por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comLa mejor manera de interpretar la realidad nacional y ver con claridad que es lo que ocurre en nuestra dolorida Argentina es apartándose de tanta mentira mediática y, dicho esto con algún dolor, no haciendo demasiado caso a esa pléyade de opinólogos que, sintiéndose gladiadores de la “causa nacional y popular”, sin información seria y con una imaginación bastante afiebrada hacen circular a los cuatro vientos centenas de disparates. No pocos fracasados en su paso por otras experiencias políticas pretenden enseñarnos a los peronistas como ser peronistas y, en lugar de ayudar a construir futuro, ocupan su tiempo descalificando a muchos de los nuestros, esparciendo rumores y fábulas que nunca tienen que ver con lo que acontece dentro y fuera de nuestro movimiento. Algunos, no todos pero sí unos cuantos, se han arrimado para ver si ligan algún conchabo político y en realidad Perón, nuestra historia y todo lo hecho por el peronismo les importa un cuerno.
Una de las causas por la que hoy gobierna el macrismo obedece a la descalificación que en su momento se hizo de Daniel Scioli a quien se lo ridiculizó hasta por su problema físico. Hoy no sería extraño que ante la aparición de alguna figura que pueda aportar al peronismo una imagen acorde a las necesidades actuales, se repitan aquellas actitudes. Lo mismo puede ocurrir si a partir de la normalización del Partido Justicialista se resuelve algún acuerdo con sectores en los cuales también hay peronistas que, por diferentes motivos, alguna vez actuaron con otros sellos partidarios.
A pocas horas de cerrar esta nota se realizarán elecciones internas del peronismo bonaerense. Pasado este momento electoral habrá que trabajar intensamente por la unidad peronista, por su actualización doctrinaria y por la reafirmación de nuestras banderas tradicionales. Pero también hay que pensar en la elaboración de un programa integral que contenga propuestas realizables y en trazar líneas de acción política para hacer, del
nuestro, el país que merecemos los argentinos. Actualmente nos encontramos en una situación muy complicada y todo indica que los tiempos que se aproximan serán aún más difíciles. Están ocurriendo cosas gravísimas y probablemente los sucesos del 14 de diciembre hayan marcado un punto de inflexión en nuestra historia. Tal vez, desde las más altas esferas del gobierno neoliberal, entusiasmados por el resultado electoral de octubre, creyendo que aquella victoria los habilitaba para obrar como les dieran sus ganas, no imaginaron que apenas a poco más de un mes de su triunfo arderían las calles de Buenos Aires y de otros lugares.
La respuesta a la manifestación popular del último jueves en defensa de los jubilados fue una violentísima represión con imágenes que hacen recordar a épocas terribles de nuestro pasado. Esa jornada, en la que la resistencia de los trabajadores fue decisiva para evitar que el parlamento sancionara una ley que reduciría los haberes jubilatorios, terminó con una derrota del gobierno. Aún no sabemos si esa derrota, respecto a un tema puntual, es momentánea o definitiva, porque todavía se reparten barajas para la mano que viene. Como a veces las desgracias unen, en el ámbito parlamentario se alcanzó un nivel de unidad entre peronistas (abrochada con alfileres pero unidad al fin) y puertas adentro del Congreso como en la pelea callejera también se combatió codo a codo con dirigentes y militantes de izquierda cuya participación en la lucha es digna de destacar. Así, quienes estuvimos muy cerca de los acontecimientos del jueves 14, vimos a Myriam Bregman junto a Romina Del Pla, Victoria Donda y Mayra Mendoza –de diferentes filiaciones partidarias- bancarse juntas la represión de la gendarmería recibiendo el efecto de gases y golpes.
Lamentablemente algunos de nuestros dirigentes de primera línea no estuvieron a la altura de las circunstancias. José Luis Gioja, como presidente del Partido Justicialista estuvo flojo frente a la insolencia del diputado oficialista Nicolás Masott, cuya familia –de acuerdo a profusa información- estuvo vinculada a la dictadura militar y algunos de sus miembros fueron asiduos visitantes a centros de detención donde se torturó y asesinó. Para Gioja, los dichos de Massot, altamente ofensivos para el peronismo, fueron algo así como un pecado de juventud.Nada más. Tuvo que ser el diputado del FpV Rodolfo Tailhade quien pusiera las cosas en su lugar enrostrándole al pelirrojo diputado las máculas familiares de los Masott. Tampoco Cristina Fernández asumió el rol que le corresponde. Los liderazgos deben ser sostenidos y reforzados todos los días. Principalmente ante hechos gravísimos como la bárbara represión de la gendarmería contra personas que ejercían su derecho a manifestar. Como senadora nacional y conductora de un espacio importante de la política tendría que haber salido a repudiar inmediatamente a los represores y efectuar un llamamiento claro y contundente a las fuerzas democráticas para que se sumen al rechazo a la acción criminal de la gendarmería. Cuando se reprime al pueblo no hay lugar para los silencios ni para las vacilaciones. Cristina no abrió la boca salvo para alguna tímida declaración vía twitter. El Instituto Patria debió haber estado abierto para auxiliar a los heridos y asistir desde allí a los detenidos mediante la intervención de abogados. Nada de eso se hizo de inmediato y ello significa un déficit importante.
Por nuestra parte, como delegados a la asamblea realizada por la Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires (UTPBA) el mismo jueves por la noche en el Centro Comercial e Industrial de Lanús, solicitamos como moción previa ni bien iniciada las deliberaciones, un pronunciamiento de repudio a la brutal represión al pueblo en general y a los trabajadores de prensa en particular. Dicha moción, ante la presencia de 500 delegados, fue aprobada por aclamación.
Si queremos de verdad que el peronismo se plante como la poderosa fuerza de oposición que debe ser, unida, inteligente, solidaria y fiel a su historia de lucha a favor de los humildes, debemos reclamar a nuestros dirigentes, sean quienes fueren, una conducta patriótica, honesta y valiente. Los dirigentes no son patrones del peronismo. Son quienes tienen la responsabilidad y la obligación de conducir al Movimiento como dispositivo fundamental en la defensa de los altos intereses de nuestro pueblo. Nada más. Nada menos.
(*) De Iniciativa Socialista