por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comEl macrismo avanza atropellando de la manera en que lo está haciendo porque lo que debería ser oposición, refugiada en los partidos políticos tradicionales no ocupa el lugar donde debería plantarse para defender los intereses populares. Hay excepciones, como siempre, pero la mayoría de las organizaciones políticas, principalmente las que se autodenominan opositoras y cuentan con representación parlamentaria, están jugando un papel bastante triste. A nosotros, todos los que adherimos honestamente al proyecto nacional iniciado en 2003, sin especulaciones bastardas y respaldando el modelo kirchnerista, nos duele muy especialmente la falta de ideas y de coraje de quienes nos representan en todos los niveles. Insistimos: hay excepciones. Pero la mayoría… donde están siempre presentes y a tiempo es
en las cajas para cobrar sus sueldos. Es doloroso decirlo. Pero es la verdad.
Cuando las bases del movimiento nacional necesitan y reclaman unidad y acciones concretas contra el neoliberalismo que impiadosamente aprieta la soga en el cuello de muchos, pero particularmente en el de los más humildes, la dispersión es moneda corriente y cada quien está más ocupado en regar sus macetas que en cuidar la quinta de todos los argentinos. En las superestructuras de casi toda la partidocracia tradicional, de las representaciones parlamentarias en todos los niveles, y de algunas corrientes políticas, hay una parálisis vergonzosa que las torna absolutamente inútiles y repudiables ante la mirada de los sin trabajo, sin techo, sin pan y de todos aquellos que vemos derrumbar lo construido durante doce años por los gobiernos de Néstor y de Cristina. Nuevamente la politiquería barata se muestra incapaz de afrontar lo que debería ser su compromiso con la Patria. Otra vez la protesta debe hacerse en las calles, por quienes saben bien lo que significa vivir en medio de necesidades extremas sumergidos en el barro de la injusticia. De nuevo hay que salir a quemar gomas porque la acción de los monopolios y de sus gerentes neoliberales mata de frío a los viejos y a los hijos y nietos de los pobres. Por enésima vez, en esta dolorida Argentina, la reserva moral, frente a la podredumbre del capitalismo y la inmoralidad de quienes sin pudor roban o exhiben millones de dólares, está en la base del pueblo y en las organizaciones sociales que, aún en forma desordenada y desconectadas entre sí, ganan las calles poniendo el cuerpo como se debe. Por fortuna son los pibes que no necesitan el calor del Patio de las Palmeras quienes también hacen escuchar su voz por prepotencia de trabajo y de sana militancia en los barrios humildes, en las escuelas y universidades. La Argentina se despeña barranca abajo por más que los lenguaraces del oficialismo se esfuercen en hacernos creer que vamos rumbo al paraíso. Aquí vemos con desprecio cómo alguien que dice ser presidente de la Nación cuándo en realidad representa sólo a una porción de los ciudadanos con derecho a voto, se baja los pantalones frente a un animador de programas cómicos de televisión. Este cronista, que por su larga vida vivió distintos momentos de la historia de nuestro país, no se imagina a Juan Perón llamando a la Casa de Gobierno a un personaje de la farándula para pedirle clemencia. Es hora, ante el desastre que está ocurriendo en la Argentina, que cada quien asuma sus responsabilidades en forma concreta y efectiva. Los dirigentes que aún merecen nuestra confianza y nuestro apoyo –especialmente la compañera Cristina Fernández- deben plantarse como corresponde a los verdaderos líderes y esforzarse por conducir debidamente, incluyendo a todos los sectores posibles, el necesario proceso de contraofensiva al neoliberalismo. Proceso en el cual es imprescindible integrar a los trabajadores nucleados en el movimiento obrero organizado para que vuelvan a ser la columna vertebral del Movimiento Nacional. Todas las formas que se utilicen para contragolpear al enemigo son buenas, pero no es por twitter o por facebook como se hace sentir el peso de una conducción política verdadera. Volviendo al territorio de la imaginación, convengamos que ni en sueños de fantasías se nos aparecen Perón o Eva sentados frente a una computadora enviando mensajitos a la prensa sucia que, en buen romance, es como tirarle margaritas a los chanchos. Creemos que ya es hora de tomar el toro por los cuernos.
(*) De Iniciativa Socialista