por Aurelio Nicolella*
Como todos los 29 de agosto de cada año, festejamos el día del Abogado en la República Argentina, la fecha es tomada por el día del nacimiento del que fuera un gran abogado, jurista y escritor de aquel libro Las Bases, que fuera el pedestal de nuestra carta magna. Mucha agua pasó por debajo del puente desde aquellos años.Pero este año 2016 para nosotros los hombres de leyes, el día del abogado no va a ser un día cualquiera, debido a todas las cuestiones que han afectado el ejercicio de la profesión desde hace años y que se profundizaron en el corriente,estamos asistiendo al ocaso de nuestra profesión liberal como la sociedad la supo conocer.
Los abogados en lo que va de este 2016 hemos sufrido más de cien días de conflicto gremial en los tribunales de la provincia de Buenos Aires, conflicto que pareciera continuar; toleramos las subas de impuestos y servicios públicos que afectan a nuestros estudios jurídicos, sumada
a la alta inflación que imposibilita el cobro de honorarios. Uno reconoce que son todas situaciones que también han sufridos los habitantes del país. Pero debemos tocar el tema que los abogados en nuestro ámbito de trabajo en los juzgados, no somos tratados con el respeto que se merece a nuestra condición de auxiliares de la justicia.
Nos fue impuesta la obligatoriedad, suspendida por ahora, en la provincia de Buenos Aires de la utilización de la firma digital debiendo cada colega erogar de su peculio un gasto extra, el famoso “token” un sistema obsoleto dejado de ser utilizado en muchas de las empresas públicas y privadas del país. Se habrán dado cuenta en la Corte Suprema de Justicia bonaerense que hoy en día el sistema “CITRIX” que se accede por”PASSCODE”, es más seguro y ágil, o que podría haber impuesto el sistema que el Poder Judicial de Nación implemento sin gasto alguno para el matriculado.Cada matriculado ha o deberá desembolsar la friolera de casi 1.000 pesos en promedio para tener su “token”, que distantes están nuestros colegios del Colegio de Escribanos donde a cada uno de sus matriculados se lo dieron gratis.
Pero el vía crucis de los que ejercemos la profesión no termina ahí. Como corolario un desproporcionado aumento del 43,8 % de la Cuota Anual Obligatoria (CAO) con la cual cada abogado debe contribuir obligatoriamente a su caja previsional, que es privada, dicha medida fue dada a conocer en agosto, el mes del abogado. No se ha explicado el excesivo aumento de la CAO. En mi carácter de Directo Suplente de la delegación de Avellaneda –Lanús de la Caja de Abogados de Previsión Social envié notas tanto al Colegio de la Provincia de Abogados como a la Caja de Abogados de la provincia solicitando la explicación de dicho desproporcionado aumento, a la fecha las mismas no me han sido contestadas.
Tampoco se entiende un “novedoso” sistema de bandas del cual no se tiene mayor información, al cual deberían aportar abogados que no pueden cubrir esa cuota obligatoria, menos del sorteo de 5 “tokens” en su página web oficial a los matriculados que pusieran me gusta, situación está que denigra la profesión. Mejor hubiera sido ayudar económicamente al colega que no lo puede comprarlo, no hacer una lotería.
Todas estas circunstancias a los abogados nos tienen que llamar a la reflexión, ya que con la sumatoria de estas cuestiones, se genera una exclusión generalizada del ejercicio profesional de los abogados de calle. La expulsión del abogado que ejerce la profesión en forma liberal, ello llevara a que cada mes más los abogados busquen el paraguas protector de un trabajo en la administración pública, o migrar a estudios jurídicos más grandes y poderosos, perdiendo la “libertad de ejercer” en forma autónoma la profesión. No permitamos asistir a la “proletarización” de la abogacía.
Por eso este 29 de agosto los abogados debemos reflexionar sobre lo que está ocurriendo y potenciar nuestras fuerzas, para conformar la transformación de la realidad de la abogacía. Mientras muchos colegas sufren esta situación económica y de orfandad representativa, no es ético, no está bien hacerlo, porque no hay nada que festejar en este 2016, y sí mucho que pensar unidos para el futuro. No se festeja el cumpleaños de un ser querido cuando este se encuentra en terapia intensiva, hay otras cosas más urgentes que festejar.
(*) Abogado lanusense