partidaria de la democracia. Las divisiones nunca son positivas en política.
Una noticia buena en estos últimos días fue la resolución de la Cámara Nacional Electoral  al dar fin a la intervención que pesaba sobre el partido Justicialista y restituir en su cargo a su presidente, don José Luis Gioja. Este capítulo de la historia del PJ deberá ser recordado como un episodio en que la jueza Romilda Servini de Cubría cometió un mayúsculo disparate jurídico mediante un fallo con argumentos realmente insólitos. También quedará en el recuerdo cómo  un hecho en el que un personaje funesto –José Luis Barrionuevo- y dos vulgares alcahuetes como Julio Bárbaro y Carlos Campolongo, quedaron sepultados en el ridículo y registrados para siempre en el libro de las “patéticas miserabilidades”. Ser Interventores del Partido de quienes ellos dicen ser sus compañeros, en el peronismo es imperdonable. Haberse prestado a ser funcionales al macrismo de manera tan abominable los remite al territorio de quienes merecen el repudio absoluto de todos los peronistas de verdad. El Partido Justicialista es un dispositivo político sumamente importante para el peronismo y su futuro. Si observamos la realidad tal como es, habremos de ver que el peronismo no es un movimiento con las características de otros tiempos. Carece de un liderazgo que unifique y conduzca al conjunto. Hoy lo componen una variedad de islas e islotes con clima, flora y fauna parecidas pero que no funcionan con un programa común ni tienen coincidencias plenas ni siquiera en el ámbito parlamentario. Bien la convocatoria de Pichetto. Bien también la programada este sábado último en la localidad de Ensenada donde se concentró buena parte del activo kirchnerista y en la cual tuvo una destacada participación la delegación lanusense. Se reúnen parcialidades y está muy bien. Pero la convocatoria para que esas parcialidades se unifiquen, aún no se percibe cercana.
En una “cumbre” en el SMATA efectuada cerca de la localidad de Cañuelas,  Cristina Fernández se reunió con delegados de ese gremio y con otros dirigentes sindicales importantes, entre ellos Hugo Moyano. Algunos asistentes, especialmente el Secretario general del gremio de Canillitas fueron  insistentes al preguntar a la ex presidente si se postularía como candidata para el 2019. No hubo por parte de Cristina ninguna respuesta categórica. Sí la promesa de recorrer el país y trabajar por un frente nacional, popular y democrático para enfrentar al macrismo. De concretarse esa promesa no marginando al PJ y al movimiento obrero, ayudaría mucho para salir de la desesperanza. Veremos.
Una de las cosas que no deja de llamar la atención de quienes siguen de cerca las alternativas peronistas, es la ausencia en escena de Florencio Randazzo. ¿El traspié electoral de las últimas elecciones habrá anulado su voluntad de participar? Difícil de imaginar cuando se trata de un hombre con fuerte vocación política.
Mientras tanto el tiempo transcurre velozmente, el macrismo nos sigue acogotando, la Argentina es cada día un país más invivible y las expresiones numéricamente más importantes de lo que se denomina oposición –hasta ahora- no pueden o no quieren hallar comunes denominadores para alcanzar un nivel de unidad y organización que le permitan ganar las próximas elecciones. De todas maneras hay que seguir machacando para superar la tragedia neoliberal. En esto no aflojaremos.
  (*) De Iniciativa Socialista