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martes, 20 de junio de 2017

Cristina-Randazzo: ¿Qué nos pasa?

por  Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

Cristina Fernández es la figura más importante del peronismo actual y todo el mundo sabe por qué. Florencio Randazzo es un dirigente muy importante del justicialismo que ha sido un excelente legislador y funcionario destacado en la provincia de Buenos Aires y a nivel nacional. Acompañó  todo el período del gobierno kirchnerista con un trabajo eficiente, leal y sostenido. Por lo tanto, que Cristina y Florencio estén protagonizando un desencuentro político que debilita al peronismo produciendo una división totalmente absurda es, por lo menos, un disparate mayúsculo. El peronismo, con todas sus variantes y aliados, debe ser consciente que si no es capaz de presentar una alternativa electoral sólida poniendo al frente a sus mejores hombres y mujeres puede padecer un octubre negro. De peores ha salido este enorme movimiento político, pero convengamos que su situación actual es muy difícil porque ahora, en este siglo veintiuno, principalmente en lo que hace a la política, estamos viviendo no sólo cambios en las formas de accionar de las diferentes expresiones partidarias, sino que asistimos a un cambio de época. Dentro de no muchos años, nada será igual en el funcionamiento de las estructuras políticas. De manera que si en la coyuntura actual la dirigencia peronista no demuestra inteligencia, no produce gestos de grandeza y no se posiciona de acuerdo a las expectativas del pueblo, correrá el riesgo de ser aplastada por la topadora de la historia. Dicho esto es importante hacer alguna reflexión con el ánimo de
aclarar, si podemos, un par de cuestiones. Quienes frente al desencuentro del “cristinismo” con el “randazzismo” pronostican el fin del Partido Justicialista por ahí no tienen en cuenta que la crisis la sufre el PJ bonaerense y no ocurre lo mismo a nivel nacional. No hay noticias, hasta ahora, de que los peronistas provinciales como Gioja, Fellner, Capitanich, Verna, Insfran, por citar algunos, tengan los mismos problemas que Fernando Espinoza en Buenos Aires. Tampoco los tiene Victor Santamaría en la Capital Federal donde acaba de sellar la unidad con varias parcialidades amigas. Así que, como dice una buena compañera del peronismo lanusense, “los muertos  que vos matais gozan de buena salud”.
El Partido Justicialista no es una cáscara vacía ni nada por el estilo. Ha sido y es históricamente la herramienta electoral del Movimiento Nacional Peronista. Cualquier frente nacional y popular debe incluir, necesariamente, al Partido Justicialista. Dejarlo fuera de cualquier armado político significa hacerle el juego al neoliberalismo. Significa ser funcional a la derecha para satisfacción de los enemigos del pueblo y en beneficio de muchos "progres" no peronistas que desean, fervientemente, el descoloramiento, la degradación y atomización del Peronismo para conseguir algunos carguitos políticos y más tarde, con cualquier excusa, formar rancho aparte. Abrojados en las cercanías del peronismo desde hace tiempo, estos advenedizos hacen lo imposible  por cuidar el territorio en el cual ya han orinado. Tanto hacen que, últimamente, han operado fuertemente con éxito,  para que la corriente de Luis D”Elia y el Partido Comunista queden fuera del flamante Frente Unidad Ciudadana que lidera Cristina Fernández. Veteranos hurgadores de las carpas peronistas aseguran que haciendo profesión de fe kirchnerista, han encontrado cobijo muchos antiperonistas debajo de las faldas de Cristina para comer alguna migaja. Cantan con esfuerzo la  Marcha Peronista pero se tapan la nariz cuando se levanta la figura de Perón y se rescata  su doctrina. Afortunadamente, por eso de "la acción de los anticuerpos” que explicara con notable claridad el General, no son pocos los que advierten la presencia de logreros y no se dejan encandilar por las luces que enciende el "mitrismo" metido en las filas peronistas.  También son muchos los que tratan de no dividir,  de construir unidad en serio y  aunque por el momento traguen sapos y culebras  no aflojan en el sostenimientos de las tradicionales banderas del Peronismo. Estos nacionales son la reserva moral de la Patria y por eso es bueno leer con atención  las palabras de un lúcido pensador del  campo nacional, el joven Dr. Aritz Recalde, que transcribimos textualmente: “Vengo escuchando que el “justicialismo es la vieja política y una cascara vacía”. A los que repiten esa afirmación los invitaría a conocer los diques y rutas que construyó José Luis Gioja en San Juan, las cientos de escuelas y centros de salud del PJ formoseño de Gildo Insfran o los caminos y barrios del justicialismo de San Luis de Rodriguez Saá. Son realizaciones que dan cuenta de la vitalidad del Peronismo y explican por qué el pueblo los acompaña masivamente. Es verdad que hay distritos donde el PJ es una franquicia para comprar y vender candidaturas carente de doctrina, organización y de mística. En estos casos hay que trabajar arduamente para cambiarlo. Los bonaerenses en lugar de adelantar críticas progresistas contra el Justicialismo, podríamos hacer el baño de humildad e ir a San Juan, Fomosa, San Luis o a las decenas de intendencias del PJ de nuestra provincia y de muchos lugares de la Argentina profunda  a aprender de estos compañeros, así tendremos más y mejores ideas para gobernar en 2019”
También es conveniente tener a mano como lectura de mesita de luz, los dichos de la brillante y muy joven socióloga, la compañera Dionela Guidi: “Una pena que hayamos llegado hasta acá sin haber aprendido nada de la derrota. Una pena que una parte importante del pueblo argentino mire asombrado, la ñata contra el vidrio, rencillas de dirigentes que hace tiempo le perdieron el pulso al dolor y a las necesidades de los más humildes. Fueron años en los que muchos militantes y dirigentes de espacios diversos, algunos con amplia construcción territorial, otros además con vasta trayectoria, se guardaron las broncas para no dañar al movimiento ni a la conducción. Día tras día vimos como se torcía el rumbo, tomando distancia de lo que debería ser un armado basado en lo que históricamente fue y es la columna vertebral del movimiento, que son los trabajadores organizados sindicalmente. Con muchísimos problemas irresueltos y una conducción que pretendió la unidad a los palos, un candidato al que no le interesó sostener, y una interna feroz en la provincia más populosa del país, la suerte estaba echada. Muchísimo más si se tiene en cuenta una oposición poderosa, oligárquica, operando permanentemente. 
Los dirigentes limaran asperezas cuando les convenga o cuando bajen los humos. A los que estamos abajo nos cuesta más reconstruir el vínculo con los compañeros que tenemos cerca.
En estos momentos los ocupantes de la Casa Rosada descorchan festejando un gol en contra del adversario.
El juicio de la historia deberá ser implacable con la dirigencia que parece obstinada en regalarle el país a la derecha.
Tenemos la necesidad y la obligación de construir y exigir la unidad para “volver”. Esa unidad no tiene nombres propios por gigantes dotes individuales sino que tiene historia, tiene luchas, tiene identidad, héroes y mártires que sólo tienen sentido dentro de un proyecto colectivo, nacional y popular. Los grandes líderes sintetizan sectores, programas, pensamientos, no son en sí mismos más que un instrumento del pueblo para garantizar la conducción de esos sectores, de esos programas, de un ideario…
Tenemos la necesidad y la obligación de construir y exigir gestos de grandeza”. Magníficas reflexiones. Vale la pena seguir luchando.
   (*) De Iniciativa Socialista