por Omar Dalponte*
omardalponte@gmail.comEn política nada ocurre por casualidad. Casi todo, por no decir todo, tiene explicación. Hemos pasado un 25 de Mayo que, esta vez, no se caracterizó por ser festejado multitudinariamente. Ni por asomo tuvo el clima de fiesta patriótica que pudimos disfrutar en los doce años anteriores. El pueblo estuvo ausente. Pero esto al macrismo no le importa. Es más: prefiere que así sea. Opera para que así sea. La alianza neoliberal conservadora que integran el macrismo y la Unión Cívica Radical oficialista no tiene, ni lejos, el poder de convocatoria del peronismo. Pero tienen carradas de dinero, el respaldo de los poderes concentrados de la economía y de las finanzas y una cobertura excepcional por parte de los monopolios de los grandes medios de comunicación. Es decir: contaron y cuentan con recursos enormes para amplificar sus mentiras, desinformar, confundir, difamar, haber conquistado a una importante porción del electorado y ganar una elección general. Para ellos, semejante apoyo es más que suficiente y no tiene sentido esforzarse en convocar a un número de gente que, por lo menos, haga algún ruido. Eso ya lo hicieron – y les sirvió- en épocas de los cacerolazos y cuándo
pretendieron elevar al procerato al suicidado fiscal Alberto Nisman. Además saben de sobra que ahora, siendo oficialismo, una concentración callejera les puede traer sorpresas desagradables y que algún tiro salga por la culata.
Los que tienen el poder real no son estúpidos. Saben muy bien utilizar adecuadamente las oportunidades históricas y a las figuritas que, en determinados momentos, pueden manejar a su antojo. Lo hicieron frente al deterioro del radicalismo en épocas de Alfonsín usando a Carlos Menem como principal títere del guiñol puesto en escena en los años noventa. Lo hacen ahora exhibiendo a Mauricio Macri como “presidente” de una porción de los argentinos y a un conjunto de personajes de opereta como Durán Barba, Elisa Carrió, Patricia Bullrrich o Mirtha Legrand quienes, cada uno desde un sitio diferente, mediante intrigas y mentiras atentan contra la tranquilidad pública y procuran sembrar el terror en la sociedad. ¿Alguien puede tragarse que el ecuatoriano Durán Barba es un cerebro capaz de lograr triunfos excepcionales y cambiar los destinos de un país? Estos tipos, generalmente, son sujetos oscuros que al amparo de intereses perversos, vaya a saber uno por medio de qué mecanismos, trepan y llegan a encaramarse con fines siniestros en los círculos íntimos de ciertos gobiernos ¿No tuvimos acaso a personajes como López Rega en el centro de la escena nacional en los momentos sangrientos de nuestro país? ¿No resulta sospechoso que un par de días antes del 25 de Mayo, Durán Barba salga a provocar desde el programa de la anciana Legrand, asegurando que la pobreza en la Argentina es un cuento chino? ¿No da que pensar que en poco tiempo se hayan producido agresiones a los compañeros Zannini, Kiccillof y Cristina Fernández, a unidades básicas y centros culturales kirchneristas?
La presencia de la derecha con mano de obra dispuesta a cometer cualquier tropelía no es nueva. Allá por enero de 1919, durante los acontecimientos de la recordada Semana Trágica, los entonces contraalmirantes Manuel Domecq y Eduardo O”Connor repartieron armas a fuerzas de choque apadrinadas por la oligarquía, y bajo el lema “Patria y Orden” constituyeron oficialmente la Liga Patriótica Argentina que luego fue presidida por Manuel Carlés, personaje nefasto de aquellos tiempos. Probablemente aquella organización y sus integrantes que agredieron, torturaron, asesinaron a trabajadores y militantes populares, hayan sido el antecedente más parecido a la Triple A de la década de 1970. No sería de extrañar que las cobardes agresiones recientes contra Cristina y demás compañeros sea la semilla envenenada que está sembrando algún sector neoliberal cobijando a individuos marginales identificados en las tribunas futbolísticas. Las plazas vacías, las vallas, el propósito de desmoralizar y aquietar al pueblo son un claro mensaje que revelan la intención de reinar en el silencio de los cementerios.
Serán las masas en movimiento y la organización popular con sólidos principios democráticos el reaseguro efectivo para restablecer el clima de sana alegría patriótica en nuestras fechas fundamentales y garantia de la libertad de reunión. Fueron las masas obreras quienes setenta años atrás sepultaron a la lacra fascista. Que no le quiten al pueblo mediante operaciones políticas repudiables, mensajes subliminales retorcidos o el vallado de lugares emblemáticos su derecho a manifestarse. Y que no sean dirigentes cuya obligación es defender los derechos de los trabajadores quienes traten de frenar la justa y noble impetuosidad popular.
(*) De Iniciativa Socialista