por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comMás allá de críticas implacables o respaldos incondicionales, el austero objetivo de máxima de Lanús en todo el semestre -pasar a la segunda fase de la Copa Sudamericana 2018- se juega ésta noche en Lima, adonde llegará con una ventaja de dos goles. Si bien la victoria en la ida por 4 a 2 deja en situación favorable al equipo del Kelly Carboni, la mayor preocupación es el pobre rendimiento alcanzado hasta hoy, no haber podido encontrar la formación ideal ni el equilibrio entre líneas, con el agravante de que en varias de las últimas visitas resultó goleado.
Luego del breve receso llegó la oportunidad de un entrenador debutante, con un muy buen trabajo previo en la cantera del club como mayor logro. La idea era que en un semestre corto y sin títulos por jugar, Carboni obtenga como mínimo los puntos necesarios como para no sufrir. Ganar de local y sumar algo más al salir de casa, y trabajar en la construcción de un nuevo equipo tratando de promover jóvenes para subir al futuro plantel. No comprender la decisión de no invertir en refuerzos para éste semestre es desconocer las sumas de dinero que perciben los futbolistas de primer nivel, y los presupuestos cada vez más elevados que el club debe asumir en tanto la masa societaria decrece al compás de la economía nacional. Y omitir que el cálculo falló, y el club no pudo percibir el dinero esperado, es más de lo mismo: por la recisión de Braghieri y el pase de Monetti ingresaron apenas 3,5 millones de dólares; las tan mentadas ofertas por Gómez, Marcone, Firulete y Andrada nunca llegaron.
La permanencia de ellos, y de Román Martínez, Denis y Castillón, entre otros, cambió el panorama de Carboni. Sin Sand, sin Braghieri y sin refuerzos, y con varios jugadores de
trayectoria que el técnico no esperaba tener a sus órdenes, sumado a las demasiadas lesiones y los problemas para conformar la zaga central, una secuencia de obstáculos que el rubio va surfeando como puede sin lograr un mínimo de entendimiento colectivo ni una línea de juego definida, y a simple vista, no parece abundar la sintonía entre plantel y cuerpo técnico.
La clasificación en el exterior ante un equipo bien conformado y con mucho rodaje como Sporting Cristal, líder holgado del torneo peruano, no hay dudas que será una meta difícil para el Sub Campeón de la Libertadores. Para colmo de males, Lautaro Acosta, su figura excluyente, no será de la partida desde el arranque. Sin dudas veremos un encuentro muy interesante, signado por la ventaja no menor que lleva el visitante. Si el trámite arranca cerrado, si de entrada logra bajar el ritmo, si se cuida de no cometer errores y si cuando no está seguro con la pelota no duda en reventarla, el tic tac del reloj empezará a jugar en su favor, aunque su transcurso será igual de influyente para el espíritu de ambos elencos. Cuanto menos suceda, mejor será para Lanús. Y más allá de merecimientos, pasar la serie y cortar la racha adversa significará una buena oportunidad para volver a sonreír. Una celebración modesta, aunque muy esperada y más que necesaria.