domingo, 9 de octubre de 2016

¿De dónde venimos los lanusenses?

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com
Tercera nota
Finalizamos nuestra nota anterior diciendo que las aldeas y tolderías de guaraníes y querandíes, instaladas en nuestro territorio antes de la llegada de los conquistadores, fueron, en nuestra opinión, los antecedentes de los caseríos y poblados que, tiempo más adelante se irían asentando en este suelo, principalmente en las cercanías de postas, pulperías o establecimientos rurales.
Echemos pues una mirada a esta interesante descripción de la toldería producida por escuelas.edu.ar/ La Pampa/2006. “El toldo pampeano estaba hecho con pieles de caballo, de vaca, de zorro, guanaco o puma,  aunque a veces usaban otros elementos. Estos toldos tenían siempre la abertura orientada hacia el este, dado que los vientos predominantes en la pampa son del oeste y en cada uno de ellos vivían una o dos familias. El interior del toldo, por tal motivo, se hallaba dividido por pieles. Se dormía sobre cueros de
oveja con excepción de los niños que lo hacían en cunas donde estaba tan asegurado para no caerse, que apenas podía moverse. La cuna era cargada por la madre a la espalda cuando había que trasladarse.
Las tolderías se ubicaban en lugares estratégicos, cerca de sierras, aguadas y al abrigo de los montes o  desde donde dominaban los alrededores, con abundante agua, leña y sombra. Se unían entre sí por caminos llamados rastrilladas. Estos asentamientos eran como pequeños pueblos en los que todos colaboraban”.
Dadas las particularidades de esta descripción que nos da "escuelas.edu.ar", en la cual se menciona a los ranqueles, debemos dejar constancia que las características de estas tolderías (las de los ranqueles) tienen que ver con las que se instalaron bastante tiempo después de la época en que guaraníes y querandíes residían y deambulaban por donde hoy se halla Lanús y los partidos vecinos. Pero suponemos que el sistema de emplazamiento y disposición de estos asentamientos, permanentes o transitorios, no habrán sido demasiado diferentes en tiempos anteriores a la llegada de los conquistadores.
Cómo hubiese sido el futuro de los indígenas de no haber llegado los europeos a estas latitudes es una pregunta que, ante la realidad histórica, queda destinada al territorio de las conjeturas. Porque los hechos han sido tal como ocurrieron, el pasado es absolutamente inmodificable y es en base a los hechos, investigados a la luz de los respectivos documentos o conocidos por la transferencia oral producida a través de los tiempos, que tenemos la posibilidad de analizar el destino de aquellas comunidades maltratadas, diezmadas que no pudieron evolucionar de acuerdo a sus primitivas costumbres y que finalmente fueron extinguidas o reducidas a su mínima expresión.
Tratando de imaginar el destino de los guaraníes y querandíes que deambulaban por el territorio que hoy ocupan Lanús y demás localidades vecinas, de no haberse producido la conquista europea, podemos considerar algunos comentarios de Vicente Fidel López (1815-1903) en su magnífica obra “Historia de la República Argentina”, Tomo I, páginas 107,108 y siguientes, editorial Sopena, año 1954, cuarta edición. “La civilización y la lengua de los quichúas, se hallaban a las puertas de lo que hoy es la provincia de Buenos Aires cuando los detuvo la conquista española. El plan estratégico de su invasión está marcado en las huellas que su idioma ha dejado sobre los lugares por donde marchaban. Apoyándose en las cordilleras, venían echando una red sobre las pampas, mantenían su frente, avanzando, por el centro cordobés, con la lentitud majestuosa de un plan y de una fuerza gigantesca; extendían su izquierda sobre el Paraná para envolver a los guaraníes por la espalda”
Basándonos en lo opinado por Vicente Fidel López, lo cual no es un despropósito, es lógico pensar que el apoderamiento de estas tierras por parte de los europeos interrumpió el avance y la instalación de una cultura que, en tanto heredera del imperio Incaico, hubiese logrado encaminar a nuestros pueblos originarios hacia un destino histórico totalmente diferente al que finalmente tuvieron que transitar obligados por el rumbo trazado por los conquistadores.
Sin embargo, todos los pueblos, desplazándose de un lado a otro o radicándose en determinadas comarcas, en su rol de dominadores o dominados, en forma total o parcial van transfiriendo y recibiendo costumbres, creencias, lenguajes, virtudes y defectos dejando en el camino algo de su propia identidad e incorporando esencias ajenas. El intercambio cultural se da, irremediablemente, entre vencedores y vencidos o entre quienes resuelven coexistir pacíficamente aún procediendo de distintos lugares o cualquiera haya sido su modo de vida anterior. Y esto ocurre a pesar de los odios..y también por el amor..
Siempre quedan los oficios, las palabras, los vicios, las religiones, el uso de las armas o de los utensillos para la vida diaria, la forma de aprovechamiento de los recursos naturales y las manifestaciones artísticas sirviendo tanto para dominadores, dominados o para todos aquellos que, a pesar de sus diferencias étnicas encuentran fórmulas para vivir y desarrollarse en paz. Probablemente a partir de 1516 con la llegada de Solís al Río de la Plata se haya iniciado el proceso de aculturación en estas geografías. La aculturación según una definición bastante difundida “es un proceso de de recepción de otra cultura y de adaptación a ella, en especial con pérdida de la cultura propia”. Este proceso de aculturación seguramente avanzó después de la instalación del fuerte por Pedro de Mendoza, en el año 1536, en las cercanías de donde hoy se halla Puente Alsina y se intensificó a partir del arribo de Juan de Garay en 1580 luego del cual entre dominadores y dominados, mediante relaciones tormentosas o amorosas, la unión, reproducción y multiplicación entre diferentes razas ha sido un hecho cierto. 
Continuará. En la próxima nota: La sorpresa del encuentro.

   (*) Director del Museo Municipal de Lanús