por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comLa derrota con Unión trajo más bronca que preocupación, la del sábado por la tarde en Córdoba más preocupación que bronca. Éste equipo de Talleres ya había superado a Lanús con amplitud, y lo volvió a vencer pero con mucha más contundencia. Después de un primer tiempo parejo y entretenido, donde el Grana fue algo mejor, al menos tuvo las más claras, terminó siendo superado en el tramo final de la etapa, donde exhibió debilidades defensivas graves por ambas bandas. Almirón intentó resolverlo de manera suicida: Buscó corregir los dos laterales, donde peor la pasaba su equipo, apelando a dos jugadores que no suelen rendir en esa posición: a los 11, Maxi dejó su lugar a Matías Rojas y Pasquini pasó a la defensa. Minutos después hizo lo mismo por el otro lado: Castillón por Carrasco y SIlva de “cuatro”. A partir de ahí todo fue del local. Pasquini no tiene
velocidad, Silva no tiene criterio defensivo, es muy claro. Es necesario que Maxi recupere su nivel y que Gómez vuelva, ya que por lo visto son insustituibles. Y Pasquini y Silva, lo han demostrado largamente, son mucho más efectivos jugando en sus posiciones naturales de volante y delantero respectivamente.
En cuanto a lo de Andrada, cosas no recomendables no hay que hacer. Está bien claro que el que toma las decisiones es el entrenador, pero también es indispensable que sus razones tengan sustento. Lo que se está jugando es demasiado importante para que se rija por los códigos del Coco Basile. Sacar a Andrada fue un increíble error de Almirón cuyas consecuencias eran previsibles. El arquero terminaba de protagonizar una epopeya: había llegado en silencio de Arsenal, venía de atajar mal y de ser insultado por sus hinchas. No tenía crédito alguno, y sus primeras actuaciones despertaron más inquietud. Al cabo de poco más de un semestre se transformó en una de las máximas figuras de Lanús, con cuatro penales atajados de cinco ejecutados. Desde donde se mire, Andrada era el arquero ideal, sobre todo pensando en las Copas. Sacarlo para poner a un colega que venía de seis meses de recuperación, que además no tuvo suficiente competencia en Tercera, fue una decisión difícil de entender.La macana está hecha, y Monetti no es culpable. Ojalá que Almirón encuentre pronto la mejor manera de resolverlo.
La concentración de García Guerreño, la clase de Marcone, el buen primer tiempo de Román Martínez,la velocidad, el inmenso corazóny la entrega más absoluta de Lautaro Acosta, es lo poco que se salvó del naufragio. Talleres metió presión y se encontró con demasiados espacios. En cambio las respuestas de Lanús no hallaron tantas facilidades; significa que Talleres corrió más, o al menos corrió mejor. No hay mucho más por decir, pero si hay muchas cosas por corregir pensando en lo que viene. No se trata de quitar el apoyo ni pedir cabezas, simplemente se observan falencias que no existían y que pueden complicar el rumbo. No es fácil no preocuparse, ni siquiera cuando se advierte con evidencia que por la Copa Libertadores, aunque jueguen los mismos once, Lanús sigue exhibiendo su verdadera categoría y su paso de campeón. Y aunque esoilusione y llene de confianza a los corazones granates, un poco jode.