por Lisandro Martínez
El Estado es responsableLa mujer para el capital y la iglesia es solo un envase reproductor donde cualquiera deposita su semen y luego será un niño, que si nace pobre será un explotado. La mujer es mano de obra superbarata y un instrumento de producción que sindicatos y patrones condenan a un salario 40% menor que el de los varones. Subordinarlas con supercherías religiosas es mantenerlas a ellas y su prole en el oscurantismo al momento de la primera educación en el hogar.
Las trabajadoras en Argentina ya debatían desde del siglo XIX sobre el lugar de la mujer, por eso Alejo Peyret –un sobreviviente del primer gobierno obrero de La Comuna de París, refugiado en nuestro país- concurrió como delegado de la República Argentina en junio de 1890 al Congrés International du Ouvrier Socialiste realizado en París. Alli se fundó la II Internacional Obrera y se debatió que la explotación, cada día más intensa del capital, tenía por consecuencia la opresión política de la clase obrera, su servidumbre económica y su degeneración física y moral por lo que se resolvió un programa político y de reclamos, entre ellos “igual salario por igual trabajo” para las mujeres.
En el siglo XXI en la Comisaría de la mujer de Pehuajó, una localidad de 40.000 habitantes, se registran 80 denuncias mensuales por violencia de género. Esto sucedió a lo largo de los últimos 6 meses dijo la titular de esa repartición Patricia Orona, quien agregó que “lejos de encontrar una respuesta, la violencia se mantiene o aumenta”. Y señaló que “han crecido las
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denuncias incluso de vecinos y docentes que testimonian”. La mujer policía tambien señaló que no hay refugios para mujeres (Noticias de Pehuajó 6/6/17).
La suma de más de 900 denuncias anuales en Pehuajó está retratando una pesadilla general que incluye a todo el país y cuyo epicentro son las relaciones sociales viles y degradadas derivadas de la explotación capitalista y de la impunidad que ofrece todo el aparato judicial y represivo para que se sigan sucediendo golpizas y crímenes.
Martindale Country Club de 310 has. Está a 50 km del centro de Pilar, es uno de los barrios cerrados exclusivos de la zona norte y el lugar preferido de los explotadores del trabajo ajeno. Con bar, salón de té, sala de juegos, caballerizas, sendero ecuestre de 15 km, 8 canchas de tenis, 5 de polo, 2 canchas de golf, piletas de natación, 5 canchas de fútbol, hockey y 4 de paddle. La seguridad privada garantiza que ningún factor externo perturbe esa tranquilidad. Allí vivía el CEO Fernando Farré con Claudia Schafer a quien asesinó de 74 puñaladas.
La obscena impunidad que ofrece el aparato judicial y represivo funciona a pleno para que se sigan sucediendo crímenes de esta naturaleza, fácilmente evitables porque todas las víctimas antes de ser asesinadas denuncian ante quien corresponde y en el caso de Claudia lo hizo ante el Tribunal Supremo. Veinte días antes de su asesinato denunció a su marido en la Oficina de Violencia Doméstica de la Corte Suprema. Esto constata que la vara de la impunidad para con los misóginos está colocada en la marca más alta.
Farré, educado en la UCA se graduó con el rango más alto, MBA en Thunderbird School of Global Management Escuela de negocios en Glendale, Arizona EEUU. Su perfil psicológico que las pericias destacan son sus rasgos narcisistas, egocéntricos, psicopáticos y paranoides, seguramente adquiridos en el camino de la alienación capitalista que impone la deshumanización total sobre quienes látigo en mano deben sacar el máximo de los provechos del trabajo ajeno disciplinando al obrero, a la multifunción, la precarización y la desprotección de todos sus derechos.
Farré se distinguía en su empeño por reducir personal, planificar suspensiones, despidos, etc. Por supuesto fue “el mejor”. Un despiadado Gerente Ejecutivo de Marketing de multinacionales como Carrefour Argentina 1986, Banco Santander Río en 1987, donde fue Product Manager de Banca Minorista por 2 años. Por sus destacadas aptitudes fue contratado luego por Coca Cola. Allí ocupó el cargo de Market Development Manager para Argentina durante 3 años. En 1996 fue contratado como director de marketing por L’Oreal, pasó por Wines of Argentina como director ejecutivo. Estuvo en Avon y desde 2010 fue Gerente General para Argentina, Chile y Uruguay en la cosmética multinacional Coty.
Farré mató a su mujer porque “ella –conociendo a su conyugue- le dijo que era un pobre tipo. Durante años la humilló, golpeó, trató de loca, compradora compulsiva, mala madre, infiel, de tener un sueldo miserable, de inestable, gorda e incapaz.
El abogado del divorcio reveló que Farré había cobrado $8,5 millones de indemnización. Pero que, sin embargo, no le pasaba la cuota alimentaria a los hijos.
Como “el Gran Management” era un misógino maltrataba a Mónica y María, sus dos empleadas domésticas a quienes llamaba mugrientas y muertas de hambre denigrándolas por su condición de empleadas y extranjeras. Cuando una de ellas lo amenazaba con denunciarlo por las agresiones a Claudia, él respondía con: “A la policía se la molesta cuando una hija es violada”, decía sabiendo que una de ellas había atravesado ese drama.
Si las organizaciones de la mujer abrieran los libros de las comisarías accederían a miles de denuncias no atendidas y si pudieran seguir la pista de esos miles de casos se develaría que el darle luz verde a los feminicidios es parte de un inmenso operativo al que se ha dejado correr hacia una impunidad que solamente la desidia del Estado puede otorgar.
Para acabar con misóginos y asesinos como Farré hay que luchar por disolver el caldo de cultivo que les da vida a estos sujetos deshumanizados, alienados y preparados para buscar un paraíso que miden por la cantidad de propiedades y bienes que adquieren, aunque en esa iniciativa se destruyan congéneres y familias enteras. El asesinato, la eliminación y la desaparición física de quienes se interponen en el camino de esas criaturas preparadas para el lucro y formadas en las tiendas capitalistas es sólo un episodio de su derrotero.
La Clase obrera, por su parte, no puede permitirse ignorar esta realidad esencial cuando se trata de elaborar nuevos modos de vida.
Como escribió en 1871 Eugène Pottier en su inmortal poema La internacional: “Cambiemos el mundo de base y hundamos el imperio burgués”.
(*) Del Partido Obrero