por Omar Dalponte
omardalponte@gmail.com(Sexta nota)
Luego del inicial reparto de tierras hecho por Juan de Garay a partir del año 1580, durante el siglo XVII quedaron instaladas importantes heredades que más adelante, hasta finalizar esa centuria y durante buena parte de los siglos XVIII y XIX, se fueron dividiendo en grandes extensiones y fracciones medianas y menores dando lugar al establecimiento de estancias, chacras y quintas que, con el correr del tiempo cambiaron de propietarios. Algunos nombres de los antiguos dueños de aquellas propiedades aún son recordados en calles y barrios de nuestra ciudad. Es en el magnífico libro de Alberto S. J. De Paula, Ramón Gutierrez y Graciela María Viñuales titulado “Del Pago del Riachuelo al Partido de Lanús, 1536-1944” donde se detalla con admirable precisión el entramado de compras, ventas y cesiones ocurridas a lo largo de los años.
Los once de la Corona
El 1 de agosto de 1776, Carlos III, rey de España, creó el Virreinato del Rio de la Plata con
capital en Buenos Aires. Los virreinatos estaban divididos en gobernaciones, intendencias y municipios. A cargo del Poder Judicial (o Audiencia) estaban los “oidores” que ejercían la justicia civil y criminal. Como dijimos en la nota anterior, en 1782, la Corona dividió al Virreinato del Rio de la Plata en ocho intendencias: La Paz, Potosí, Cochabamba, Charcas, Paraguay, Salta, Córdoba y Buenos Aires. Desde 1776 hasta 1810 hubo once virreyes cuyos nombres y períodos en que desempeñaron sus funciones son los siguientes: Pedro Antonio de Cevallos Cortés y Calderón (Gobernó desde 1777 hasta 1778) Juan José de Vértiz y Salcedo (Gobernó desde 1778 hasta 1784) Nicolás Francisco Cristóbal del Campo ( Gobernó desde 1784 hasta 1789) Nicolás Arredondo (Gobernó desde 1789 hasta 1795) Pedro Melo de Portugal y Villena ( Gobernó desde 1795 hasta 1797) Antonio Olaguer Feliú (Gobernó desde 1797 hasta 1799) Gabriel Miguel de Avilés y del Fierro (Gobernó desde 1799 hasta 1801) Joaquín del Pino Sánchez de Rozas Romero y Negrete ( Gobernó desde 1801 hasta 1804) Rafaél de Sobremonte y Nuñez (Gobernó desde 1804 hasta 1807) Santiago Antonio Mario de Liniers y Bremont ( Gobernó desde 1807 hasta 1809) Baltasar Hidalgo de Cisneros y La Torre (Gobernó desde 1809 hasta 1810) Todos eran europeos excepto Juan José Vértiz que había nacido en México. Conviene detenerse un momento en comentar, aunque sea brevemente, algunos aspectos de la vida y de la obra de este hombre que, como dijimos, fue el único virrey nacido en nuestro continente, La gestión de Vértiz, teniendo en cuenta la época en que ha sido llevada a cabo, fue verdaderamente valiosa y digna de encomio.
Cuando asumió, Vértiz encontró al virreinato y su capital en total estado de abandono. Sus calles intransitables, se carecía de hospitales, no había alumbrado público ni policía. Tal era el descuido que el sitio donde hoy se halla el Teatro Colón, por su oscuridad y tenebrosidad era llamado el “hueco de las ánimas”. Entre otras muchas obras Vértiz realizó el primer censo, iluminó la ciudad, creó el Hospital de Expósitos, el protomedicato (1) el Colegio Real de San Carlos, el hospital para pobres mendigos, dispuso la navegación del Rio Bermejo, la siembra y fábrica de añil (2) construyó la casa de huérfanos y pequeño hospital para mujeres, creó el teatro La Ranchería, agrupó a los artesanos de diferentes gremios a la manera del sistema vigente en la Europa de aquella época, ordenó a uno de sus buques –en 1780- “arrasar los restos de un asentamiento británico” e hizo explorar las Islas Malvinas, integró la Junta de Temporalidades (3) dedicó mucha atención a la industria e impulsó la organización de una imprenta que fue el origen de la "Imprenta de los Niños Expósitos”. Ningun otro virrey brilló como este hombre quien según Vicente Fidel López “era completamente adicto a las ideas y a los principios que han dado gloria y justa fama al reinado de Carlos III” siendo de “nociones abiertas y de principios elevadísimos, tan liberal como bueno y prudente que supo comprender al momento cual era el programa con cuya ejecución debía ilustrar la historia del período de su mando".
Claro que también, el mariscal don Juan José de Vértiz no se anduvo con chicas cuando tuvo que enfrentar situaciones como las ocurridas por la rebelión de José Gabriel Condorcanqui (Tupac Amaru) y escribió en estos términos al virrey del Perú “el buen orden y estado pacífico consistiría en extirpar el ambiciosos origen de todos los males que padecen los pueblos, segando la cabeza del rebelde José Condorcanqui”. Tupac Amaru y toda su familia fueron asesinados el 18 de mayo de 1781. “A Tupac se le cortó la lengua, le ataron las manos y pies a cuatro lazos, y asidos éstos a las cinchas de cuatro caballos trataron de descuartizarlo. No pudieron dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando. Finalmente el verdugo le cortó la cabeza y se condujo el cuerpo debajo de la horca donde se le sacaron los brazos y los pies” (Fuente: “El Historiador” “Tupac Amaru”, por Felipe Pigna, octubre de 2016)
En estos pagos no sería Vértiz el primero ni el último en recomendar asesinatos. Casi un siglo después del despedazamiento de Tupac Amaru, nuestro insigne padre del aula, Domingo Faustino Sarmiento, diría en carta a Bartolomé Mitre el 20/9/1861 “No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre de esta chusma criolla incivil, bárbara y ruda, es lo único que tienen de seres humanos”. Así fueron las cosas. De jazmines y espinas está lleno el jardín de la Historia. (Próxima nota: “Sur, revolución y después”.)
(1) Protomedicato: Tribunal que reconocía la suficiencia de los futuros médicos y les concedía las respectivas licencias para el ejercicio de la medicina (2) Añil: Pasta colorante de color azul que se extrae del arbusto del mismo nombre (3) La Real Junta de Temporalidades era una entidad encargada de la administración y remate de bienes confiscados.
(*) Director del Museo Municipal de Lanús