por Alejandro Chitrángulo
Ya esta a punto de terminar el año, llego la época de las fiestas y las despedidas.En estas fechas se desata el consumismo, compramos, regalamos, recibimos y sobre todo nos descontrolamos gastronómicamente, corriendo el riesgo de perder algunos hábitos que quizá han costado mucho esfuerzo conseguir y que ayudan enormemente a mantener la línea. La intención de esta nota es insistir es en el consumo responsable en lo referente a la nutrición, y especialmente en la medida en que puede afectar a nuestra salud y nuestro peso. Ya que es muy frecuente iniciar una dieta, cuando esta próximo el verano, para luego cortarla en las fiestas fracasando de plano en el intento de controlar el peso, incluso aunque hayamos tenido resultados al principio.¿Por qué es tan frecuente este fracaso con las dietas y en especial durante las fiestas? Resumiendo la opinión de diversos expertos, podemos asegurar que en primer lugar el problema radica en que la dieta es inadecuada. Recurrir a las “dietas milagro” que aparecen en revistas no especializadas o que nos recomendó un amigo, es tentador (prometen grandes resultados con poco esfuerzo) pero no inteligente. Es casi seguro el fracaso a medio plazo, pues recuperaremos el peso que teníamos (a veces incluso más), y
ponemos en riesgo nuestra salud.
Otro factor preponderante es el aspecto psicológico. Una dieta jamás debe venir impuesta por los demás (por ejemplo, ser consecuencia de un comentario de una amiga sobre nuestro aspecto), sino que se debe iniciar bajo el convencimiento propio de su conveniencia, sin estar sometido a presión externa. Por otra parte, en ocasiones la ansiedad o la depresión pueden inducir a comer en exceso; en estos casos, lo primero es identificar las causas de estos trastornos psicológicos e intentar eliminarlas, pues pueden dificultar enormemente el cumplimiento de la dieta. Para ese fin, primero se debe tener mucho cuidado en no ser demasiado ambicioso con las metas. En general, lo recomendable es perder del 5 al 10% del peso en un plazo de tres a seis meses. Pero no más. De esta manera podremos manejarnos con una dieta que nos mantenga un balance alimenticio saludable.
Descontrolarse en las fiestas
Les paso algunos consejos para que las fiestas no sean fechas fatídicas para la báscula.En primer lugar, hay que pensar que cuesta menos no pasarse que pasarse y luego tener que remediarlo. Lo veremos mejor con un ejemplo numérico. Supongamos que una comida o una cena “normal” para una persona determinada son 1.000 calorías, y que con esta comida no pasa hambre, pero tampoco engorda. Si en una de estas cenas o comidas señaladas se excede e ingiere, por ejemplo, 2.600 calorías, para recuperar el peso tras las fiestas, deberá ingerir sólo 600 calorías durante cuatro comidas, lo que probablemente le supondrá un esfuerzo mucho mayor que la satisfacción que le supuso el exceso cometido. Creo que todos tenemos experiencia al respecto. Piense en lo que va a costarle perder el peso ganado. Que sea Fin de Año no es motivo ni justificación para engordar. Una mesa rebosante de manjares es una ostentación innecesaria.Además, desde el punto de vista de la salud, es preferible mantener un peso que sufrir oscilaciones acentuadas en el mismo.Como regla fundamental, puedo agregar que queda totalmente prohibido”Picotear”. Si tenemos esa costumbre y no la eliminamos al seguir una dieta, lo único que conseguiremos será aumentar esta práctica, y las fiestas es el momento en el que sufrimos mas tentaciones para el picoteo. Tenga en cuenta quelas dietas repetidas y fracasadas pueden producir daños físicos en las personas que las siguen. Además, producen desaliento anímico que se traduce en reticencia de cara a intentarlo otra vez.
Dormir poco engorda. A esta interesante conclusión llega un reciente estudio de la Escuela de Medicina de la Universidad de Chicago, publicado en “Annals of Internal Medicine”, poniendo en cuestión la extendida creencia de que “dormir poco adelgaza” ya que durante las horas pasadas en la cama se quemaba menos energía.Al parecer, la cantidad de sueño condiciona el nivel en el organismo de dos hormonas, la leptina y la grelina, de modo que, en individuos que han dormido poco, disminuye la primera y aumenta la segunda. La leptina tiende a suprimir el apetito, con lo que su disminución supone una mayor tendencia a comer. Por el contrario, la grelina provoca sensación de hambre, pero en este caso la falta de sueño produce un aumento de esta hormona, por lo que su efecto se suma al anterior. La conjunción de ambos es un aumento del apetito.Lo anterior se deduce de un estudio realizado en doce varones jóvenes, a los que se limitó el sueño a cuatro horas durante dos noches. Como promedio, su nivel de leptina bajó un 18 %, mientras que el de grelina subió un 28 %. El resultado fue un aumento del apetito algo superior al 23 %, con tendencia a ingerir dulces, salados (patatas fritas, frutos secos, etc.) y comidas con alto contenido en carbohidratos, como pasta y pan.
Por eso, les recomiendo, disfruten , diviértase, pero descansen lo necesario y no se descontrolen con las calorías.