por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.com
A decir verdad, muchos granates temían un
retorno a la competencia como éste, sobre todo después del pobre rendimiento
del equipo ante San Martín de Formosa y Patronato. El triunfo con festejo de un
nuevo título venciendo a Racing en Avellaneda y la victoria ante Boca en Arias
y Guidi, partidos ambos muy difundidos, nos subieron de nuevo al tren de las
nubes. Pero esa misma noche ocurrió la segunda aparición del Pepe Sand, y su desatino
nos hizo despertar. El primer despropósito lo había cometido en cancha de
River, mientras sus compañeros festejaban el título recién obtenido ante San
Lorenzo, él se dedicó a mostrar su peor faceta. Y una vez terminado el partido
ante Boca, otra vez, volvió a aparecer en toda su dimensión su verdadera
personalidad. Cariacontecido, cuestionando la decisión del entrenador campeón de
mandarlo al banco, resaltó con su reclamo de privilegios la pobre actuación de
Brian Montenegro, el compañero que lo había reemplazado, que además tuvo la
desgracia de desperdiciar un penal. Esa noche, la estructura del campeón
crujió. Y a partir de ese incidente, el equipo se destartaló.
Hagamos un repaso individual de
este inicio de semestre, donde se advierten también otros síntomas que influyen
en el mal momento. Por empezar, el técnico aún no logró suplantar a Gustavo
Gómez. Su ausencia complica a su ex compañero de zaga, Diego Braghieri, que
terminó el torneo pasado jugando en gran nivel, y hoy, ya sin Gómez a su lado,
perdió algo de la solvencia que había adquirido después de mucho tiempo de rendimiento
irregular, cuando conformó la dupla central del campeón. Tampoco el otro Gómez
-José Luis, el muy buen lateral derecho- puede pasar al ataque como lo hacía
estando el paraguayo, que siempre lo relevaba con acierto, dejando a cargo de
Marcone el centro de la defensa. Ahora se observan dificultades para acortar
las líneas, por eso Gómez dosifica más sus apariciones en ataque, conciente que
su proyección complica a Herrera, que de a poco se está asentando en el puesto de
primer marcador central. Algunos futbolistas, como los nombrados Braghieri y Marcone,
más el Bicho Aguirre y el Laucha Acosta no arrancaron enteros físicamente. Los
veteranos Velázquez, Martínez, Pelletieri y Sand no están para marcar el ritmo
pero si para aportar su experiencia y calidad técnica. Y el otro Almirón,
Miguel, la joya, y también el chico Marcelino Moreno, que completan la
orquesta, son muy buenos solistas pero no están para agarrar la batuta. En la
suma de todos estos datos, algunos parciales, otros mínimos, pero todos reales
y objetivos, se puede encontrar otra explicación acerca del bajón general del
equipo.
Parte de la tribuna adhiere a
otra sentencia: “Nos agarraron la mano. El técnico va a tener que cambiar. Hay
que inventar otra cosa” dicen muchos granates de todas las edades, con cara de
chicos que se enteran que los Reyes son los padres. ¿Qué significa que nos
agarraron la mano? ¿Que hay que pegarle de punta? No señor, hay que volver a
hacer lo que ya supimos hacer. Porque todos nuestros rivales nos juegan concientes
de enfrentar al mejor, al que viene de consagrarse como uno de los más
brillantes campeones de la historia del fútbol argentino. Si conocimos la
gloria jugando la pelota al pie y ejerciendo neto dominio sobre todos los adversarios
que enfrentamos, si fuimos el equipo más ofensivo y ahora no lo estamos
haciendo igual de bien, tendremos que trabajar un poco más. Si el juego que
supimos conseguir no está saliendo no es únicamente virtud del rival, es también
por falta de precisión nuestra, por falta de movilidad, de oferta de recepción,
de sacrificio. Es decir, falta de convicción, cierto desinterés, algún
aburguesamiento o algún otro tipo de malestar que el cuerpo técnico y cada uno
de los futbolistas, pero sólo los que sumen, tienen que superar para volver a
ser los mejores
Nadie puede discutir la
impresionante influencia del Pepe Sand en la conquista del último campeonato, ni
su gran actuación en el Apertura 2007, en ambas goleador del equipo y del
torneo. Dicho esto, es claro que Almirón, que nunca lo tuvo entre sus
preferencias, conciente de la situación económica del club aceptó su
incorporación pensando que con su experiencia podía sumar. La conducción fue
quien lo contrató porque en enero de este mismo año no había valores para
vender ni dinero para comprar, y el déficit comenzaba su cuenta regresiva a los
números en rojo. Así fue que luego de una sorprendente perfomance en Aldosivi, el
Pepe, el mismo que siempre se descolgaba con pretensiones imposibles, esta vez
sintió sinceras nostalgias de la idolatría e hizo todo lo posible para volver.
El puesto se lo ganó en la red, y Almirón se lo concedió a regañadientes,
porque los aportes del Pepe, de no ser por las conversiones, nunca se ajustaron
a las pretensiones del entrenador, quien en ofensiva apuesta al quiebre en
velocidad, virtud que el goleador granate nunca tuvo. El técnico -y según
cuentan también parte del plantel- se quedaron con la sangre en el ojo con el
correntino. Y como sus goles no volvieron a llegar, Almirón decidió sacarlo del
equipo estando abajo en el marcador. Lo hizo en el segundo tiempo de la
revancha contra Independiente, y también lo reemplazó el sábado ante Unión. Se
advierte una tensa calma, diría un narrador mediocre.
Si la caída ante Independiente
dolió, la derrota ante Unión aumentó las dudas de los simpatizantes. El hincha
Granate sigue aportando su aliento y brindando su respaldo. Es mucho lo logrado
y mucho hay por defender. La
Copa Argentina es un torneo que termina pronto y que se puede
ganar, siempre y cuando en pocos días Lanús recupere la memoria y vuelva a
vencer a Boca, partido a jugarse el miércoles 28 de septiembre en Mar del Plata,
un choque clave al que ambos equipos llegan golpeados. Pero antes, este domingo
a la hora señalada por Angelici, ambos en condición de local, enfrentarán a
equipos que no impresionan demasiado: Boca recibirá a Quilmes y Lanús a
Aldosivi, ambos resultados, sobre todo en caso de ser negativos, influirán en
los protagonistas de manera diferente. Almirón lejos está de ser cuestionado, tiene
mucho crédito a favor, y Guillermo, que nunca desde que llegó le encontró la
vuelta, y que no parece contar con el aval de Tevez, quedaría demasiado cerca del precipicio. Se vienen
instancias muy interesantes para seguir bien de cerca.