por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.comAlgunos agradecidos porque, aún en tiempo de descuento, llegamos con suficiente energía para seguir en medio del ventarrón sin caernos como hojas secas. Muchos, seguramente, con la amargura que da la pobreza, no tienen lugar para ninguna alegría. Si no tuvieron durante los trescientos sesenta y cinco días del año la posibilidad de asegurar un pedazo de pan y un plato de comida para la mesa familiar, menos podrán disfrutar de las fiestas de fin de año. De manera que esos muchos seguirán pasando las de Caín, mirando la vida como quien observa una vidriera cargada de cosas bonitas pero inalcanzables. Los argentinos, por nuestra inveterada costumbre de pasar diciembres tristes y a veces trágicos, no pudimos –la inmensa mayoría- llegar a fin de 2017 en paz y felices.
Cuarenta y cuatro vidas se perdieron en la inmensidad del océano mutilando cuarenta y cuatro familias que ya nunca más volverán a ser las mismas que fueron antes del 15 de noviembre. No ha transcurrido un mes desde que ocurrió semejante tragedia y ya el desgraciado episodio dejó de interesar a los medios sucios de comunicación masiva. Otras cosas ocupan a la vocinglería periodística. Está en su libreto alegrar a parte de la sociedad mostrando como, por decisión de un juez grasiento, quedan encarcelados ciudadanos que no forman parte de las simpatías de quienes sostienen que los morochos son mal nacidos, que todos los peronistas son delincuentes y que en el banquete de la vida no debe haber
lugar para el pobrerío.
Llegamos a otro diciembre con aires de inseguridad para los de abajo, cubiertos por nubes grises que traen lluvias ácidas para los que están a la intemperie amenazados por la reducción de sus jubilaciones, por perder sus trabajos y, aquellos que a pesar de todo lo conservan, por tener que seguir agachando el lomo hasta los setenta abriles en lugar de jubilarse a los sesenta y cinco.
Mientras tanto en el territorio de la política, o mejor dicho de la politiquería, quienes debieran plantarse como alternativa proponiendo soluciones y señalando rumbos para una Argentina de progreso, exhiben una chatura y una cobardía que espantan. Desde los concejos deliberantes hasta el Parlamento Nacional pasando por las legislaturas provinciales, más allá de algunos fuegos artificiales para las tribunas, es difícil hallar espíritus lúcidos y voluntades corajudas. Hay excepciones, sin dudas. Pero la inmensa mayoría de “nuestros representantes”, con sueldos y privilegios que agravian a quienes la pasan de lo peor, no demuestran la mínima preocupación por los que sufren de verdad haciendo colas en hospitales mugrientos, estudiando en pocilgas y comiendo salteado.
Esta película la vimos muchas veces. Antes de las elecciones promesas a raudales. Cuando se aseguraron la dieta “si te he visto no me acuerdo”. La solidaridad, que debería ser una realidad especialmente por parte de quienes viven muy bien a costilla de los estados municipales, provinciales y del presupuesto nacional, es sólo una palabra. Hay excepciones, claro. Pero las actitudes de grandeza brillan por su ausencia. Este columnista debatiría con gusto en cualquier escenario y principalmente en Lanús, respecto a cuánto podrían hacer y no hacen muchos de “nuestros representantes”.
De cualquier manera, independientemente de ciertas miserias humanas, hay que seguir apostando a la política. Pero a la política con mayúsculas. No a las “roscas” de los mentideros en los cuales se satisfacen apetencias personales o de grupo. Perón hablaba de los traidores, de la hora de los mediocres y de la hora de los logreros. Hoy podemos hablar de la hora de los fulleros, o sea de los que utilizan la actividad política para engañar y obtener beneficios personales. El Peronismo, por su origen e historia, debería ser un ejemplo en lo que se refiere a la política como arte para dar solución a los problemas de nuestro país, bregando por la unidad y no trompeándonos entre nosotros. Lamentablemente no es así. En las últimas elecciones participamos divididos en tres listas donde en cada una de ellas hubo peronistas. Así nos fue. Hoy en Lanús cuatro listas disputarán en una elección interna. Esperemos que luego del acto eleccionario los compañeros que triunfen sepan abrir los brazos a la unidad para que este importante dispositivo partidario cumpla la función que debe cumplir al servicio de la democracia y de nuestra ciudad.
Las personas tenemos un tiempo limitado. Las instituciones tampoco son eternas y por tal motivo debemos trabajar para que sean eficientes y dignas durante su existencia. La Nación es lo que perdura. Argentina tiene muchos diciembres por delante. Anhelamos que alguna vez se llegue a ellos, todos los años, en paz y con la felicidad que nuestro pueblo merece. Para finalizar, un par de palabras desde lo más profundo de nuestro dolor: Gloria y Honor a la tripulación del San Juan.
(*) De Iniciativa Socialista