Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
En la última semana, la atención pública estuvo centrada en torno al evento denominado “Argentina Business and Investment Forum”. Este “Mini Davos” (como se lo llamó en la prensa local) reunió a empresarios nacionales y extranjeros con el fin de consolidar el giro en la política exterior que viene llevando adelante el nuevo gobierno desde el inicio de su mandato, marcando una clara diferencia respecto del aislamiento internacional que caracterizó a la administración anterior. Entre los empresarios presentes hubo optimismo respecto de las reformas en marcha y lapotencialidad de la economía doméstica, como así también sobre los resultados esperados para 2017, prevaleciendo como principal inquietud la dinámica futura de las cuentas públicas, siendo este un elemento clave para consolidar un escenario de mayor estabilidad macroeconómica. Con todo, se observó cierto consenso en torno a convalidar un mayor gradualismo fiscal que el previsto originalmente, en la medida que ello garantice la viabilidad política de la recomposición presupuestaria, sosteniendo así el actual proceso de reformas.
En este marco, esta semana el gobierno presentó en el Congreso el Proyecto de Ley del Presupuesto Nacional 2017. Por primera vez en años, la denominada “ley de leyes” se basó en supuestos macroeconómicos realistas y estimaciones fiscales más robustas, tras una década en la que se plantearon números alejados de la realidad, tendiendo a subestimarse recurrentemente los ingresos gubernamentales como forma de guardarse el viejo oficialismo un margen para la asignación discrecional de los recursos excedentes a través de los denominados “súper poderes”.
En lo que respecta a la marcha de la economía, el proyecto de ley contempla para 2017 un punto de inflexión en términos del nivel de actividad y la dinámica de los precios internos. Tras un 2016 de transición, la previsión oficial apunta a un crecimiento del Producto de 3,5%, impulsado por una recuperación de igual magnitud del consumo total, junto con un alza de la inversión del 11,4%. Paralelamente, el Presupuesto sostiene las metas de inflación propuestas por la autoridad monetaria para el período 2017-19, anticipando para el próximo año una suba de los precios minoristas dentro de una banda del 12% al 17%. En cuanto al tipo de cambio, se proyecta un valor promedio del dólar de $17,9, que implicaría un alza de 19,5% respecto a la media de 2016, dando lugar a una ligera depreciación del peso en términos reales (situándolo en torno a $1,1 por dólar, a precios de diciembre 2001). En todos los casos las variables no se alejan demasiado del consenso de los analistas consultados en el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) del Banco Central, cuya mediana de respuestas anticipa para el 2017 un crecimiento económico del 3,2%, con una inflación general del 19,8%, pero subyacente del 17,9%, junto con un tipo de cambio de $/USD 18,5 para el mes de diciembre.
En cuanto a la dinámica fiscal, el Presupuesto prevé un déficit primario de 4,2% del PIB, el cual si bien resultaría mayor al incluido en las metas que oportunamente diera a conocer el Ministerio de Economía a inicios del corriente año (3,3%), sería medio punto menor al proyectado para 2016 (4,7%). Esto tendría lugar ante un crecimiento previsto de la recaudación tributaria de 26,1%, superior al estimado para el gasto primario (21,3%). La diferencia en comparación con el Programa fiscal original radicaría, fundamentalmente, en las mayores erogaciones asociadas a la “reparación histórica” a los jubilados, que tendría un efecto equivalente a 0,6 puntos del Producto en 2017.
En materia de recursos, se destaca la recuperación de la recaudación medida en términos del PIB, que pasaría del 25,3% en 2016 al 26% en 2017. El mayor impulso provendría del IVA, favorecido por la recuperación proyectada del consumo, en tanto que los impuestos que gravan el comercio exterior crecerían acompañando los aumentos estimados en las exportaciones, las importaciones y la variación del tipo de cambio nominal. Asimismo, en 2017, el impuesto a las ganancias dejará de verse afectado por las devoluciones efectuadas este año en concepto de las viejas percepciones vinculadas a la adquisición de dólares para turismo y atesoramiento.
A diferencia de lo que ocurriría con la recaudación, los ingresos correspondientes a rentas de la propiedad provenientes del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) de la ANSES y del Banco Central experimentarían una reducción significativa en términos reales, con un financiamiento del BCRA al Tesoro inferior a los $160.000 millones de este año. Así, el financiamiento monetario del déficit fiscal iría perdiendo relevancia, lo cual permitiría al Banco Central recuperar grados de libertad para la administración de la política monetaria de cara a la consecución de su principal objetivo: la baja sostenida de la inflación.
En cuanto a las erogaciones, el gasto primario pasaría a representar 23,5% del PIB el próximo año, con un descenso de 0,4 puntos respecto al proyectado para 2016. La reducción del gasto se recostaría en un recorte de los subsidios económicos, ya que se daría mayor entidad a la asistencia social y a la inversión en infraestructura, mejorando la calidad y composición del gasto público.
Finalmente, restando los pagos de intereses de la deuda, el déficit financiero pasaría del 5% del Producto en 2016 al 4,9% en 2017, no previéndose el uso de reservas internacionales para la cancelación de pasivos gubernamentales, marcando otra diferencia importante respecto de uno de los paradigmas imperantes en los presupuestos presentados al Congreso hasta el año 2015.