por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comSéptima nota: Guerras, sur, invasion y después…
Cuándo aquí, en 1804, inició su gobierno el virrey Rafaél de Sobremonte y Nuñez, en París, Francia, Napoléón Bonaparte, hasta ese momento cónsul de de la República Francesa, se autocoronó emperador. El Papa Pío VII fue una presencia destacada en esa ceremonia. Allá, en la lejana Europa y acá, en el sur de América, comenzó una nueva etapa con hechos relevantes que permanecerían para siempre en la historia de la vieja Francia y de la “nueva y gloriosa Nación” que “coronada su sien de laureles y a sus plantas rendido un león” se levantaría “en la faz de la tierra” pocos años más tarde. Algunos acontecimientos previos a la llegada de Sobremonte también son dignos de destacar por su importancia: el 14 de julio de 1789 el pueblo de París tomó la
fortaleza de la Bastilla, símbolo del absolutismo monárquico cuyos cañones apuntaban a los barrios obreros para reprimir cualquier acción que pudiera ocurrir contra ese punto estratégico con qué contaba Luis XVI. En 1802 el ingeniero e inventor Richard Trevihick, constructor de máquinas británico, desarrolló la primera locomotora a vapor. España e Inglaterra, una y otra vez, disputaban poder a sangre y fuego. Francia también era de la partida cuando la insensatez de la guerra dejaba campos y ciudades sembrados de muerte. Las batallas de la guerra anglo-española libradas entre 1796 y 1802, enmarcadas en las guerras revolucionarias francesas, fue un duro conflicto que enfrentó a España con Gran Bretaña. Francia estuvo al lado de España y aunque ésta logró varias victorias se fue desgastando tanto en el plano militar como en los aspectos políticos y económicos. Esta guerra concluyó con la firma de la Paz de Amiens.
Pocos años más tarde, entre 1804 y 1809, se volvieron a enfrentar España (otra vez con el apoyo de Francia) y Gran Bretaña. La contienda, realizada en el marco de las Guerras Napoleónicas, había comenzado tras la batalla de Santa María cuando una flota británica atacó a una escuadra española que transportaba mercancías y caudales desde América en tiempos de paz. En aquella oportunidad los británicos hundieron una fragata y apresaron a tres más. La batalla de Trafalgar de 1805 en que España fue derrotada, según algunos historiadores marca el punto en que comenzó a perder su hegemonía como potencia naval.
Estos episodios que comentamos, y muchos otros vinculados con las relaciones que tuvieron entre sí Gran Bretaña, España, y Francia, más determinados hechos de sus respectivas historias, seguramente fueron antecedentes de no pocos acontecimientos acaecidos en el virreinato del Rio de la Plata iniciado el siglo XIX, durante toda esta centuria aún después de haber logrado nuestra independencia, y también en el transcurso de buena parte del siglo XX.
La debilidad de España luego de sus enfrentamientos con los ingleses y franceses fue claramente un estímulo para producir las invasiones británicas de 1806 y 1807 a nuestras tierras. Pero las ideas de Juan Jacobo Rousseau (1712-1778) los hechos de la Revolución Francesa y el desgaste de España también calaron hondo en el pensamiento y la toma de conciencia de muchos de nuestros próceres de Mayo.
El sur de América, con toda seguridad, se presentaba como un bocado apetecible a los deseos de conquista y de dominación de Gran Bretaña. Así fue que el 25 de junio de 1806, entre 1.500 y 2.000 ingleses desembarcaron en la costa de Quilmes para invadir Buenos Aires bajo el mando del general Guillermo Carr Beresford. La ocupación de Buenos Aires duró hasta el 12 de agosto de aquel año. Ese glorioso día “encabezados por el Regimiento de Infantería Escosés No 71, salieron marchando del Fuerte las tropas británicas con banderas desplegadas entre dos filas de soldados españoles. Frente a Santiago de Liniers y sus oficiales, arrojaron sus armas y sus banderas a sus pies. De este modo la primera invasión británica a Buenos Aires concluyó con una contundente derrota de las tropas de Su Graciosa Majestad” (a). El virrey Sobremonte, había huido hacia Córdoba, y Buenos Aires quedó durante casi dos meses bajo gobierno inglés. “Mientras tanto, el general Beresford, implementó lo que hoy denominamos “acción psicológica” al vender abanicos, pañuelos, cajas de polvo y rapé, medallas y escudos con inscripciones como “Florezcan artes, industrias”, “Religión y sus santos ministros protegidos”, “Personas con conciencia y comercio libres” y “No es conquista sino unión” (b). Cualquier similitud con la actualidad no es mera casualidad.
(a y b):Transcripción parcial de: “La inteligencia en la Independencia Sudamericana”. Dr Jorge Olarte. Comisión de la Tropa Técnica de Inteligencia San Juan Apóstol y Evangelista. 2016. Amerian S.R.L) .
En julio de 1807 se produjo la segunda invasión británica. Pero de ella y su paso por el territorio que hoy ocupa nuestro Lanús hablaremos en la próxima nota.
(*) Director del museo municipal