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jueves, 23 de noviembre de 2017

A propósito de la derrota de Lanús en Brasil

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com


   Primero: Nunca voy a olvidar lo que sentí anoche, frente al televisor, viendo a Lanús participar de una competencia de elite, con marco y relieve de primer mundo, acompañado por una multitud que se hizo notar en un estadio gigante y repleto. A pesar de que nunca me gustó la ejecución de himnos nacionales en el fútbol, ver como representante argentino a Lanús, la canción patria y nuestra divisa, nada menos que ante el mejor equipo del Brasil en directo para todo el mundo, fue algo inolvidable.
   Segundo: La actuación granate durante todo el primer tiempo fue tal vez el punto más alto de este equipo desde las partidas de Miguel Almirón y Gustavo Gómez. Quiso tomar la iniciativa Gremio, y a los tres minutos la perdió. De allí en más, Lanús fue tomando el control, dando una lección de tenencia de pelota y rigor defensivo. Y anímicamente, a los 30' lo dominaba aún con más claridad. Llegaron dos situaciones de gol: un remate cruzado de Román y un cabezazo de manual de Braghieri que
el arquero tapó milagrosamente. Gremio, no hizo ni cosquillas.
   Tercero: La cosa cambió desde el arranque del complemento. Lanús yo no podía sostener la pelota, Gremio salió con mayor decisión pero su dominio era impotente. El equipo de Almirón no pudo imponer el juego, perdió precisión y confianza, la pelota no llegaba al área rival, y las marcas ya no tenían la misma eficacia. Los minutos pasaban y no pasaba nada. No faltaba nada. Lanús se traía un empate más que conveniente. Y una vez más la defensa defeccionó al final, en el que tal vez fue el único fallo colectivo de la noche, con la pelota en el aire tres marcadores perdieron a tres atacantes, y costó la conversión de un gol que no estaba en los mapas del partido.
   Cuarto: Nadie mejor que los propios jugadores de Gremio comprobaron el temple y la categoría de los futbolistas de Lanús, su disposición al juego y su templanza para defender trabajando permanentemente en la recuperación en toda la cancha. Durante los primeros cuarenta y cinco minutos Lanús no sólo impuso la categoría y belleza de su juego, además generó dos chances claras de gol mientras el local nunca inquietó a Andrada. El segundo tiempo es un interrogante que deberán desentrañar los protagonistas, sobre todo pensando en la vuelta: ¿Cual fue la causa de la pérdida del buen andar incial? El gol de Gremio a poco del final fue un aborto de la naturaleza. Una pérdida colectiva y simultánea de marcas de tres defensores granates que favoreció la posición de los atacantes locales, que con algo de fortuna lograron convertir cuando nada parecía anunciarlo. La ausencia de Braghieri en la final me resulta más preocupante que el gol en contra.
  Quinto: Una vez más, la definición será con sed de revancha. Como ha sido ante San Lorenzo, como ha sido ante River. De las tres llaves, ésta es la que resultó menos adversa al cabo de la visita. El gol es una ventaja que puede favorecer a Gremio tanto como traicionarlo. Todo depende de cómo se dé la sucesión de instancias. Ambos equipos se sienten a las puertas de la consagración, tanto como saben lo cruel que suele ser el fútbol con los que pierden una final. Gremio consiguió una ventaja estrecha en su casa. Habrá que ver qué tal le sienta jugar en Lanús.
   Último: Todo dependerá del equipo de Jorge Almirón, que de verdad cierre esta maravillosa historia de 2017 como se merece, y que en siete días, la mayor epopeya futbolística del siglo XXI se corone en La Fortaleza con otra actuación heroica, otra victoria memorable y con la estrella más buscada pidiendo un lugar en un pecho Granate repleto de distinciones.