por Salvador Baratta*
Hoy los lanusenses otra vez somos sacudidos por la triste noticia de la muerte. Nicolás deja en su camino sueños; incumplidos; dolor enorme en su familia y amigos pero también vuelve a dejar olvido, olvido en una clase política inoperante; desidiosa; inútil y hasta cómplice en muchos casos.Estas ratas cobardes -y la verdad es que tendría que ser más fuerte en definirlos pero por respeto a los lectores reservo algunas palabras- se mueven tranquilamente pensando que ellos no son el problema. Y se equivocan: el problema es precisamente la clase dirigente del partido que trata de sacar ventaja desde el dolor y la muerte. Antes, los que eran oposición marchaban y pedían justicia. Hoy ya no marchan porque
son oficialismo y así se cambian la remera conforme les quede mejor. Mientras enterramos jóvenes o abuelos, o lo que sea, ellos solamente hablan desde su omnipotencia explicando lo inexplicable y escudándose en que “presentamos esto y lo otro” y en verdad son unos mentirosos que lo único que quieren es seguir beneficiados por el poder que piensan que tienen.
Claudia Serapio y su familia son militantes de los de verdad, tan de verdad que Nicolás fue asesinado volviendo a la medianoche de la facultad y su trabajo; mientras que nuestros dirigentes acomodan a toda su familia en cargos oficiales para no tener que pasar por esto. Claudia trabajó en mi paso por el concejo y nunca pidió nada, y muchas veces ponía lo que no tenía para ayudar. Su trabajo y el de su familia era netamente social.
Señores: pongan lo que hay que poner y juntense para combatir este flagelo y no se hagan los políticos fatales que “con este no me junto... que por esto que por lo otro... que por la memoria de mi viejo...” , si después llama el que manda y dan asco corriendo a sacarse la foto. Déjense de joder. La gente está cansada. Sean dignos o por lo menos traten de serlo como cuando mienten en esos discursos de campaña.
(*) Ex concejal