sábado, 5 de mayo de 2018

Historias de los viejos tiempos

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com 

Para los amantes del fútbol argentino, una final del ascenso siempre fue un atractivo aunque bastante previsible: poco juego, mucho nervio, y al final, las dos caretas de la puerta del viejo teatro: de la cancha salís feliz de la vida, o llorando desconsoladamente. Una u otra. Dos viejos conocidos como Platense y Estudiantes de Buenos Aires definieron en La Fortaleza el Torneo de Primera B, la tercera categoría del fútbol argentino, por un lugar en el Nacional “B”. Los hinchas de Lanús que poblamos los tablones en la década del 70 sabemos mucho de eso, y aunque felizmente hace más de 25 años que no padecemos una pérdida de categoría, tanto con el Calamar como ante el Pincha de Caseros tenemos cuentas pendientes.
Lanús y Platense fueron fundadores del profesionalismo, dos clubes chicos bien asentados en primera durante las dos décadas iniciales. Lanús descendió en 1949, volviendo de inmediato a la “A” por diez años más, hasta 1961. Platense tuvo una vida similar. Se mantuvo en Primera hasta 1955, pero el retorno le llevó diez años: en 1964 Lanús fue el campeón con Los Albañiles, y Platense ganó el octogonal por el segundo ascenso. Permanecieron en primera hasta 1970, cuando también descendieron juntos. Vivían las mismas peripecias, tenían un poderío similar, pero los distinguía la composición social: el Calamar era de Saavedra, un tradicional barrio de tango del norte de la capital, una entidad de extracción burrera, socios de clase media y muchos hinchas afamados; Lanús era un club
del suburbio sur, deun pequeño poblado del partido de Avellaneda que con la llegada del peronismo fue creciendo hasta volverse una ciudad densa y proletaria, en torno a la entidad que había sido fundada en 1915 por los hijos de los ricos del pequeño casco céntrico de 44 manzanas loteado en 1888 por Guillermo Gaebeler, hombre de Bartolomé Mitre. Niños bien de manos finas dedicados al estudio y los negocios, amigos de la noche y el escolazo.
Fundado en 1898 por alumnos del Colegio Nacional de Buenos Aires en el centro de la ciudad, varios de ascendencia británica, Estudiantes de Buenos Aires fue uno de los animadores de una década inicial dominada por los equipos de los colegios ingleses. Tuvo dos canchas en la zona de Palermo, luego se mudó a Villa Devoto, donde la sede social aún existe convertida en un Megatlón. En 1963 tuvo su cancha definitiva en Caseros, y al igual que su máximo rival, Almagro, y su rival de ayer, Platense, tienen hinchas y socios afincados en dos ciudades distintas. En 1931 se mantuvo en el terreno amateur, por lo que algunos años después, a regañadientes, debió sumarse a la segunda categoría de AFA. Sólo una vez en su historia jugó en primera división, fue en 1978, mientras Lanús descendía a la “C”. Los caminos de ambos se habían cruzado en 1974 en la segunda categoría, en la última jornada de un  cuadrangular por dos ascensos. Se midieron el sábado 7 de diciembre en la cancha de Atlanta, si Lanús ganaba, ascendía. Pero ganó el Pincha con justicia, y los que subieron fueron Temperley y Unión. La multitud que acompañaba a Lanús en esas clásicas finales sabatinas sufrió la primera de las tres grandes frustraciones consecutivas. Las otras dos fueron con San Telmo en el 75 en cancha de Huracán y la derrota ante Almagro en el último partido del reducido por el primer ascenso, jugado a mediados del ‘76 en San Lorenzo, para que inesperadamente suba Platense, hasta que el 18 de diciembre de ese mismo año, otra vez en un Viejo Gasómetro colmado a reventar, llegó la esperada consagración del equipo capitaneado por José Luis Lodico derrotando a Almirante Brown. El Pincha y Lanús se enfrentaron por última vez en 1985, cuando la creación del Nacional B los distanció hasta hoy.
En 1977 Lanús y Platense se vieron las caras en la cancha de San Lorenzo para dirimir la permanencia en primera. Luego del empate en cero se ejecutaron 22 por penales, y un detalle ganó la primera plana de los diarios: el arquero Miguelucci no ejecutó el penal que le correspondía, cosa que si hizo Rubén Sánchez, el golero de Lanús. Los títulos de una noche de angustia que culminó con una tormenta desatada luego de la ejecución de Orlando Cárdenas que contuvo Miguelucci y que mandó al Grana a la B hablaron de otro insólito despojo sufrido por Lanús. Casi nadie se enteró de que un futbolista Granate, Julio Crespo, se descompuso y tampoco ejecutó su penal. En verdad, ambos equipos habían infringido el Reglamento por igual. Así como en ésta hora gloriosa los socios e hinchas Granates exigen refuerzos sin importarle la economía institucional, luego de aquella derrota pidieron acciones legales, y los dirigentes de Lanús, para calmar los ánimos, le iniciaron un juicio a la AFA, acción que con el tiempo desestimó la Justicia, pero que el club pagó en lo deportivo durante varios años.
Platense impuso anoche su grandeza en La Fortaleza, más de 10.000 hinchas calamares poblaron la tribuna de Arias y la platea Norte. Del Pincha vinieron menos de la mitad. En terreno pesado y barroso, el nivel técnico de ambos equipos fue bastante pobre. El Pincha se quedó con diez a los 20’ del complemento, y a partir de ahí trato de aguantar el cero. Platense sacó la ventaja en el primer tiempo del alargue, y se dedicó a cuidarla, pero en el último minuto del primer tiempo adicional se quedó con diez, y sufrió el ataque desesperado de su adversario hasta la última pelota. Después de sufrir público Calamar festejó el retorno al Nacional B.
Luego de aquella recordada definición por la permanencia, mientras Lanús padeció durante 13 años en el ascenso, a Platense le tocó vivir la mejor etapa de su historia en Primera: fueron 22 años consecutivos en los cuales esquivó angustiosamente muchos descensos y fue protagonista de varias victorias memorables ante los grandes, hasta que bajó al Nacional B en la temporada 1999/2000 para no volver. Una curiosidad es que su único título de campeón lo obtuvo recién en 2005/06, cuando ascendió de la B al Nacional B. El resto de sus ascensos fueron por haber ganado un torneo reducido. Desde 1999/2000 hasta hoy debió jugar 7 temporadas en el Nacional “B” y 13 en la B Metropolitana, entre ellos los últimos ocho años. En esos años de opacidad del Calamar se produjo el explosivo crecimiento de Lanús. 
La suerte de uno y otro de los rivales de aquella final antológica por la permanencia del ‘77 fue muy distinta, y la explicación hay que buscarla en la política de funcionamiento de cada entidad. Lanús transitó los últimos 30 años con la unidad de todas las agrupaciones, en tanto Platense fue la secuencia interminable de gobiernos fallidos acosados por oposiciones implacables. Anoche, en la majestuosidad de La Fortaleza, sus hinchas pudieron comprobar el enorme desarrollo de su viejo rival, los seis títulos logrados desde el retorno y la Final de la Libertadores que acaba de disputar, y habrán pensado en la paradoja de aquella victoria por penales de la que habían salido fortalecidos como equipo de Primera, hundiendo a Lanús al pozo más oscuro de su historia.