sábado, 28 de abril de 2018

Vientos de cambio

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@mail.com

Después de militar durante 16 años de manera continua en la primera división, Arsenal de Sarandí perdió la categoría, y todo indica que su futuro no es auspicioso. No es difícil emparentar sus conquistas con los últimos años de vida de su fundador, Julio Grondona. No hay dudas que el accionar burocrático y dictatorial de quien condujo a su antojo durante casi 40 años a la AFA es repudiable, pero algunos de los resultados de su gestión en la AFA tanto como en la FIFA son elocuentes.Que al partir él hayan terminado todos en cana, habla de su moral tanto como de su estatura.
   Es cierto que tuvo a su favor a Diego Maradona y a Bilardo. Argentina fue potencia, campeón y subcampeón del 86 y el 90, y varias consagraciones a nivel mundial a nivel clubes, también en las selecciones juveniles. Arsenal, fundado en 1957 porGrondona, pudo ganar tres títulos internacionales y tres locales. Durante su largo mandato el fútbol local se hizo más competitivo y sin aflojar la cincha, logró equiparar a chicos y grandes: Ferro, Argentinos, Lanús, Banfield y Arsenal lograron sus primeros títulos, y repitieron Estudiantes, Newell’s, Central y Vélez. 
   La AFA y el club de Sarandí perdieron el rumbo con la partida de Grondona:el equipo de Rondina se fue al descenso.Y Argentina -con Messi- se apresta a jugar un Mundial a las órdenes de Tapia y Angelici, mientras Sampaoli, a semanas del inicio, sigue deshojando la margarita y pagando el costo de partidos mal organizados -aunque muy rentables- como el que terminó en goleada bochornosa ante España, que él no quería jugar.
   Siempre fui muy crítico de Grondona y su estilo de conducción poco transparente. Nunca imaginé como sería el después. La cuestión se discutió, pero los clubes chicos, amplia mayoría, no han logrado salir mejor parados en el reparto y no han podido evitar que los
dirigentes de los cinco grandes recuperaran el poder y se lo cedieran a Angelici -de muy estrecha relación con el presidente Macri- que corta el bacalao casi a su antojo y salpica para todos lados. El presidente de Boca ya ha mostrado el orillo varias veces. Pero cambió rotundamente el clima de época, y pronto todo será mucho más hostil para aquellos clubes que interfieran con la idea madre: la implementación de una nueva versión del viejo plan privatizador, el sueño de Macri, algo que piensan hacer a toda costa.
 El fútbol argentino, sobre todo su esencia partidaria, apasionada y popular, está en peligro como nunca antes.
Mientras Arsenal abandona la escena tal vez para siempre, otros clubes sin historia empiezan a destacarse con buenas campañas, y con un plan diferente: algunos capitales no muy santos encuentran en la Argentina de hoy las mejores condiciones para hacer negocios con el fútbol: Defensa y Justicia y Talleres de Córdoba, entre otros, expresan un ensayo de privatización que se encubre sin demasiado rigor porque tiene el viento de la política y los medios a su favor. Lo que no se sabe, y parece que a nadie le interesa, es de dónde viene la guita. Está claro que el viento sopla en contra de las sociedades civiles sin fines de lucro, y soplará cada vez más fuerte sobre todo contra aquellas que demuestren que es posible.
   Ahora manda la TV, hay cada vez más dinero en juego. Nada jode más a sus ambiciones que el club modelo en manos de los socios que se prende en las copas. Joden porque son entidades sin fines de lucro, donde los dirigentes rinden cuentas en asambleas ordinarias y atienden a todo aquel socio que concurra a pedir explicaciones. Si logran privatizar a la mayoría de los clubes todo volverá a ser como lo fue al principio: Los cinco grandes, más los que puedan colarse del sexto al decimoctavo lugar, y un mundo de distancia con las categorías de ascenso. Seguirán vigentes como entidades sociales y deportivas solo aquellas que apuesten fuerte a la formación de futbolistas y a la solidez económica. Los demás pasarán a ser el hobby de excéntricos millonarios apropiadores de camisetas tradicionales, y con una historia centenaria de pertenencia y amor por los colores olvidada en un rincón y cubierta por telarañas.