por Marcelo Calvente
El reinicio de la competencia del
segundo semestre de 2016 resultó muy auspicioso para Lanús. Es cierto que las
opacas actuaciones ante San Martín de Formosa y Patronato de Paraná, sendas
victorias ajustadas, indispensables para avanzar por la Copa Argentina , y la
sobrenatural derrota en Arias y Guidi ante Independiente en el partido de ida por
la Copa Sudamericana
dejaron algunas dudas, que la victoria ante Boca por la primera fecha del
torneo argentino disipó. Feliz por el triunfo, el Grana llegó al breve receso
de dos semanas muy desgastado por el esfuerzo de jugar dos partidos en cuatro
días a esta altura de la competencia. Es difícil discutirlo: despachó en fila a
San Lorenzo, a Racing, ambos por un título, y ahora a Boca, y pese a que aún no
logró determinar el reemplazante de su marcador central, Gustavo Gómez,
emigrado al fútbol italiano, Lanús
sigue
siendo el mejor equipo del fútbol argentino y dispone de esta pausa para seguir
ajustando cosas y tratar de extender su presente al plano internacional, cuando
el 14 de septiembre dirima el pase de ronda por
Lanús ganó el último torneo local
jugando un excelente fútbol, y quedará en la memoria colectiva como uno de los
más brillantes campeones de la historia, como Huracán del 73, San Lorenzo del 68 o el Racing de José, por
citar algunos. Lo logró con un armado austero y silencioso de un entrenador que
llegó en silencio y con mala prensa, como Jorge Almirón. Con un par de
refuerzos que se convertirían en figuras fundamentales, como José Luis Gómez e
Iván Marcone, el entrenador apostó al toque y la pelota al pie, y logró las
mejores versiones de Monetti, Braghieri, Velázquez, Román Martínez, el Laucha y
Miguel Almirón, un equipo que convirtió al Pepe Sand en el goleador del torneo
con 22 anotaciones. El análisis uno por uno abruma: Lanús es un equipo
conformado por enormes figuras, que trata de encontrar el defensor central
derecho titular. El joven canterano Marcelo Herrera tuvo su chance, y cuando su
rendimiento estaba en alza, un desgarro lo sacó de competencia por varias
fechas. Ante Boca lo reemplazó Zurbrigger, y su actuación fue más que aceptable.
Superando el mal trago de la derrota ante Independiente, Lanús le ganó a Boca
sin atenuantes y debería arribar al receso pleno de entusiasmo, si no fuera que
tendrá que lamentar por algunas semanas la ausencia de Lautaro Acosta a causa
del desgarro que sufrió al marcar el gol del triunfo. Se trata de una baja muy
sensible para el equipo, el “Laucha” es el máximo ídolo granate de la era moderna, el único que sin declamarlo a
los cuatro vientos, demostró su amor por los colores rechazando sumas
millonarias para seguir vistiendo la camiseta que aprendió a querer desde niño.
Todo lo demás, es sólo cháchara…
La victoria ante Boca marcó un
salto de calidad para el equipo de Almirón, sobre todo por el poco tiempo transcurrido
desde la derrota ante el Rojo. Boca llegó bien descansado, con Angelici y el
Mellizo con la sangre en el ojo por lo de Gustavo Gómez, el jugador que quisieron birlarle a Lanús, y no pudieron. Necesitaban
la victoria, pero una vez más, el Grana demostró estar un escalón arriba. La buena
actuación del pibe Marcelino Moreno, al que el entrenador fue llevando de a
poco, permite suponer que será el reemplazante temporario del Laucha y tendrá
la posibilidad de confirmar sus condiciones. Lanús volverá a la competencia el
sábado 10 de septiembre, cuando visite a Olimpo. El mismo día, Independiente recibirá
a Godoy Cruz. Y cuatro días después será la revancha entre el Rojo y el Granate
en Avellaneda, con dos goles de ventaja para el local. Los rendimientos de uno
y otro hacen suponer que nada está dicho, y que será el trámite del partido lo
que influya en el resultado final. Si Lanús se pone en ventaja, el silencio del
estadio y el nerviosismo de su gente pesarán sobre el ánimo de los futbolistas
de Independiente. Todo era optimismo, hasta que apareció el Pepe Sand frente a
los micrófonos.
Después de la pésima actuación de
Sand ante Independiente, y teniendo en cuenta las pocas horas entre uno y otro
partido, el entrenador de Lanús decidió que el goleador no formara parte del
once titular ante Boca y lo destinó al banco de suplentes. En su lugar jugó Brian
Montenegro, aquel que había convertido el gol de la victoria ante Racing. Y a
decir verdad, Montenegro tuvo su noche negra. Primero erró un penal, y en
seguida su desaliento lo sacó del partido. A los 4 minutos del segundo tiempo
fue reemplazado por el Pepe Sand, que jugó muy bien, y a punto estuvo de
marcar. Fue en la jugada del gol: estrelló contra el primer palo un remate
corto, pisando el área chica, luego del desborde de Moreno, que finalmente el
Laucha capturó y transformó en victoria. Todo pum para arriba. Pero a la hora
de las notas, cuando no, el Pepe Sand, declaró a todos los medios su
contrariedad por no haber sido de la partida, cuestionando la decisión del
técnico campeón, faltándole el respeto a todos sus compañeros y directamente
pasándole por encima con un camión a su reemplazante, el Brian, en su hora más
triste. Con compañeros así, el espíritu de equipo, virtud indispensable para
las grandes conquistas, corre serio peligro.
En la cuestión tomaron partido el
capitán, Maxi Velázquez, y el presidente del club, Nicolás Russo. Ambos
seguramente habrán tratado de poner paños fríos. Lo discutido no trascendió,
pero es indudable que el entredicho estará presente en la cabeza de Almirón
cuando tenga que tomar determinaciones respecto del veterano futbolista. Lamentablemente,
hasta ahora Sand no convocó a la prensa en la sala de conferencias del club para
pedir disculpas por su desatino. Según parece, eso no va a pasar. Jorge Almirón
tendrá que demostrar que además de un gran entrenador, es una persona capaz de pilotear
en la tormenta y tomar las mejores decisiones para que nada se interponga ante el
desafío de conquistar alguno de los torneos que están en juego, y así escribir
en la historia del club otra marca jamás pensada: tres títulos en un año. ¿Y
porqué no cuatro? Jugando así, y si la suerte acompaña, todo puede ser.