por Alejandro Chitrangulo
Las patologías relacionadas con el sistema cardiovascular son responsables de tres de cada diez muertes, por enfermedad crónica que se producen en nuestro país, incluso por encima del cáncer y de las enfermedades del sistema respiratorio. La buena noticia es que muchas de ellas se podrían prevenir. De hecho, la mayoría de los infartos se asocia a factores de riesgo cardiovascular clásico, conocido y modificable, lo que supone que un gran porcentaje de esos eventos podría evitarse si se vigilaran esos factores.Como aseguran los especialistas, la forma más eficaz de combatir las enfermedades cardiovasculares es usar la prevención como herramienta fundamental. Según opinan los cardiólogos, el 80% de las enfermedades del corazón y hasta el 90% de los infartos podrían prevenirse con un estilo de vida más saludable.
1. Ejercicio frecuente
Seguir unas rutinas deportivas es un hábito imprescindible para cuidar el corazón. Sin embargo, no es suficiente con hacer
algo de deporte semanal. La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que los niños y adolescentes de entre 5 y 17 años practiquen al menos 60 minutos diarios de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, principalmente aeróbica. Para los adultos el consejo es realizar, como mínimo, 150 minutos semanales de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos de actividad intensa.
2. Controlar el peso
Vigilar el peso también resulta una buena estrategia para combatir la enfermedad cardiovascular, ya que la obesidad es uno de los factores de riesgo cardiovascular, relacionado además con otros factores de riesgo y enfermedades como la diabetes y la hipertensión arterial
3. Mantener bajos los niveles de colesterol
Cuando se superan los límites establecidos como saludables, el colesterol puede ir formando en las arterias una placa que las endurece y estrecha, reduciendo el flujo sanguíneo al músculo cardiaco y aumentando la probabilidad de que se formen coágulos. Para controlarlo se debe seguir una alimentación rica en verduras, hortalizas y pescado, además de hacer deporte.
4. Controlar la presión arterial
Los hipertensos tienen seis veces más riesgo de infarto cerebral. Para controlar la hipertensión hay que seguir algunas pautas: descansar correctamente y evitar las situaciones que causen estrés; adherirse a la dieta mediterránea; beber dos litros de agua al día; reducir o eliminar el consumo de sal, alcohol y tabaco; y practicar algún deporte. Pero hay otra práctica tan importante como las anteriores: el control regular de la tensión arterial. En el entorno de 75/120 mmHg, la tensión es normal; hasta 85/135 se alcanza un estado de prehipertensión; y por encima de esas cifras, ya se habla de hipertensión arterial, lo que requiere tratamiento y vigilancia.
5. Prevención contra la diabetes
Controlar la diabetes puede reducir hasta en un 42% la probabilidad de sufrir una enfermedad cardiovascular y en un 57% el riesgo de infarto, ictus o muerte por causa cardiovascular. Por eso, quienes ya padecen la enfermedad, además de tomar medicación en caso de que así lo haya determinado su médico, deben seguir una serie de recomendaciones (alimentación saludable, ejercicio frecuente, no fumar) que ayudan a prevenir posibles consecuencias cardiovasculares. Estas mismas pautas son válidas para evitar que aparezca la diabetes tipo 2.
6. Antecedentes familiares
Todas las personas deben controlar los factores de riesgo citados para poder evitar la enfermedad cardiovascular. Pero deben llevar un control aún mayor, con revisiones periódicas marcadas por el especialista, quienes tengan antecedentes familiares que puedan alertar sobre una posible dificultad, como que un familiar masculino de primer grado (padre o hermano) haya tenido un infarto antes de los 55 años o un familiar femenino de primer grado (madre o hermana) haya sufrido un infarto antes de los 65 años.
7. Dejar el cigarrillo
Un año después de dejar de fumar no solo se experimenta una evidente mejoría respiratoria sino que, además, el riesgo de padecer una enfermedad coronaria ya es un 50% inferior que en los fumadores.