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lunes, 16 de mayo de 2016

El pueblo no perdona a verdugos y traidores

por Omar Dalponte

omardalponte@gmail.com

La situación política, económica, social y cultural en la Argentina giró 180 grados. Para el kirchnerismo, la derrota electoral del 22 de noviembre de 2015 fue un golpe muy duro, y por lo que ocurrió hasta el presente, desde que el nuevo gobierno asumió en el mes de diciembre, el retroceso que sufre nuestro país es más que evidente. La calidad de vida del pueblo, especialmente en los sectores más humildes, ha sufrido un tremendo impacto y todo hace presumir que los tiempos que se avecinan serán de mayores necesidades y sufrimientos. Principalmente en las barriadas más pobres, en esta época en que el frío lastima impiadosamente, se instaló una situación de miseria que no existía en la década anterior. En las calles, comercios y hospitales de nuestra ciudad la pobreza se  nota con toda crudeza. Basta recorrer las zonas periféricas de Lanús, como este cronista lo hace habitualmente, para comprobar el estado de postración en que se hallan muchas de nuestras familias. El tema de la inseguridad sigue ocupando el centro de la escena en un drama que parece no tener fin. Hoy ha vuelto a golpear
en los hogares, con total ferocidad, la desgracia de la pérdida del trabajo provocando situaciones de extrema gravedad y causando daños irreparables. En poco tiempo el conservadurismo en el poder ha producido una verdadera catástrofe y no sería extraño que la reacción popular en gran escala no se haga esperar.
La presencia de importantes sectores del pueblo en las calles está demostrando qué aquí no es cuestión de resistir sino de contrarrestar, mediante movilizaciones masivas y organización popular, las políticas inhumanas del macrismo orientadas a convertir a la República en un reino donde las clases dominantes sometan a la mayoría de los argentinos para sumergirlos en la miseria.
Dan asco los medios de comunicación que ocultan la realidad y mienten descaradamente. Causan náuseas los politiqueros de cuarta que tratan de embaucar a la gente con argumentos absolutamente increíbles. Provocan desprecio los cómplices del neoliberalismo que se dicen radicales y apoyan cuanta medida antipopular y antinacional dispone el gobierno conservador de Macri. Lejos, muy lejos, están los Gerardo Morales, Ricardo Alfonsín, Ernesto Sanz  y compañía de las ideas y conductas de Alem e Yrigoyen. Han convertido a gran parte del partido radical en una agrupación de sirvientes que, por algunos puestos y quien sabe que otras cosas, decidieron vivir sin honra lamiendo los pisos de los despachos oficiales. ¡Cortedad de miras la de quienes por intereses espurios - individuales o de grupo - no tienen en cuenta que el pueblo no perdona y que, tarde o temprano, las traiciones se pagan a precio de oro!
La cruda realidad indica que el pueblo se halla nuevamente frente a la necesidad de luchar por sus derechos. Afortunadamente, los miles y miles de compañeras y compañeros que en cinco oportunidades, desde fin de año hasta hoy,  han ganado las calles y plazas reclamando justicia, defendiendo el trabajo, el salario y la educación, han tomado conciencia de esta exigencia. A estas valiosísimas movilizaciones es imprescindible sumarle la organización adecuada para desarticular los embates de la derecha e impedir cualquier tipo de “roscas” de cierta dirigencia que, muchas veces, ha demostrado ser más proclive a la traición que a la lealtad al pueblo. Refiriéndose a la acción peronista ya nos decía Juan Perón hace casi cincuenta años: “Es en la calle, como en las oficinas, los talleres, los cafés, etc. donde han actuado mejor los peronistas”. “No todo se ha de reducir al voto, que muchas veces se deposita vergonzantemente en las urnas. La lucha activa de todos, todos los días y en todas partes, vale por diez elecciones”. “Los políticos demoliberales burgueses son precisamente fuertes en sus bufetes y en las transacciones políticas electoralistas. Donde son débiles es en la calle. Es allí, precisamente, donde debemos darles la batalla. Todos los triunfos del Peronismo se han ganado en la calle y no en los comités políticos ni en los bufetes de los dirigentes. Abandonar esa táctica es renunciar deliberadamente al factor de nuestra lucha mayor” ( Conducción Política, pag. 274, edición 1974)
Con toda modestia nos permitimos agregar que nuestras palabras y nuestros reclamos deben consignarse también  en las paredes que son, en verdad, la prensa del pueblo frente a los medios que mienten, deforman y ocultan la realidad. Que no nos hablen de ciudad limpia mientras la prensa sucia de los monopolios nos quiere hacer tragar sapos  cada minuto de cada hora todos los días. Las palabras del pueblo tienen que ser pronunciadas en voz alta y escritas donde se pueda. Aunque algunos no quieran que se escuchen o se lean.    
(*) De Iniciativa Socialista