Informe Económico Semanal del Banco Ciudad
Tras lograr dejar atrás el cepo cambiario y el default, el gobierno comienza una nueva etapa en la que se dispone a avanzar sobre temas más complejos, como la gradual corrección del déficit fiscal y la baja de la inflación, condiciones “sine qua non” para recuperar la senda del crecimiento.En este sentido, las autoridades del Ministerio de Economía presentaron esta semana el programa financiero para el corriente año, estimándose que las necesidades de financiamiento (excluyendo los vencimientos de deuda intra sector público) ascenderán a cerca de USD 36.700 millones en 2016, de los cuales 2/3 partes ya tendrían asegurada su cobertura vía las recientes colocaciones de deuda en el exterior, la asistencia prevista de organismos multilaterales de crédito y los pesos que proveería el FGS de ANSES y el Banco
Central, este último con un tope de $160.000 millones, monto inferior al girado el año pasado. Asimismo, para los fondos que aún restarían conseguirse, se prevé la emisión de bonos locales en pesos y en dólares dentro de montos manejables, descartándose nuevas colocaciones de deuda en el exterior.
Las metas anunciadas del Programa Financiero son consistentes con una reducción del déficit primario del 5,4% al 4,8% del PIB durante 2016. En concordancia con lo anterior, el déficit primario acumulado del primer trimestre fue equivalente a un 0,8% del Producto proyectado para el corriente año, mientras que en igual período de 2015 representaba un 1% del PIB, lo cual indica un primer paso en el sentido buscado. Si bien parte de la mejora reciente del resultado fiscal se explica por un virtual freno a partidas del gasto que lentamente deberían ir normalizándose (como los gastos de capital o en bienes y servicios), también se destaca el impacto del recorte de los subsidios económicos, el cual sólo viene siendo parcialmente compensado con un incremento de los subsidios sociales, que en marzo crecieron un 95% interanual, como forma de intentar morigerar los previsibles impactos negativos de las correcciones macroeconómicas en marcha sobre los sectores socialmente más vulnerables.
Un día después de difundirse el programa fiscal del gobierno, desde el Banco Central se dieron a conocer los principales lineamientos de su Programa Monetario, haciéndose hincapié en que el principal objetivo de la entidad será propender a una baja sistemática y sostenible de la tasa de inflación. En este sentido, desde el BCRA se indicó que se espera que hacia fin de 2016 el ritmo de incremento de los precios se ubique, en términos anualizados, lo más cerca posible del 25%, ratificándose que se buscará influir en la dinámica inflacionaria a través del nivel de la tasa de interés.
En este marco, las autoridades del organismo confirmaron que la tasa de las Lebacs a 35 días (el instrumento de política monetaria elegido junto con el corredor de pases activos y pasivos) recién comenzará a bajar en cuanto la tasa de inflación empiece a dar signos claros de desaceleración. Las expectativas del mercado anticipan que esta situación será más evidente recién entrado el segundo semestre (una vez que se hayan asimilado algunos de los cambios de precios relativos en marcha, entre ellos los vinculados a factores puntuales como los reacomodamientos tarifarios de los últimos meses), aunque no es posible descartar una baja de tasas más temprano que tarde, apuntando a dar aire a la economía real, hoy previsiblemente en baja.
En cuanto a la evolución de los agregados monetarios, el BCRA estima que para lo que queda del año el aumento de la demanda de pesos excederá las transferencias que restan realizarse al Tesoro (por $120.000 millones ó $40.000 millones por trimestre, sobre un total de $160.000 millones para todo 2016), el cual podría ser cubierto con una combinación de reducción del stock de Lebacs y/o compra de divisas (contracara del incremento de reservas internacionales). Según nuestros cálculos, este escenario llevaría el incremento de la cantidad de pesos en circulación a un ritmo inferior al 25% anual, consistente con una baja tendencial de la inflación.
Por último, con la vista puesta en el mediano plazo, el Presidente del Banco Central remarcó la intención de que la política monetaria se mueva hacia un régimen de metas inflación, apuntando a un incremento del nivel general de precios del 5% dentro de cuatro años, al final del actual mandato presidencial, procurando con ello tender gradualmente a anclar las expectativas inflacionarias dentro de los objetivos buscados.