por Alejandro Chitrangulo
El aire, el agua y el suelo tóxicos son responsables de la muerte prematura de 9 millones de personas cada año. Esto es 1 de cada 6 muertes que se producen cada año en el mundo. 15 veces más que las muertes por guerra y hambre, y tres veces más que las muertes por SIDA, tuberculosis y malaria.Así lo refleja un estudio publicado por la prestigiosa revista The Lancet. La mayoría de las muertes se producen por enfermedades relacionadas con la contaminación, como enfermedades del corazón, derrames cerebrales y cáncer de pulmón.
El estudio que extrajo datos del proyecto Global Burden of Disease de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advirtió que la contaminación es tan peligrosa que “amenaza la supervivencia continua de las sociedades humanas”, pues
representa el 16% de las muertes en todo el mundo, 15 veces más que las muertes por guerra y conflicto, y tres veces más que las muertes por SIDA, tuberculosis y malaria combinadas. La mayoría de las muertes se producen por enfermedades relacionadas con la contaminación, como enfermedades del corazón, derrames cerebrales y cáncer de pulmón; ocurre en países en desarrollo, sobre todo, donde la rápida industrialización combinada con regulaciones laxas se traduce en una mayor exposición a la contaminación tóxica del aire, el agua y del suelo para los residentes.
Estados Unidos y Japón encabezan la peligrosa lista de mayor número de muertes por contaminación, como la relacionada con los combustibles fósiles y la contaminación química.
Los datos
Según el trabajo, la contaminación atmosférica causada por automóviles o actividades industriales es la peor de todas: es responsable de alrededor de 4,5 millones de muertes cada año, casi la mitad de todas las muertes relacionadas con la contaminación, una cifra que según los expertos no parará de aumentar en los próximos años. Se espera que los fallecimientos en el sudeste asiático se dupliquen para 2050. Otras 2,9 millones de muertes provienen de la contaminación del aire interior, proveniente de estufas de leña, que aún hay hogares que las emplean para calentarse y cocinar. El agua tóxica es responsable de otras 1.8 millones de muertes cada año; y es que el agua saturada de aguas residuales, por ejemplo, está relacionada con enfermedades como el cólera o las infecciones parasitarias.
La contaminación en el lugar de trabajo, que prevalece en los países industrializados, también representa alrededor de 800,000 muertes cada año y estuvo asociada a enfermedades como la neumoconiosis en trabajadores del carbón, cáncer de vejiga en trabajadores del tinte y asbestosis, cáncer de pulmón, mesotelioma y otros cánceres en trabajadores expuestos al asbesto (amianto).
Los investigadores advirtieron que incluso la cifra de 9 millones de muertes por contaminación podría ser una subestimación del número real de decesos, debido a que la contaminación crece cada año, y su vínculo con ciertas enfermedades, como la demencia o la diabetes, es un área poco investigada aún por la comunidad científica. Asimismo, el impacto desconocido de cientos de productos químicos y pesticidas ampliamente utilizados en el medio ambiente, podría aumentar el número total de muertes relacionadas con la contaminación.
Los niños, población de riesgo
Los más pequeños son los más propensos a sufrir enfermedades asociadas a la contaminación, puesto que la exposición durante los períodos clave del feto pueden hacerlos enfermar, crearles una discapacidad e incluso provocarles la muerte (aunque sean dosis pequeñas de contaminantes).
El estudio también relacionó las muertes por contaminación con las pérdidas económicas, descubriendo que, en promedio, las muertes relacionadas con la contaminación conllevaron unas pérdidas de 4.600 billones de dólares anuales, el equivalente al 6,2% del PBI mundial.
“La contaminación es mucho más que un desafío ambiental: es una amenaza profunda y omnipresente que afecta muchos aspectos de la salud y el bienestar humanos. Merece la plena atención de los líderes internacionales, la sociedad civil, los profesionales de la salud y las personas de todo el mundo “, explica Philip Landrigan, coautor del trabajo.
Fuente: The Lancet Commission on pollution and health. The Lancet.