por Alejandro Chitrangúlo
La sustentabilidad, se refiere a la administración eficiente y racional de los recursos naturales, de manera que resulte posible mejorar el bienestar de la población actual, sin comprometer la calidad de vida de las generaciones venideras. El Desarrollo Sustentable puede dividirse conceptualmente en tres partes: ambiental, económica y social.La justificación del desarrollo sustentable proviene tanto del hecho de tener recursos naturales limitados (nutrientes del suelo, agua potable, minerales, etc.) susceptibles de agotarse, como del hecho de que una creciente actividad económica sin más criterio que lo económico produce, tanto a escala local como planetaria, graves problemas medioambientales que pudieran llegar a ser irreversibles.
El acuerdo de Paris
Para abordar los problemas del cambio climático los gobiernos de 96 países mas la Unión
Europea, quienes juntos generan más del 55% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, firmaron la adhesión a un instrumento internacional denominado el Acuerdo de París. Este documento se encuentra dentro del marco de la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático que establece medidas para la reducción de las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) a través de la mitigación, adaptación de los ecosistemas a efectos del Calentamiento Global.
El acuerdo tiene como objetivo obligar a los gobiernos de los países firmantes a tomar medidas para limitar en este siglo el aumento de la temperatura a menos de 2 grados centígrados con respecto a los niveles de la era preindustrial y reforzar la respuesta mundial a la amenaza del cambio climático, en el contexto del desarrollo sostenible y de los esfuerzos por erradicar la pobreza.
Existe consenso científico respecto de que, para permanecer por debajo de los dos grados que exige el acuerdo, los humanos podemos emitir solo 565 gigatones más de dióxido de carbono a la atmósfera. Para tener una idea de proporciones y de lo que esto significa, tomemos en cuenta que un gigatón equivale a 1.000.000.000 de toneladas y que solo durante la última década quemamos 321 gigatones de combustibles fósiles. Tomando en cuenta estas cifras, hay cierta urgencia para resolver el problema ya que si seguimos al ritmo actual, en 17 años habremos quemado esa cantidad.
El Acuerdo se implementaría a partir de 2020, reemplazando el Protocolo de Kioto.
El negocio de contaminar
En los balances de las empresas energéticas y en los activos de los gobiernos, quedan reservas por 2.795 gigatones, es decir, cinco veces más petróleo, carbón y gas del que podemos quemar. Se calcula que estas reservas están valuadas en 28 billones de dólares. De tener en cuenta estos números, para cumplir el Acuerdo de París y limitar las emisiones de gases de efecto invernadero, el 80% de esos recursos energéticos existentes, contabilizados en los balances de las empresas y gobiernos, nunca deberían usarse y deberían quedar bajo tierra. De modo que poner en práctica el Acuerdo de París, dispararia un denominado write off (pérdida) de 20 billones de dólares.
Si la crisis financiera de 2008 -relacionada con las hipotecas y las subprime- fue por 2,2 billones de dólares de incobrables, quitar definitivamente de los balances las reservas fósiles existentes por casi 10 veces ese valor dispararía una debacle financiera mundial. Y hoy no existe gobernante en el planeta que tenga el valor ni la fuerza política para enfrentar a todo el lobby petrolero del mundo y afrontar las consecuencias de tomar esta decisión. Es por eso que el 1 de junio de este año, el presidente Donald Trump anunció la retirada de Estados Unidos de este acuerdo, dadas sus promesas de campaña en pro de los intereses económicos de la nación.
El papa verde
El papa Francisco dejó en claro que el compromiso ambiental forma parte de su agenda, que debe ser atendido a la par de la problemática social y que debe hacerse de manera urgente.
La encíclica Laudato si: Sobre el cuidado de la casa común, fue su gran declaración de posición. En este documento histórico, el pontífice, expresó que el calentamiento climático es real y es consecuencia de “el enorme consumo de algunos países ricos tiene repercusiones en los lugares más pobres de la Tierra”. En este sentido, habla de una “deuda ecológica” dada porque “los pueblos en vías de desarrollo, donde se encuentran las más importantes reservas de la biosfera, siguen alimentando el desarrollo de los países más ricos a costa de su presente y de su futuro”. Además, que es necesaria la creación de instituciones internacionales fuertes, y el compromiso de los líderes políticos y el sacrificio individual para combatirlo. Por último, llamó a la Iglesia a promover debates científicos honestos acerca del tema.