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miércoles, 20 de abril de 2016

Uno de esos triunfos

por Marcelo Calvente

marcelocalvente@gmail.com


Seamos sinceros; lo lógico era esperar una victoria abultada de Lanús sobre Atlético Rafaela, y que Estudiantes no gane en San Juan, en el difícil reducto donde el Granate dejó dos de los cinco puntos que perdió en este torneo. Estaba cantado, pero no fue así. El fútbol argentino cambia, los clubes se reciclan, algunos crecen, otros retroceden pero durante las últimas dos décadas una premisa se mantiene inalterable: cualquiera le gana a cualquiera. Siempre. Y así como el Pincha le ganó sin discusión a un tibio equipo
sanjuanino, Atlético de Rafaela estuvo muy cerca de no perder en La Fortaleza, e incluso pudo haberse llevado los tres puntos. Y si un equipo que en diez partidos solo había ganado una vez y tan solo en dos oportunidades había logrado empatar, un equipo que había convertido nada más que ocho goles y recibido 23, estuvo a 23 minutos de ganarle y a cuatro -los cuatro que el árbitro otorgó de descuento- de empatarle a Lanús, significa que el Granate no fue el mismo. Que algo falló.

En primer término falló la capacidad de definición que lo había caracterizado. Las dificultades que exhibió en ese aspecto ante Rafaela tienen que ver en gran parte porque el as de espadas, el Laucha Acosta, no fue tan determinante en los últimos metros como suele ser. Y en parte porque Miguel Almirón, jugador fundamental para que Lanús sea desequilibrante en velocidad, siga debiendo la materia en cuestión, la que el Pepe Sand sabe de memoria: la definición. Sand, que también falló todo lo que dispuso en la etapa inicial, tuvo frialdad y la espalda necesaria como para asumir ese penal en el minuto 90, y no le tembló el pulso para clavar un fierrazo inatajable al ángulo superior derecho del arquero. En 11 partidos convirtió 12 goles. Más que un milagro, lo del Pepe es la reencarnación de Arsenio Erico…
Durante la etapa inicial, Lanús dispuso de no menos de cinco situaciones claras que fue desperdiciando una a otra, sumadas a algunas decisiones arbitrales que lo perjudicaron, entre ellas la anulación de un claro penal a favor que Herrera había sancionado correctamente, y que a expensas de uno de los líneas -que marcó un off-side que no existió- cambió por tiro indirecto para la visita. Hasta los 42 minutos, la única preocupación de Rafaela era mantener el cero en su valla, y para eso corría y se prodigaba tratando de presionar sobre la salida. Pero llegó ese rebote fortuito que Graciani capturó cara a cara con Monetti y marcó el inesperado gol. Al volver de los vestuarios, la consigna lógica de Rafaela fue aferrarse de cualquier modo a ese milagroso resultado. La mala campaña del equipo santafesino le había costado el puesto a un entrenador muy querido como Jorge Burruchaga, al que habían acudido en diciembre último para salvar a la Crema del descenso, y en 9 partidos había logrado apenas un triunfo y un empate. Su reemplazante, Juan Manuel Llop, venía de debutar con derrota dura en la Boca y posterior empate de local ante Unión. Sería injusto criticar su esquema, y las artimañas a las que recurrió para intentar la hazaña que finalmente se le escurrió de las manos.
Falló también el triángulo defensivo que Jorge Almirón debió improvisar, sin Braghieri y sin Marcone, cambiando de perfil a Gustavo Gómez, que pasó a la izquierda de la zaga, para que debute Colotto como primer marcador central, y Agustín Pelletieri como “cinco”, tratando de cumplir el relevante rol de Marcone. El Pulpo lo hizo bien en el aspecto defensivo, aunque no le alcanzó para aportar lo que el ex Arsenal entrega en el armado ofensivo una vez que saca al equipo del fondo. Lo de Colotto fue mediocre, sobre todo por sus problemas con la pelota, y tampoco Gómez fue el mismo que venía siendo en su posición natural. Durante el primer tiempo, el trío dificultó el principio de las maniobras ofensivas. Así y todo el Grana generó varias situaciones que no pudo definir. En el segundo, Rafaela ya no presionó. Cedió terreno y pelota y se dedicó a correr y morder mientras tuvo piernas. Lanús lo terminó ganado porque no se desesperó. Por más que Rafaela no pasara nunca al ataque, el equipo de Almirón siguió fiel a su nuevo estilo: pasar el balón hasta encontrar el espacio para perforar, ejercer el dominio sin desesperar hasta que aparezca la oportunidad. Lo que no podemos decir es que durante ese dominio del complemento Lanús haya dispuesto de muchas chances de gol. Más bien poco y nada.
El técnico volvió a acertar con sus dos modificaciones. Castelani por Pelletieri y Junior por Mouche, ambos cambios casi cantados, aportaron más precisión en la entrega. Igual, el equipo no encontraba la manera de llegar al gol. A los veinte del complemento, de tanto correr para recuperarla mientras Lanús tocaba para conservarla, la visita empezó a dar signos de cansancio. Es entendible: tan cerca de la hazaña impensada y con tanto trajín a cuestas, los jugadores de Rafaela empezaron a nublarse y el público local así lo interpretó y redobló el aliento. A 1os 22 minutos, un centro al área, la cabeza de Gustavo Gómez y el toque sobre la línea de Román Martínez, otra vez gran figura, puso el empate que todavía era un buen resultado para la Crema y una pésima cosecha para Lanús, que entonado redobló el ataque y logró algo más de  profundidad, mientras la visita echaba el lastre y se aferraba al transcurrir del minutero. Lo pudo haber logrado, pero no hubiera sido justo. En el último envío aéreo del tiempo reglamentario, pelota al segundo palo, mano tontamente levantada por Nelson Benítez, cabezazo de Castelani que todos vimos dar en el brazo del ex Lanús aunque después se comprobaría que dio en la nuca. Herrera pitó el penal y pelito pa’ la vieja. En 85 años de profesionalismo, es mucho más lo que nos quitaron que lo que nos regalaron. Sépanlo, periodistas “equipograndedependientes” que tanto lamentaron ese penal: la AFA sigue estando en deuda.
La cuestión es que Estudiantes no afloja y volvió a sumar de a tres, mejorando notablemente respecto de sus últimas actuaciones. Viene por la quinta victoria consecutiva, y pese a los difíciles compromisos que debe afrontar, es la única amenaza que el Granate puede llegar a sufrir de aquí hasta el cierre para acceder al partido final. Algunos interpretan la ajustada victoria como una luz de alarma. En cambio otros están seguros que, como pintaba la cosa, el obtenido el domingo es uno de esos triunfos que al levantar la copa para celebrar un título, se recuerdan con frases por el estilo: “Si no le hubiéramos ganado con ese penal mal cobrado a Rafaela…”