por Lisandro Martínez*
El gobierno de Macri va a la destrucción de la escuela pública y para eso ha preparado un ataque a fondo a las condiciones laborales de los docentes, llamado Plan Maestro. El gobierno pretende imponer una reforma laboral para los trabajadores de la educación similar a la que Macri impuso, con el aval de los burócratas sindicales, a los petroleros, las automotrices, las textiles y otros gremios. Macri y sus gerentes pretenden acabar con todo tipo de protección colectiva de los trabajadores y para eso van a la eliminación de las condiciones de trabajo preexistentes.Embrutecer todos los días un poco más al soberano es la pretensión más acariciada por los explotadores a nivel nacional e internacional, con el fin concreto de extraer más y más ganancias de cada obrero y trabajador sin pagar salarios más altos, horas extras u otros beneficios sino alargando las jornadas, quitando todo tipo de leyes laborales y además bajando salarios y jubilaciones a niveles de asistencia social.
Desde 1966, bajo la dictadura militar de Onganía, se propuso un Proyecto de Reforma y la educación pasó a considerarse un problema de seguridad nacional dado “que existe una peligrosa infiltración ideológica que carcome al ser nacional”, por ello se amplió la educación privada a manos del clero.
Desde entonces los organismos financieros internacionales se propusieron, para elevar su tasa de ganancias empresariales, el desguace del sistema único de educación de la
Argentina que había sido modelo en Latinoamérica y esto lo hicieron como medida uniforme en todo el ámbito latinoamericano y mundial. A partir de las reformas implementadas por el onganiato se tomaron una serie de medidas de corte capitalista sobre el sistema educativo argentino. El Cordobazo frenó esa arremetida que continuó recién en 1976/1982 cuando se descentralizó la educación, transfiriendo escuelas nacionales a provinciales y se abrió la puerta a que las municipalidades se hicieran cargo; todo perseguía embrutecer a docentes y alumnos para abaratar salarios.
En 1984, Alfonsín “el padre de la democracia” convocó al Congreso Pedagógico Nacional que se realizó en 1986. Ese congreso con el guiño del alfonsinismo fue copado por la Iglesia Católica representante del pensamiento mágico contrario a la ciencia.
Desde la vuelta del régimen “democrático” se implementaron varias reformas educativas absolutamente regresivas, entre ellas la menemista que puso en vigencia a leyes como la Federal de Educación, la de Transferencia y la de Educación Superior.
El proyecto de ley “Plan Maestro” de Bullrich/Macri es copia del libraco “Profesores excelentes. Cómo manejar el aprendizaje en América Latina y el Caribe”, 375 páginas escritas en 2015 por dos enemigos de la educación única, pública, laica y gratuita: Bárbara Bruns, economista del Banco Mundial y Javier Luque, un hombre del Vaticano recibido de economista en la Pontificia Universidad Católica del Perú y amaestrado en la Universidad de Rochester.
El Plan Maestro que se presentará para su aprobación en el Congreso Nacional este año, se dirige a modificar las leyes existentes y ataca directamente al Estatuto del Docente. La reforma se hace para afectar las condiciones laborales docentes y precarizarlas al punto que los salarios serán diferenciados según las capacidades expuestas mediante la evaluación de los gerentes que dirijan las escuelas. Para hacer pasar esta porquería se apela a una parodia de participación ciudadana por medio de una página WEB donde las ONG y “padres” forman una “comunidad” ligada a las patronales y a la CIA, que opinan y participan y que tendrán el poder de echar al docente que evalúe mal. La trampa es que el trabajador ya no vende su fuerza de trabajo sino que a la hora de su evaluación rendirá cuentas por los resultados que arrojen niños desabastecidos de formación por falta de programas educativos acordes.
Mientras que universidades, sindicatos y escuelas no son convocados a ningún debate, es parte de los legitimadores de la destrucción de la educación pública la Fundación Centro de implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC). Esta organización -de buchones del capital- es sostenida por la National Endowment for Democracy (NED), fue fundada en EEUU en 1983 y que según el New York Times ”se creó (...) para llevar a cabo públicamente lo que ha hecho subrepticiamente la CIA durante decenios”. Además de por la CIA, la CIPPEC es bancada por Ledesma, Banco Santander, Telefónica, ICBC, Mastercard, Banco Galicia, Roggio, Dow Química Argentina, Intel, Loma Negra, Manpower, Metrogas, Microsoft, Unilever, Telecom, etc.
Lo que guía al Plan Maestro es su disposición a gerenciar la escuela pública para que sea el semillero de mano de obra cuasi gratuita y de escasa instrucción, que habilite un universo de jóvenes sin mayores conocimientos para ser explotados indiscriminadamente por las patronales en el mercado e instalar en el país una factoría de asalariados en mesa de saldos.
El gerenciamiento del Plan Maestro comienza por los docentes, quienes son evaluados de antemano como los responsables del fracaso escolar y por lo tanto se pretende quitarles a ellos herramientas de conocimiento, rebajarle los salarios, desorganizarlos sindicalmente y pasarlos a monotributistas, todo bajo el argumento desopilante de que deben tomar decisiones y rendir cuentas de una crisis terminal en la educación cuyo único responsable desde el siglo XIX es el Estado capitalista. Todo el Plan está diseñado para acumulación de ganancias y negocios privados que conllevan al sometimiento nacional.
El Plan Maestro carece de avales sociales para pasar por el Congreso de la Nación pero cuenta con el 30% de los diputados y el 20% de los senadores de Cambiemos (PRO y UCR), más las bancadas de Unión Ciudadana, 1 País, PJ y todos quienes votaron las 100 leyes que le permitieron a Macri y su banda ir a la guerra de clases contra el pueblo trabajador con despidos en masa, cierre de fábricas y persecuciones al activismo obrero y a sindicatos combativos.
La pregunta del millón es: ¿De qué lado va a ponerse el SUTEBA?
Infligirle una derrota a este Plan Maestro del Banco Mundial, la CIA y las patronales cuya meta es el sometimiento social y nacional, sólo puede ser posible bajo la dirección del PO/FIT.
Han gobernado todos los partidos. Es hora que gobiernen los trabajadores.
(*) Candidato a senador 4ª Sección