Este pobre caballito, desnutrido hasta la muerte, “fue tirado en la calle -frente al 4770 de Ituzaingó, en Chingolo- por el carrero malparido que al ver que el pobre animal ya no servía lo dejó tirado como una simple bolsa de basura. Pobre inocente ni debe saber que murió el día del trabajador después de tantos años de maltrato y explotación”, dice Adriana Valeria Orellano, y pide que se ponga en práctica la prohibición de la tracción a sangre en Lanús y demás partidos del conurbano, “que tendrían que imitar la ley de CABA donde no se permiten carros tirados por caballos y que cada quien tire el carro como pueda o que coloque una bicicleta”.
En verdad en Lanús tanto a Manuel Quindimil como a Darío Diaz Perez no le interesaron los derechos de los animales, y parece que Nestor Grindetti va por el mismo camino.