por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comLa semana anterior nos halló refunfuñando, preocupados y un tanto doloridos porque junto a la patriada protagonizada por Hebe Pastor de Bonafini no estuvieron todos los que debieron haber estado. Creímos, y así lo escribimos, que hubiese sido conveniente y de gran impacto político favorable, la asistencia de la compañera Cristina Fernández en aquel acto de noble rebeldía realizado por una mujer muy entrada en años que se plantó, con toda su enorme fortaleza moral, frente a la prepotencia y los aprietes de los cagatintas del partido judicial. Sin dudas, ciertos episodios operan como disparadores de situaciones que sacuden el andamiaje de la política. Y vaya si lo fue el suceso que tuvo a Hebe como personaje central!
Los rezongos de este cronista tuvieron su razón de ser, pero por suerte, algunos hechos posteriores trajeron alivio a su preocupada humanidad y la muy apreciada Cristina salió a escena mostrándose, con sus luces encendidas, en fotografías que sorprendieron a tirios y
troyanos. Ante el ejemplo dado por una mujer de casi noventa años, independientemente de las agendas elaboradas con anticipación, uno supone que una personalidad como la de la ex presidenta difícilmente se resigne a concentrarse en ejercicios espirituales en la paz del Calafate. Cuando se agitan las aguas de la política ciertos espíritus reaccionan con la velocidad del rayo.
A principios de semana Cristina se reunió con Daniel Scioli y en verdad, ese encuentro no debería haber asombrado a nadie pues se trató de algo absolutamente normal entre compañeros de un mismo espacio político. Lo que sí es bueno resaltar que en ese acto se juntaron las dos figuras más relevantes –hoy- del Peronismo. Ambos, también, son los dos dirigentes de mayor representatividad de la oposición ubicada a la izquierda del massismo.
Cristina ha sido presidenta de la Nación por dos períodos consecutivos elegida por el voto popular y Daniel Scioli, además de haber ocupado cargos de suma importancia fue quien consiguió, heroicamente, el 49 por ciento de los votos en la última elección general realizada el año pasado. Además es el vicepresidente del Partido Justicialista. Nada menos.
No estaría mal una devolución de gentilezas. Tal vez, una visita de Cristina a la sede del PJ, podría significar un paso muy bien dado en la búsqueda de comunes denominadores para formular futuras estrategias. Así como con el Peronismo solo no es suficiente para ganar en forma contundente una elección y luego sostener el poder con la fortaleza necesaria, mucho menos alcanza, para entusiasmar a las mayorías, solamente con el liderazgo de algunas parcelas del Movimiento Nacional. De manera que, como se dijo en determinada ocasión, es hora de bañarse en las aguas de la humildad y privilegiar la unidad sobre caprichos o intereses personales o de grupo.
El almuerzo de Cristina Fernández con las Madres de Plaza de Mayo el jueves pasado, fue otra importante movida que llenó –como correspondía- uno de los casilleros vacíos del damero político. Los gestos y las palabras, realizados y pronunciadas en el momento preciso, suelen sumar al fortalecimiento de los espacios políticos y nunca viene mal mostrar los dientes cuando se tiene enfrente a un enemigo que pretende llevarse, sin miramientos, todo por delante.
“Brindamos para que Macri nos tenga miedo, que es bueno que nos tenga miedo”. Palabras de Hebe al brindar, con su marca registrada, por “nuestra querida Cristina”. Ningún charlatán, afecto a hacer “oposición” únicamente en las guaridas de la politiquería, tiene el coraje de hablar en ese tono. Como dicen los abogados, la presencia y el silencio (de Cristina) en ese momento, significa asentimiento. Sin vueltas. Y eso es bueno.
También ha sido buena y digna de contabilizar como un hecho no menor, la visita de Cristina a la Villa 31. “La 31 me hace acordar al peronismo. Porque a esta villa, como al peronismo, muchos gobiernos quisieron hacerla desaparecer”. “Con el peronismo siempre pasó algo parecido. Siempre hubo una cosa de querer hacer desaparecer todo lo que tuviera olor, color, forma y fondo nacional, popular y democrático”. Para nuestra satisfacción, esta decisión de la jefa del kirchnerismo de meter las patas en el barro la pone en sintonía con la esencia del peronismo. Magnífico.
Esta es la Cristina que muchos deseamos ver y acompañar. Por último, como regalo de fin de semana, los gremios combativos de la CGT lanzaron la Corriente Federal de los Trabajadores Argentinos exhortando a que “la central obrera derrote en las calles y en las urnas al neoliberalismo”. El programa que se presentó en el microestadio del club Ferrocarril Oeste, repleto de militancia obrera, tiene sus raíces en los programas de Huerta Grande, La Falda y la CGT de los Argentinos.
Esta muy positiva asamblea de los trabajadores nos llena de esperanzas y desde ya, adherimos sin hesitar a esta corriente que, esperamos, con su impronta marque un antes y un después en la lucha por la unidad y el avance del Movimiento Obrero. Anhelamos que la CTA y los sectores kirchneristas sepan ver con claridad la importancia de la aparición en escena de esta corriente sindical. Veremos.
(*) De Iniciativa Socialista