por Omar Dalponte
Todo el activo que apoyó, integró y acompañó al Frente para la Victoria está en franco proceso de centrifugación. Dentro este proceso, algunos sectores analizan y proponen soluciones con seriedad, grandeza e inteligencia. Otros especulan miserablemente para ver de qué manera logran aferrarse a alguna cuerda que les permita trepar y recuperar un sitio rentado, un lugar de privilegio y vivir de la política sin importarles un cuerno la situación que padecen millones de argentinos por culpa de la acción devastadora del neoliberalismo.Esta milonga se baila con la música de las orquestas que hay, y por lo visto no hay nada nuevo en el territorio donde se dan cita y se mezclan las buenas intenciones, la pijotería política y la acción despreciable de los tránsfugas y chorros que, de cualquier forma y con cualquier método buscan únicamente beneficios personales mediante procedimientos que no tienen nada que ver con los grandes ejemplos y las ideas rectoras del peronismo. Esta dispersión que anhelamos sea pasajera, tal vez nos esté ofreciendo la posibilidad de llevar adelante una construcción política diferente. Por ello
trabajamos por la unidad del Movimiento Nacional sin que se nos trabe la lengua.
De una vez por todas será bueno poner el cuerpo después de lanzar palabras al viento. Aquí el macrismo está tratando de llevarse todo por delante y salvo acciones aisladas como el “ruidazo”, la atropellada con éxito por la cual se hizo salir eyectado al idiota de Darío Lopérfido, ex ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires, y alguna que otra demostración de repudio, no logramos producir hechos –hasta ahora- que hagan temblar seriamente a las estructuras de quienes ejercen el gobierno en representación de una porción de los argentinos con derecho a voto.
Si bien es verdad que el Partido Justicialista, como representación institucional del Peronismo, tiene en el Consejo Nacional una dirección política, no es menos cierto que nuestro Movimiento hoy es un archipiélago sin conducción. Bienvenidas las orgánicas que determinadas parcialidades han sabido darse como el Movimiento Evita, Nuevo Encuentro, El Partido Solidario, La Cámpora o MILES, para citar solamente algunas. Pero es innegable que al campo popular le falta una conducción que unifique y sea capaz de marchar hacia adelante con el conjunto de las organizaciones. No alcanza con acompañar circunstancialmente a Cristina en cada una de sus breves estadías. No es suficiente un discurso de siete minutos, sobre una camioneta en la esquina de Juncal y Montevideo en las entrañas de un barrio de clase alta. No está bien decir “si la tocan a Cristina que quilombo se va a armar” si no traducimos el canto en acciones concretas frente a la realidad que nos muestra a Cristina tocada y toqueteada decenas de veces caminando por los tribunales, con sus bienes bloqueados y sus propiedades allanadas mientras acá no pasa nada que vaya más allá de los cantitos y las concentraciones populares, valiosas, pero carentes de la fortaleza necesaria para defender y parapetar a la figura de la compañera dos veces electa por el voto popular y realizadora de una gestión presidencial admirable.
No ayuda que Daniel Scioli, quien heroicamente logró alcanzar casi el cincuenta por ciento de los votos en la última elección, se limite a producir una que otra declaración y no haga notar su presencia en forma pública y contundente como opositor al macrismo. No es bueno mirar para otro lado ante los actos de corrupción, debidamente comprobados, cometidos por los sinvergüenzas que anidaron en nuestras filas y revolean dólares en complicidad con calzonudas disfrazadas de monjas. No está de acuerdo con la ética y los procedimientos de todo buen peronista no llamar las cosas por su nombre y callar -aunque duela- frente a las inmoralidades que afloran en nuestro espacio desprestigiándonos frente a la sociedad. En un país como el nuestro con tantísimas necesidades, sabiendo que los hospitales carecen de lo mínimo indispensable, donde hay un ejército de desocupados, viejos que se mueren de frío y pibes que pasan hambre, son tan obscenas y criticables las conductas de quienes le roban dinero a los argentinos para depositarlos en cuentas panameñas como la de quienes, muy cerca nuestro, abren cajitas y exhiben millones de dólares. No hace bien mirar la paja en el ojo ajeno y tratar de disimular un tronco en el propio. No es guardando la basura debajo de la alfombra como habrá de construirse la unidad y la fortaleza del Movimiento Nacional. Aunque a veces parezca que predicamos en el desierto sigamos hablando en voz alta, sin temer a los prepotentes ni cayendo en silencios cómplices. Seamos ciudadanos que quieren ser libres y no un conjunto de adocenados que baja la cabeza por cobardía. La verdad la vamos a encontrar en la base de nuestro pueblo, entre quienes sufren todo el peso de la miseria sobre sus hombros. En los ranchos pobres donde no se puede pagar una garrafa y los chicos se van a dormir con un pedazo de pan duro en el estómago y apenas, si hay, con un mate cocido. Es a partir de esa dolorosa verdad desde donde debemos orientar nuestra lucha.
(*) De Iniciativa Socialista