José Corneola, el director municipal de Recursos Humanos, a pesar que recién ha asumido en ese cargo se tomó vacaciones. Dice que lo hizo porque no da pie con bola: Para mostrar el estado de runflas y acomodos e injusticias que se vive en el área de Personal, se resume el testimonio de varias fuentes:En esa área hay algunos personajes que se lo pasan maltratando al personal y para hablar con ellos hay que pedir audiencia. Uno es el nuevo asesor laboral Hector Zurdo, es de capital. A su lado está Fernando Salmaso que después de ocho años sin aparecer por la muni, pasa en esta gestión a ser controlador de horario del personal. Otra que Gloria Paez directora de una dirección que no existe. Durante la gestión anterior lo único que hacía era vender bijuterie por los pisos, hoy tiene mucho poder: Le hizo sacar la jefatura a Gabriela Gonzalez, para darsela a quien ella decide. Paez pertenece al núcleo de la familia Quindimil que arregló Grindetti. Ella estuvo casada con el nieto de Jesusa Quindimil, hizo entrar a su hija a trabajar con Daniel Ledesma, y su cuñada Alejandra “La Choco” Fernandez (foto) acaba de asumir como directora de la Sala
Máspero a pesar de que por su profesión de nutricionista no está calificada para ejercer ese cargo. Dicen trabajadores de la sala Alsina que La Choco durante toda la gestion de Diaz Perez, cobraba como administradora de esa sala, pero por allí ni se la veía. Además tiene una beca de Salud con el Pueblo por la que debe concurrir al hospital oncologico tres veces por semana. Su esposo Roberto Fernandez ex secretario de Hacienda de Manuel Quindimil y asesor contable de Darío Diaz Perez, ingresó -vía Frente para la Victoria- a trabajar en el ENRE y allí hizo entrar tambien al hermano de su esposa. El matrimonio Fernandez vive en Caballito.
Volviendo a Salmaso dicen que tiene como protegidos que no trabajan en ningún lado a Angelina “Marilín” Stella que cobra como jefa de departamento de Salud Mental, que dicen hace más de 8 años que no concurre al igual que Walter Perez. Y el matrimonio Pievani-Pintarelli y sus dos hijas que viven en Córdoba, igualan el record: hace 8 años que cobran en el municipio donde no se los ve por ningún lado.