por Marcelo Calvente
marcelocalvente@gmail.comLa primera victoria fue inesperada. Es sabido, el estadio de La Plata no resulta grato para los granates. En lo deportivo, pocas veces nos fue bien allí. Y además, en la memoria persiste el recuerdo de aquella nefasta tarde en la que el “Zurdo” Javier Gerez, un granate de Ley muy querido y respetado, fue arteramente asesinado por un uniformado. En el debut, con un gol de corner, Lanús venció cerca del final a un Estudiantes con algunas bajas, entregando una actuación opaca que tuvo de positivo la vuelta de un Pepe Sand vigente, jugando en un nivel muy cercano al de sus horas de gloria en Lanús, un auspicioso debut del pibe José Luís Gómez, llegado para reemplazar a Araujo, y un por ahora inexpresivo Pablo Mouche en reemplazo del Laucha Acosta, suspendido. Es lindo arrancar ganado de visitante en un reducto difícil y odiado, cuando eso sucede, lo demás es lo de menos.
En la segunda fecha había que ratificar venciendo en La Fortaleza a Defensa y Justicia, rival difícil si los hay, uno de los pocos elencos que logró vencer a Lanús en Arias y Guidi en los últimos años. Fue la vuelta de Lautaro Acosta, y su inmediato entendimiento con su antiguo compañero de ataque en el inolvidable equipo de Ramón Cabrero, el gran equipo Campeón del Apertura 2007, que encendió la ilusión. El Pepe y Lautaro fueron las figuras destacadas de un triunfo trabajoso, en el que con mucho
sacrificio del resto se logró dar vuelta un marcador tempranamente adverso. Una vez más, el Grana se muestra poderoso en ataque pero inconexo en el resto de la cancha, y así redondea una presentación de poco brillo, con victoria apretada pero justa, con dos goles de Sand.
En la tercera había que ir a Tempereley, terreno complicado, sobre todo para intentar jugar la pelota al piso. En su más opaca actuación hasta hoy, Lanús logró la victoria en un ataque aislado, gracias a un accionar técnico espectacular del Pepe, un movimiento con su sello: entrando al área de espaldas al arco y con la marca encima, giro con amarre mutuo hasta lograr la falta del defensor, que el propio goleador concreta desde los doce pasos. El equipo de Almirón se afianza en el sacrificio de todos, el desequilibrio que logra el Laucha y el oportunismo de Sand, a esta altura el goleador del torneo. De fútbol, poco y nada. La cuarta jornada era la más difícil: nos visitaba Atlético Tucumán, que era la revelación del torneo y compartía la punta de la zona con Lanús: ambos habían sumado los nueve puntos en juego, pero entre los derrotados por el Decano tucumano estaban Racing y Boca, dos de los candidatos naturales, que arrancaron con el pie izquierdo.
Después de las malas noticias del receso, cuando los socios de Lanús se enteraron que aquella tan consolidada economía que permitía tener a cubierto los déficits de dos años a futuro ya no existía, y que no debería ser mucha la expectativa en lo que a refuerzos se refiere, por lo cual el retorno demorado del goleador fue la mayor alegría. Pese a la enorme cantidad de futbolistas transferidos por millones de dólares durante el último y lamentable mandato de Alejandro Marón, los socios se enteraron que el club no tenía reservas, y que por razones presupuestarias era indispensable la partida del Mellizo y la llegada de Almirón. Con la victoria en Temperley, todo pasó a un segundo plano. El choque ante Atlético Tucumán tuvo el marco de público que como puntero invicto merecía, y el homenaje a Maxi Velázquez, que disputó su partido número 373 con la casaca Granate y se convirtió en el jugador que más veces la defendió, record difícil de igualar en primera división en los tiempos que corren. Ésta vez el juego del equipo estuvo a la altura de las circunstancias. Haciendo méritos para sacar más diferencia en el marcador, ganó con claridad con otro gol del Pepe -afirmado como goleador absoluto del certamen- y las muy buenas actuaciones de José Luis Gómez, Iván Marcone, el “Bicho” Aguirre y hasta del irregular Román Martínez. Con cuatro victorias consecutivas en el arranque, Lanús pasó de posible sorpresa a gran candidato sin escalas.
San Juan siempre es una visita difícil, una prueba de fuego que Lanús superó a medias. En lo previo, el empate era un resultado más que aceptable. El partido fue muy atractivo, de ida y vuelta, al golpe por golpe, Lanús basado en el buen trabajo de los laterales, más el aporte de Marcone y Aguirre en el medio y la amenaza implacable de la dupla de ataque, los puntos débiles eran los de siempre: la intermitencia de Mouche y Martínez, los errores de la dupla central, las fallas de Monetti. Sería injusto no reconocer sus buenas atajadas, sobre todo cuando tiene que responder con sus notables reflejos bajo los tres palos. Las dudas aparecen cuando llega el juego aéreo. Con su estatura, Fillol fue el mejor arquero del mundo de su tiempo. Hoy, para atajar en primera con un metro ochenta hay que ser Fillol. El triangulo que compone con Braghieri y Gustavo Gómez es la cuestión a resolver por el entrenador, allí tiene que aparecer su impronta.
Pese a que el dibujo táctico es el mismo -el 4 3 3 se ha impuesto definitivamente en el primer mundo del fútbol- Almirón superó a Guillermo en un aspecto: logró resolver lo que su antecesor no pudo desde la obtención de la Sudamericana 2013: la línea de volantes logró acortar distancias con los hombres de ataque, y ahora vuelve a presionar en campo rival como entonces, el Bicho Aguirre, baluarte de la recuperación, y en parte Román Martínez, junto al aporte de los laterales, ponen al equipo en campo adversario y se suman al ataque. La línea de fondo, la dupla Gómez-Braghieri no puede hacer lo mismo: a veces el retroceso es excesivo, en otras aparecen errores no forzados. Almirón apuesta a que Marcone, quien claramente queda como último hombre cuando Lanús ataca, comande ese acortamiento que el equipo necesita para ser más compacto. Guillermo nunca lo logró, aunque tuvo la sabiduría de poner a Ibáñez, que no es Marchesín, pero que transmite seguridad y solvencia en el juego aéreo. Uno imagina que Almirón debe estar evaluándolo. Hay también otra cuestión: Aguirre debe ser reemplazado cuando promedia el complemento. A esa altura del partido, su permanencia en la cancha se torna peligrosa. Cuando se cansa, cosa que invariablemente ocurre a esa altura del partido, llega a destiempo, se le va la pierna fuerte y te puede dejar con diez, como pasó en San Juan. Hasta que no supere esa cuestión física no hay que arriesgarlo. Sería entendible que Almirón se sienta arrepentido de no haberlo sacado antes. El resultado fue justo y conveniente. Lanús empezó perdiendo y logró darlo vuelta. Parecía tenerlo dominado, pero ese dominio duró muy pocos minutos. Siete minutos después del segundo gol, una pelota parada y lejana a favor de San Martín que llegó llovida, dos defensores que se molestan entre sí, certero cabezazo de Toledo a un ángulo imposible para Monetti, sumado a la pronta expulsión del Bicho, significó un cambio de planes: con 25 minutos por jugar se imponía defender el empate, y se logró. El resto de los hinchas argentinos se quedaron con las ganas de que pierda Lanús, que sigue siendo único puntero con trece unidades, marca que ningún otro competidor alcanzó en estas cinco fechas disputadas.
De mantener el nivel logrado, aún sin resolver los problemas, la posibilidad de ganar la zona es muy elevada. Los tres escoltas, Atlético Tucumán (12), Estudiantes y Defensa y Justicia, ambos con diez, ya fueron vencidos por Lanús. Ahora vendrá Newell’s, que apenas sumó cuatro unidades, un equipo indescifrable capaz de golear y de ser goleado, que está un escalón debajo de Lanús. Después visitará a Racing (5), uno de los mejores equipos del país, que quedó muy lejos y sólo lo acercaría la victoria, y luego recibe a Boca (7), el otro gran candidato en el análisis previo, al que también sólo le sirve la victoria. De la suma que obtenga en estos tres compromisos mucho dependerá la suerte de Lanús: lo que viene después, las ocho fechas que componen la segunda mitad del torneo, a saber por lo mostrado hasta ahora por los rivales que le quedan por enfrentar, se presenta claramente accesible y tiene un ingrediente especial: dos de los ocho compromisos serán ante un Banfield que no da pie con bola. La llamativa campaña realizada por el Grana invita a soñar y a acompañar al equipo cuando juegue de local como en los mejores tiempos, con la certeza de que en el fútbol argentino no hay rivales sencillos, y que la sorpresa sería que no haya más sorpresas.