por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comMe tomé unos días para pensar bien la cuestión de las entradas para el partido de hoy entre Lanús y River. He leído críticas de todo tipo contra el club Lanús y he intercambiado opiniones con socios y simpatizantes que también así piensan, y muchos lo significan en la figura del presidente, Nicolás Russo. Y yo no estoy de acuerdo con la mayoría.

garantiza tu seguridad y por el otro puede procesarte y meterte preso.
Desde lo político, a las barras bravas hay que desbaratarlas eliminando su razón de ser: impidiendo con mayor energía y decisión que de los clubes salga un solo peso a sus bolsillos, persiguiendo con más dedicación los demás delitos que se cometen en el medio, reglamentando mejor las actividades, las concesiones y las finanzas. El resto es trabajo de las fuerzas de seguridad, no de choque pero si de inteligencia. Pero también es desde lo político, aseguran algunos entendidos en la materia, que sale la orden de que no se resuelva, porque esos grupos de choque a veces hacen falta para otros menesteres.
River repletó su estadio con sus asociados; Lanús, a estos precios y a fin de mes, estaría lejos de colocar entre sus socios las más de 30.000 localidades que dispone. Para conseguirlo debe recibir a sus simpatizantes, quienes no son socios, y también, si fuera necesario, a aquel amante del fútbol que quiere concurrir a ver un partido para sacar balcones y pagar por él. Por todas estas cuestiones, si no vende entradas para no socios, Lanús perdería de ganar más de 10.000.000 de pesos en tres horitas.
El interés de los medios resultó fundamental cuando varios hinchas de River aparecieron mostrando orgullosos sus entradas adquiridas por Internet. “Nosotros no vendemos entradas visitantes, vendemos entradas para no socios, el estadio va a estar repleto de hinchas de Lanús, nadie que venga identificado por otros colores que los nuestros podrá acceder”, fue la palabra oficial del club. Una forma pública –pero sutil- de alertar a los organismos de seguridad para que hagan su trabajo. Lugones estuvo en La Fortaleza y otorgó esas garantías. En este contexto, ¿los de River que piensan ingresar camuflados para mezclarse entre los hinchas locales podrán ser muchos?
Al tomar el camino que tomó la conducción, además de obtener una suma acorde al partido en disputa, la dinámica de la discusión mediática puso sobre el tapete, una vez más, a la madre del borrego: Las barras -y las barras que luchan por ser las barras. Si quieren que el torneo argentino sea una verdadera Superliga que atraiga televidentes de todo el mundo, lo tienen que resolver. Sin perder colorido, el marco debe ser otro y el público debe volver a los estadios en un clima civilizado, de mayor respeto y con una más eficiente seguridad. Sí o sí. La pregunta es si los estados y la justicia de ésta parte del mundo tienen la capacidad política y el marco social acorde como para llevarlo a cabo. Y a decir verdad, no parece.