por Alejandro Chitrangulo
Con la llegada de la primavera se detienen muchos de los trabajos de poda, ya que mucha variedad de especies arbóreas entran en período de floración. Pero a pesar de que durante esta época la naturaleza reclama su derecho a recuperar terreno por sobre el cemento, muchos vecinos muestran su preferencia del gris por sobre el verde y continúan mutilando árboles.Esta práctica dañina para el patrimonio arbóreo público, no solo no es recomendable, sino que también está penada por la ley. Ya de por si es malo cuando lo hacen los frentistas, pero es infinitamente peor cuando las mala prácticas de poda son realizadas por empresas contratadas por el gobierno. Tanto sea porque el personal que ejecuta las tareas no tiene la capacitación adecuada o simplemente porque el contratista así lo solicita.
Los especialistas nos avisan
Docentes de la cátedra de Jardinería de la UBA, donde se capacitan parte de los inspectores que trabajan en el área de arbolado urbano del Gobierno de la Ciudad de
Buenos Aires, advirtieron sobre la falta de criterio técnico con el cual se realizan las podas desde mediados de otoño y señalaron que las malas prácticas aumentan el riesgo de caída de ramas y árboles.
La alarma fue encendida por Gabriela Benito, jefa de trabajos prácticos de la cátedra de Jardinería y docente de la materia Arbolado Urbano. Como ejemplo utiliza la Ciudad de Buenos Aires y comenta: “Cerca de 30 técnicos egresados de la tecnicatura en Jardinería de la UBA fueron empleados por el área de arbolado urbano del Gobierno de la Ciudad, como parte del plantel de inspectores. Desde allí hacen un diagnóstico del estado de los árboles y proponen un determinado tipo de intervención. Pero luego las empresas contratadas que llevan a cabo las podas no están a cargo de profesionales idóneos, no tienen cuadrillas capacitadas y cortan sin un criterio técnico. Una buena gestión y planificación debe anticipar un momento de riesgo. Debe evaluar el estado mecánico y sanitario del árbol. No obstante las cuadrillas trabajan sin criterio. Desde el gobierno bajan la orden de comenzar a podar a partir del 1º de mayo, por ejemplo, como si todos caducaran en el mismo momento. Algunas especies se podan fuera de época, como sucede con las tipas y los jacarandás, que caducan en septiembre u octubre pero se intervienen en junio. Con ello les quitan masa verde y aceleran su decrepitud”, detalló Benito.
“Además -agrega- una mala poda desequilibra copas, cargando los pesos sobre follajes y ramas que no están fortalecidas. Esta mala intervención hace que la arquitectura vegetal no esté en equilibrio y cuando hay episodios de tornados o lluvias violentas los árboles se quiebran. Si bien es cierto que en algunas estaciones del año hay vientos de mayor intensidad, no quiere decir que cada vez que haya una tormenta se caigan todos los árboles. Se van a caer aquellos que están mal intervenidos. Y lamentablemente estas acciones favorecen que los ejemplares estén en mayor riesgo.”
La docente explicó que la existencia del bosque urbano en la ciudad disminuye las altas temperaturas, atempera el ruido y los vientos, capta el polvillo atmosférico y atrae la fauna silvestre, entre otras ventajas que, en definitiva, mejoran la calidad de vida de las personas. Pero para que esa vegetación cumpla estas funciones debería estar gestionada por profesionales capacitados, que conozcan sus ventajas y las maneras de administrarlo.
La Facultad de Agronomía de la UBA es pionera en la Argentina. En su tecnicatura en Jardinería, la materia Arbolado urbano es obligatoria. “En esta materia recorremos la calle junto a los alumnos, observamos el estado del arbolado y hacemos un diagnóstico. A partir de esta experiencia práctica de recorrer la ciudad, los estudiantes aprenden a reconocer visualmente el árbol, a evaluarlo en su totalidad (no mirarlo desde una sola vereda) y reconocer si hay cavidades en la parte aérea o si la madera está enferma, entre muchos detalles. Las cuadrillas que realizan las podas también deberían recibir capacitación”, dijo Benito, y señaló: “Cuando vemos una cuadrilla trabajando en la calle, muchas veces observamos que no hay un vallado ni un aviso, que el operario no está protegido; muchas veces trabaja en alpargatas, trepa sin tener botines de seguridad y no posee los arneses adecuados”.
Millonaria multa a una municipalidad
A fines de julio, vecinos de la comuna de Junín en la provincia de Mendoza comenzaron a mostrar su malestar a través de las redes sociales por la poda indiscriminada y efectivamente dañina que podía observarse en parte de la arboleda barrial. Ante tal panorama, y junto a integrantes del grupo ambientalista Asamblea por el Árbol, se pusieron manos a la obra con el fin de elevar una petición al intendente Mario Abed para que revisara la forma en que se realizaban los trabajos de poda en el departamento. La preocupación de cientos de vecinos parece no haber sido en vano. Los daños en los forestales son evidentes y condicionan la vida útil de los mismos, como así también los beneficios ambientales que, a futuro, dichos árboles brindarían. En ese sentido La Secretaría de Ambiente y Ordenamiento Territorial de Mendoza, a través de la Dirección de Recursos Naturales Renovables, tomo cartas en el asunto y emplazó a la Municipalidad de Junín a pagar una multa de 7 millones de pesos tras constatar infracciones a las normas vigentes en materia de forestación. Además, en el acta de infracción se expresa que la comuna había sido notificada anteriormente de las pautas técnicas para el desarrollo de las tareas de poda, las cuales fueron incumplidas por el departamento ejecutivo del municipio, quien se reconoce responsable de ordenarle a las cuadrillas municipales el criterio de poda a emplear.
Es muy bueno que los funcionarios que tienen a su cargo el control de estas prácticas ecológicas en los municipios sean responsables en sus funciones y no sedan ante presiones de tipo políticas que los presionen para que se realicen las tareas por fuera de las pautas que marca la ley.