por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.comCristina Fernández, por esas cosas de la política, deberá elegir entre ser líder de todo un movimiento político o permanecer como jefa de un sector del Peronismo. Si finalmente decide ser candidata para las próximas elecciones legislativas, de acuerdo a lo que dicen ciertas encuestas y algún analista, tiene muchas posibilidades de triunfar. Tal candidatura podría alcanzarla mediante un acuerdo del cual surja una lista de unidad o compitiendo en las elecciones Primarias, Abiertas, simultáneas y Obligatorias. Si se diera esta alternativa, el espacio donde habitan el kirchnerismo incondicional junto a otras corrientes y figuras del Peronismo que acompañamos lealmente los tres turnos kirchneristas, probablemente sufra alguna sacudida importante. La confección de las listas de candidatos suele ser tarea difícil, especialmente en el Peronismo, pues no son demasiados los cargos para tantos aspirantes. No faltó un importante intendente del conurbano afirmando que Cristina es la salvación. ¿Traducido, esto quiere decir que sin ella no hay posibilidades de triunfo?
Perdimos un año y medio en discusiones bizantinas y llegamos a esta instancia sin haber afrontado algunos debates internos que debían haberse dado y agotado hace tiempo. Desde la derrota de 2015 hasta el presente se navegó en un mar de indefiniciones y de tiras y aflojas que impidieron definir con anticipación nombres y programas para poner a consideración de la sociedad en tiempo y forma. Convengamos que por bronca, o por no ver las cosas con claridad, muchos de los nuestros hicieron una pésima evaluación del enemigo que tenemos
Con Cristina candidata, ganar por poco en octubre no serviría de mucho. Perder significaría una catástrofe. Un triunfo, para dejarla bien posicionada, tendría que ser con mucha diferencia a favor y eso, aunque algunos pronósticos sean alentadores, no es absolutamente seguro. De manera que jugar el futuro de nuestra más importante figura en una elección de medio término debería ser un tema para pensar detenidamente sin hacer caso a quienes procuran refugiarse en sus polleras para trepar en algún carguito.
Si finalmente Cristina Fernández resuelve no asumir ninguna candidatura este año y como figura central de nuestra política se dispone, de ahora en adelante, a promover y construir un gran frente de liberación nacional podríamos casi asegurar que en 2019 cantaría otro gallo. ¿Quien, si no ella, después del próximo octubre, sin haber estado sometida al manoseo de una campaña y a las refriegas parlamentarias, estaría en condiciones de convocar a todos los sectores del Peronismo para reconstruir a este enorme Movimiento hoy carente de un liderazgo y de una conducción centralizada? Esta sería la tarea de Cristina como líder. Y los líderes no deben embarrarse en la política menuda. Uno no imagina a Perón, Fidel Castro, Hugo Chávez o Evo Morales sopapeándose en medio del griterío del Parlamento que, como dijo el maestro Hernández Arregui, “parlamento” deriva de “parlement” vocablo que expresa la acción de “parler” (hablar, charlar) o sea el lugar donde se reúnen los charlatanes. En el peronismo liderar y conducir es una sola cosa. La conducción, en nuestro, caso debe ejercerse sobre la totalidad de los peronistas y difícilmente podrá llevarse a cabo si quien pretende conducir privilegia a un sector sobre otro. O si está atado a un lugar institucional como ser un bloque de diputados o senadores. La conducción estratégica de cualquier organización de masas, como la de una fuerza militar, requiere dedicación y presencia permanentes. Además, el líder y conductor de un movimiento con las particularidades de nuestro peronismo debe cuidarse de proponer cosas y no concretarlas. Alguna vez se amagó con un frente ciudadano respecto al cual nunca se dio un solo paso para su concreción. Una de las frases más difundidas y valiosas de Perón debe estar en la mente de cada buen peronista. “Mejor que decir es hacer y mejor que prometer es realizar”. Ahora, en un reportaje reciente que duró más de hora y media, Cristina Fernández afirmó que se siente “con responsabilidades históricas”. Prometió trabajar por la unidad del peronismo y de todo lo que habitualmente denominamos el “campo popular” para enfrentar al neoliberalismo. Suponemos que se pondrá especial atención en sumar al Movimiento Obrero Organizado y al Partido Justicialista sin los cuales, en esta Argentina dolorida, no hay posibilidades de construir un Frente de Salvación Nacional como el que necesitamos. Saludamos esa promesa con la mayor voluntad de acompañar lealmente a Cristina en esta tarea fundamental porque reconocemos sus valores y su obra de gobierno. Decimos esto no desde la obsecuencia de los mediocres ni del comportamiento avieso de los logreros. Lo hacemos respaldados por nuestra militancia junto al pueblo y afianzados en la idea de que “Primero está la Patria, luego el Movimiento y por último las personas”. Todos los peronistas, sin exclusiones, deben ser convocados para la reconstrucción de nuestro Movimiento y la defensa de la Patria.
(*) De Iniciativa Socialista