por Juan Carlos Vacarezza*
En estos últimos días un historiador y un politólogo han intentado explicar en sendos artículos la situación en la que se encuentran inmersos los restos y despojos del aparato político “justicialista”, al que ambos denominan como “peronismo”.Ezequiel Meler, licenciado en Historia (UBA) sostiene que al gobierno actual le preocupa la “reunificación peronista”. Sostiene que hay “peronistas”, pero se pregunta: “¿tenemos peronismo?”. Acto seguido, se pregunta “¿quién encarna hoy los valores del peronismo?”. Buena pregunta, porque a lo largo del artículo sólo habla de los personajes que hoy ocupan los titulares de los medios, pero no analiza en absoluto ni menciona los valores que definen al peronismo como tal. Pretende caracterizar al “peronismo actual” como una especie de proyectos diferentes “carente de un liderazgo común”, con el “control territorial de los distritos” y con los barones feudales provinciales actuando como caciques del partido. Concluye afirmando que “sin liderazgo, sin recursos y en la oposición […] el peronismo no es una fuerza política”, sino “una receta para el caos”, por eso cree que “quizás haya llegado el momento de verlo partirse en varias propuestas disímiles” (“La unidad
peronista, ¿una reliquia?”, en Clarín, 31-12-2016).
Por su parte, Julio Burdman, politólogo y profesor en la UBA, sostiene que “en el panorama político actual conviven cinco peronismos”, cada uno con “lógicas e intereses diferentes” y todos ellos “cooperadores con el macrismo conduciendo a un virtual cogobierno”. Identifica a esos grupos “peronistas” como el de los gobernadores, el de los senadores, el de los diputados, el de los intendentes y el de los sindicalistas. En algún momento los califica como “clubes”, que es en realidad a lo que se asemejan los grupos descriptos. Como padece una “ausencia de liderazgo coordinador”, cada grupo “sigue una lógica que incluye una fórmula de gobernabilidad, supervivencia y hasta un cierto crecimiento propio”. Pero en definitiva, para el analista, el “peronismo” es un “macro-partido sin jefe”, “atravesado por diferentes lógicas e intereses”, imposibilitado de resolver el problema de su liderazgo (“Cambiemos y los cinco peronismos”, en Le Monde diplomatique, Edición no. 211, Enero de 2017).
En realidad, lo que ambos analistas describen es sólo una foto instantánea de un deterioro irreversible de un aparato político manejado por “dirigentes” que se arrogan la representatividad de un peronismo que en realidad no conocen, ya que han arrojado al olvido la personalidad histórica de Juan Domingo Perón y de su legado político hasta hoy insuperado e insuperable. Son “dirigentes” que han transformado el carácter revolucionario del peronismo en un conjunto de grupos y kioscos generadores de negocios para muchos de ellos, pero que en 33 años de “democracia” han generado pobreza y miseria cada vez más creciente y, en apariencia, imparable. En otras palabras, estos pretendidos analistas políticos confunden al Peronismo con una maquinaria partidocrática que se ha olvidado de Perón y de su proyecto revolucionario al servicio del pueblo, para ser simple y exclusivamente un dispositivo generador de negocios y acumulador de riquezas para sus “dirigentes”, mientras la miseria y la pobreza se expanden a su alrededor.
Lo que ambos analistas llaman “peronismo” es sólo un rejunte de grupos que “discuten” cuestiones coyunturales, sólo son grupos y puro grupo. Olvidan que en su enseñanza magisterial, institucionalizada en Conducción Política, Perón definió como enemigo del peronismo y antagónico a su esencia revolucionaria la existencia de grupos y caudillos que sólo buscan servirse de la política para satisfacer intereses personales, en perjuicio del pueblo e indiferente a su destino.
Tanto Meler como Burdman definen como “peronismo” a una estructura que a lo largo de las últimas tres décadas mantuvo incólume la matriz económica-financiera del Proceso de 1976, gobernó con las leyes dictadas inconstitucionalmente por Videla y Martínez de Hoz y sus secuaces (Ley de Entidades Financieras, Ley de Expropiaciones, Código Aduanero, sometimiento de la soberanía nacional a los tribunales estadounidenses, británicos y franceses frente a reclamos de individuos particulares, etc.), colaboró en la “democratización” del espurio y criminal despojo de las riquezas y del trabajo argentino a través de la fraudulenta deuda externa que ha impedido el crecimiento y desarrollo nacional, y participó en la privatización y reprivatización de las grandes empresas estatales (YPF, Gas del Estado, etc.) con las cuales Perón forjó las bases de la independencia económica, indispensable para sostener la justicia social para beneficio del pueblo.
En vez de hacer un análisis histórico y político serio, ambos analistas sólo describen una instantánea fotográfica. Ignoran u olvidan que en esencia el peronismo-justicialismo es “el resultado de un conjunto de ideas y valores que no se postulan”, sino que “se deducen y se obtienen del ser del pueblo argentino”. Es, como el pueblo, “nacional, social y cristiano”. Ignoran u olvidan que el peronismo-justicialismo es “una filosofía de la vida, simple, práctica, popular, profundamente cristiana y profundamente humanista” y que en última instancia es “patrimonio de todo el pueblo argentino” (Juan Domingo Perón, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional, Primera Parte, Fundamentos, 1. Concepto del Modelo Argentino. “El Modelo Argentino y el Justicialismo”).
En la cima de su mediocridad, muchos de estos “dirigentes” citan a Evita, pero se olvidan de su profecía, cuando anunció que Perón, después de fallecido, iba a ser la luz eterna que desde la eternidad iba a seguir guiando e iluminando los destinos de la patria. Se han olvidado que Perón “estará siempre al frente de su pueblo como un ideal, como una bandera, como una guía, como estrella para señalar en las noches el camino de la victoria definitiva” (Eva Perón, 16 de diciembre de 1949).
Que esta profecía de Evita se ha cumplido lo demuestra el hecho que, para ser tomados en cuenta, los “dirigentes” del PJ necesitan usar las imágenes de Perón y Evita, lamentablemente sin sus ideales liberadores y revolucionarios. Perón hizo del Justicialismo un movimiento de liberación nacional, para desterrar el dominio colonial del imperialismo financiero anglosajón. Los “cinco peronismos” sólo piensan en cómo sacar tajada de las coyunturas políticas circunstanciales, sin una visión estratégica y sin tener en cuenta que desde 1976 la Argentina se ha convertido en la factoría-granja que había sido hasta 1943.
(*) Presidente del Movimiento Primero la Patria