por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.comSi algo faltaba para sumar a la lista de provocaciones y agresiones del macrismo contra el pueblo, era la reaparición de Domingo Cavallo como su aquiescente interlocutor. Era de esperar, pues estos personajes son como forúnculos debajo de la piel de la república que nunca desaparecen del todo. La permanencia de estos sujetos en los primeros planos, o en la retaguardia de los sectores concentrados de la economía y de las altas finanzas, se debe a que son piezas claves que los monopolios utilizan, o no, según sean las circunstancias políticas. Siempre están a disposición en los momentos de avance de las clases privilegiadas sobre las mayorías populares y para llevar a cabo políticas orientadas al remate del país. Si entre los economistas hay dos figuras representativas de estos forúnculos, Domingo Cavallo, ex ministro de Economía, y Federico Sturzenegger, actual presidente del Banco Central, lo son en grado superlativo.
En la maraña infernal del teje y maneje de los temas económicos y financieros creada por el capitalismo para que, en definitiva, las clases dominantes puedan someter a las mayorías populares, abundan los especialistas en dinamitar toda posibilidad de bienestar en los países que, como el nuestro en este momento, han sido maniatados y colocados a disposición de la prepotencia imperialista en una situación de dependencia y sometimiento pocas veces registrada en nuestra historia.
No son únicamente los Cavallo y compañía los que al servicio de los monopolios contribuyen
a hundirnos en la miseria. Se pueden contar por centenas quienes han sido instruidos en las universidades imperiales y devueltos como agentes de destrucción de las repúblicas de Sudamérica, el Caribe y de otras partes del mundo. Y no sólo en lo que respecta a los especialistas en economía se ha creado una clase de profesionales que, lejos de defender los intereses nacionales, trabajan para convertir a sus países de origen en colonias de las potencias extranjeras. También se han preparado cerebros para operar en el sindicalismo, el empresariado, la cultura y la política. Muchos de nuestros burócratas sindicales, escritores, empresarios, artistas, gente de la sociología, del derecho y de otras disciplinas han pasado por los centros de “formación” de los Estados Unidos o de Inglaterra. El rol de la embajada norteamericana en nuestro país es más que conocido en lo que se refiere al ofrecimiento de posibilidades de "capacitación" disfrazado de planes de “cooperación e intercambio”. Claro que no es sencillo ingresar a esos “planes” seguramente ideados para núcleos selectos de futuros entreguistas.
Los sistemas de penetración, que no son nuevos, se han ido perfeccionando con el adelanto de los medios de comunicación y de las redes informáticas. Y con el correr del tiempo, después de mucha influencia comunicacional, sangre derramada en la Argentina y otros países hermanos por dictaduras militares, los poderes concentrados de la economía y de las finanzas locales, fuertemente ligados a los países hegemónicos, hallaron la manera de llegar a gobernar mediante elecciones constitucionales o embrollos políticos. Un ejemplo clarísimo es lo ocurrido en nuestro país. Así estamos aquí, casi a mediados de 2018, viviendo una situación de empobrecimiento progresivo de las capas medias de nuestra sociedad, de miseria indignante en los sectores populares, de inseguridad y angustia en los trabajadores, de endeudamiento y atraso de la Argentina, de pulverización de la industria en beneficio del negocio de la importación ilimitada, de la inmoral timba financiera mediante la cual los caranchos de siempre aumentan sus riquezas a costa del hambre de los pobres. Y lo preocupante es que ante semejante drama nacional no hay respuestas con la contundencia que la gravedad del momento reclama. El tiempo pasa, y cada hora que se pierde sin pelear por lo nuestro, sin aportar soluciones ni trazar rumbos para la acción política en defensa propia, va en detrimento del pueblo que sufre lo indecible cuando debe enfrentar las necesidades de cada día.
Lo que acontece en nuestro país no es por casualidad ni por incapacidad de quienes gobiernan. La gravísima situación que padecemos ha sido provocada con toda mala intención por gente que sabe bien lo que persigue y que tiene sobrada capacidad para llevar adelante un plan macabro cuyo objetivo es un país para muy pocos, con millones de seres marginados. En estos días catastróficos de principios de mayo, la fría y cruel táctica empleada es profundizar los ataques al pueblo hasta llegar a su agotamiento final. Después hallarán la forma de ofrecer algún alivio mediante enrevesados discursos de los “forúnculos” parlantes que, por desgracia, pueden volver a engatusar a no pocos argentinos. En buen romance es algo así como moler a palos, romperle los huesos a todo el mundo y luego ofrecer el mejor servicio de traumatología sabiendo que no faltarán incautos que lo recibirán esperanzados. Ya ocurrió en esta argentina dolorida.
A esta altura del sufrimiento argentino, bajo ningún concepto, con ninguna excusa debe postergarse la unidad de la oposición al modelo de dependencia que ejecuta el macrismo. En cuanto al peronismo, su unidad no admite más demoras ni tampoco se debe dilatar la puesta en escena de nuestros posibles candidatos. Hay un tiempo de instalación de nombres que si se deja pasar puede ser fatal para las chances electorales. Todo el peronismo, absolutamente todo, debe asumir la enorme responsabilidad que hoy tiene ante la historia frente a la soberbia de las clases dominantes y el padecimiento de los pobres. Eso sí: sin olvidar que de una buena vez y para siempre, habrá que hacer estallar y arrancar de cuajo los forúnculos que infectan el cuerpo de la república.
(*) De Iniciativa Socialista