por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comEn la gran casa peronista no estamos peleando por la herencia de un pariente muerto. En habitaciones separadas, tal vez a los gritos y con algún empujón, hijos y entenados nos hallamos en plena discusión en la búsqueda de acuerdos para ver de qué manera, más temprano que tarde, podremos sentarnos todos juntos en la mesa generosa de la unidad a resolver, una vez más, los desbarajustes causados por los enemigos del pueblo. En los escaparates de la política y de la politiquería es posible que los frasquitos estén separados. Pero otra cosa es la realidad en el seno del pueblo, donde los seres de carne y hueso saben de sobra de donde viene lo bueno y lo malo. El macrismo, expresión brutal del neoliberalismo que hoy está destrozando a nuestro país y llevando al pueblo a la desesperación, deberá hacerse a la idea de que las cosas, principalmente en política, no son eternas. Probablemente, dentro de
poco tiempo recibirá un soberbio sacudón y cuándo llegue el momento de su derrota final tendrá que afrontar todo lo que, irremediablemente, le caerá encima. Muchos de los que en la actualidad, desde el territorio de la altanería pretenden llevarse todo por delante, habrán de pagar con cárcel y con bienes los desaguisados que están produciendo en todos los terrenos. Es un atropello mayúsculo el desmedido aumento de tarifas y dejar a miles de trabajadores en la calle. Es un insulto superlativo pretender borrar de la faz de la tierra nombres emblemáticos, obras que costaron muchísimo esfuerzo e identificaciones a instituciones y lugares que, por derecho indiscutible, llevan la marca del gobierno kirchnerista. Hay, en la acción de gobierno macrista, en todos los niveles, una actitud de desprecio y de venganza que alguna vez será pagada por el pueblo con la moneda que corresponda a todos y cada uno de los agravios. Incluido el baile payasesco en el balcón de Perón. Nadie se va a llevar de arriba el daño que significa para el país volver a contraer deudas enormes ni que se pronuncien palabras indignas como las dichas por Mauricio Macri: “Si yo les decía a ustedes hace un año lo que iba a hacer y todo lo que está sucediendo, seguramente iban a votar mayoritariamente por encerrarme en el manicomio. Y ahora soy el Presidente”. Estas palabras, claramente, son una burla descarada que pone en ridículo a no pocos que lo votaron nada más que por sacarse las ganas de ganarle al kirchnerismo. Asi paga el diablo. Es cierto que Macri es un tipo muy limitado y que llegó donde llegó por ser la figurita adecuada que los verdaderos dueños del poder eligieron para manejarla a su antojo. Cada día es más notable su similitud, en los dichos, en los hechos y como fotocopia de color, con Carlos Saúl Menem, el gran traidor a la Patria de la década de los años noventa. Este empresario, que accidentalmente ocupa un lugar en la Casa de Gobierno, representa nada más que a una porción de los argentinos. Esto debe quedar bien en claro pues, en estos días, a pocos meses de haber asumido el cargo de “presidente” (un cargo menor según uno de sus patrones) bastante más del cincuenta por ciento de los argentinos deseamos el final de esta película de horror exhibida sin pudor por la derecha política. Con total desfachatez, el macrismo abusa de las provocaciones más irritantes. Además de ofender la memoria de nuestros mártires y la dignidad de reconocidos artistas, en su afán de desfigurar nuestra historia y bajarle el precio a nuestros próceres, se vulgariza hasta el papel moneda con la intención de reemplazar las figuras de San Martin y Belgrano por la del yaguareté o la ballena franca. Este es el mundo de atrocidades y banalidades en que nos quiere introducir el neoliberalismo que por votos basados en el odio tiene, en estos momentos, la oportunidad de ensañarse con el pueblo.
Volviendo al Peronismo, es bueno destacar que al cumplirse un nuevo aniversario del fallecimiento del general Perón pudimos compartir diversos actos en los cuales se insistió en la revalorización de la figura de nuestro líder cómo sujeto vivo de la historia y su continuidad en el presente a través de la doctrina peronista, sin duda, gran orientadora del Movimiento Nacional. También es bueno destacar la satisfacción que sentimos quienes queremos y respaldamos a Cristina Fernández como conductora del Peronismo, ante la certeza de que muy pronto, después de su llegada a Buenos Aires y de haber sido recibida calurosamente por la militancia, hará una recorrida por distintos puntos del país. Poco a poco, sin prisa y sin pausa, los peronistas marchamos hacia acontecimientos felices como seguramente será la concreción de la unidad de la CGT en el mes de agosto próximo. El movimiento obrero organizado, después de este paso altamente positivo, seguramente hará escuchar su voz de acuerdo a las exigencias de la hora. Esperamos que dentro de poco tiempo sean otros gallos los que canten. Para que esto ocurra trabajamos estamos trabajando intensamente.
(*) De Iniciativa Socialista